martes, 23 de abril de 2024

Llamados a ser santos

 

Llamados a ser santos


“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”. Jeremías 9:23-24

“Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”. Isaías 6:3

Blaise Pascal decía: “Pero hay quienes no pueden admirar más que las grandezas carnales como si no las hubiera espirituales. Y otros que no admiran más que las espirituales como si no las hubiera infinitamente más elevadas en sabiduría”.

Para él, había tres niveles de grandeza: la grandeza física superficial que se encuentra en las riquezas, la fuerza y la belleza. La grandeza más alta es la de los genios, la ciencia y el arte. Y un tercer tipo de grandeza que está en el orden de la santidad; llegando a la conclusión que la grandeza de una persona no radica en que sea fuerte o débil, rica o pobre, inteligente o analfabeta, porque la grandeza está en un plano diferente e infinitamente superior, en lo espiritual, y lo llama “orden de santidad”.

El Señor a través del profeta Jeremías nos lleva a pensar en lo mismo, cuando vemos este mundo con tanto pecado y dolor, encontramos mucho vacío en el interior del ser humano y son necios todos aquellos que se glorían en cosas temporales y superficiales como el conocimiento, salud, fuerza, riqueza o en cualquier cosa que los deja bajo el dominio del pecado y lejos de nuestro Creador. Fuimos diseñados para depender de Él, por eso anhela que nos gloriemos más en conocerlo y entenderlo para que conozcamos su voluntad; El Señor quiere que le demos más importancia a cultivar lo espiritual y crezcamos en santidad; porque Dios es un Dios santo, y si creemos en su Hijo Jesucristo nos da su poder santificador por medio de su Espíritu.

Estamos llamados a ser santos, 1 Corintios 1:2 “a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”. Cuando ponemos nuestra confianza en Jesús y lo recibimos en nuestro corazón, recibimos el don del Espíritu Santo, quien nos capacita para vivir una vida santa, que agrade a Dios.

Sólo Dios es perfectamente santo, nosotros nunca alcanzaremos la perfección en esta vida, pero podemos caminar en santidad como respuesta a la santidad de Dios y esto es solo posible por la gracia de Dios, por medio del don de su Espíritu. La Santidad nos conduce a una entrega completa de todo nuestro ser al Señor, como dice Romanos 12:1 “así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”.

Cuando Dios nos llama a ser santos, nos está diciendo que seamos completamente suyos, quiere que nos demos voluntariamente a Él, 1 Corintios 6:19-20 “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”  Oración.

«Gracias Padre celestial porque al creer en tu Hijo Jesucristo, enviaste a tu Espíritu Santo a morar en mí, ahora soy templo tuyo y anhelo por tu gracia, me ayudes a caminar en santidad, a no llenarme de vanagloria por las cosas temporales y superficiales de este mundo. Quiero conocerte y entenderte para hacer tu voluntad para glorificarte con todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo, en el nombre de Jesús, amén.