martes, 28 de febrero de 2017

Efesios 5.15-17

Efesios 5.15-17

Cuando el apóstol Pablo nos exhorta a andar con sabiduría, da tres instrucciones para ayudarnos a tomar decisiones que le agraden a Dios. Primero, dice: “Mirad … cómo andéis” (Ef 5.15). Porque vivimos en una sociedad moralmente corrupta, debemos estar atentos a nuestra manera de pensar y actuar. A menos que decidamos mantenernos alertas, haremos lo que está de acuerdo con las influencias seculares.

Luego, en Efesios 5.16, el apóstol nos dice que aprovechemos al máximo nuestro tiempo. El Señor nos ha dado a cada uno de nosotros 24 horas cada día y diversas oportunidades de participar en sus planes para nosotros. Pero, muy a menudo, tenemos la tentación de malgastar nuestro tiempo y fuerzas en nuestros asuntos, sin pensar en lo que el Padre celestial pueda haber dispuesto para nosotros.

En Efesios 5.17, el apóstol hace la exhortación final: “[sed] entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. En su sentido más amplio, la voluntad de Dios para nosotros es que seamos la persona que Él quiso que fuéramos al crearnos, y que hagamos el trabajo que dispuso para nosotros (Ef 2.10). Sabiendo esto, debemos ver cada decisión teniendo presente si nuestra elección promoverá o estorbará los propósitos de nuestro Padre celestial para nosotros. Vivir fuera de su voluntad es una insensatez.


El Señor quiere que andemos sabiamente para que podamos disfrutar de todas las bendiciones que Él ha prometido en su Palabra. El tiempo y las oportunidades desaprovechadas nunca se recuperan. Consagrémonos a hacer que nuestra vida valga para Cristo, en vez de vivir para nosotros mismos.

lunes, 27 de febrero de 2017

Proverbios 9.7-12

Proverbios 9.7-12

“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría” (Pr 9.10). A primera vista, puede ser difícil entender la relación entre estos dos conceptos. ¿Cómo puede el temor a Dios hacernos sabios?

Primero, necesitamos entender lo que significa temer al Señor. Este término se usa para referirse al temor reverencial a Dios que nos lleva a reconocerlo como el Soberano del cielo y la Tierra, a someternos a su voluntad, y a andar en obediencia. El resultado de tal respuesta será la obtención de sabiduría.

Quienes se consagran a vivir para los propósitos de Dios, no para los suyos, tendrán una mayor comprensión de Él. El Espíritu Santo les capacitará para ver las circunstancias y las personas desde la perspectiva divina. Esta clase de sabiduría va más allá de la percepción humana, y nos da discernimiento para tomar decisiones que se ajustan a los planes del Señor para nuestra vida. Al saber que Él siempre obra para nuestro bien, nos da el poder para tener confianza tanto en los buenos como en los malos tiempos.

Quienes rechazan los mandatos del Señor le deshonran con su negativa a reconocer su derecho a gobernar sus vidas. Es una necedad rebelarse contra su autoridad y pensar que se puede ganar. Quienes no temen a Dios nunca conocerán la verdadera sabiduría.


¿Cuál es su actitud hacia el Señor? Si de verdad lo reverencia, escuchará sus mandatos y atenderá sus advertencias. El deseo de honrarle y agradarle le motivará a dar la espalda al pecado y a buscar con ahínco vivir en obediencia. El resultado será la sabiduría que va más allá de la comprensión humana.

domingo, 26 de febrero de 2017

Colosenses 2.13, 14

Colosenses 2.13, 14

La humanidad tiene una gran deuda. En el mundo físico, nuestro deseo de tener un nivel más alto de vida y más “cosas” ha llevado a saldos excesivos en las tarjetas de crédito y a hipotecas difíciles de manejar. El peso de lo que debemos puede producirnos noches agitadas y la sensación de que estamos atrapados. Anhelamos que alguien nos rescate del lío en que estamos.

Sin embargo, el endeudamiento material no es nuestro mayor problema. Es nuestra deuda de pecado. Todos nacimos con una naturaleza carnal que nos lleva a rebelarnos contra el Señor. Nuestra rebeldía es una afrenta a su naturaleza santa, por lo cual hemos contraído una deuda con Él. Hasta que se pague esta deuda, estamos bajo el justo juicio de Dios, y separados de Él espiritualmente (Ef 2.1, 2). El problema es que no podemos pagar lo que debemos. Ninguna cantidad de buenas obras, de sacrificios o de devoción religiosa disminuirá lo que debemos.

Por tanto, Dios, por su gran misericordia, envió a su Hijo para salvarnos. Jesucristo dejó el cielo y toda su gloria para poder venir al mundo a vivir y morir por nosotros (Fil 2.6, 7). Aunque el costo para nuestro Salvador fue enorme, Él voluntariamente pagó el castigo que merecíamos. Tomó sobre sí mismo nuestros pecados, los llevó a la cruz, y canceló nuestra deuda en su totalidad. ¡Aleluya!


Cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador, su obra expiatoria es acreditada a nuestra cuenta. Nos convertimos en hijos de Dios y coherederos con Cristo —pasamos de ser deudores a herederos (1 P 1.3, 4). Permita que el sacrificio que Él hizo en la cruz, impregne su mente, actitudes y decisiones.

sábado, 25 de febrero de 2017

Salmo 25.12

Salmo 25.12

¿Cómo puede usted estar seguro de que está tomando la decisión correcta? A veces, puede parecer que Dios juega a las escondidas cuando tratamos de conocer su voluntad, pero no es así como Él actúa. Él quiere darnos una dirección clara. La verdadera pregunta es: ¿Qué se necesita para escuchar su voz?

Limpiar el camino. Tenemos dos grandes obstáculos que ponen trabas a nuestro discernimiento: el pecado en nuestra vida, y nuestros deseos. Para recibir la dirección del Señor, debemos arrepentirnos de todo pecado conocido, y subordinar nuestros deseos a los de Él.

Ejercer la paciencia. A veces, se necesita mucha resistencia para permanecer quieto cuando todo nuestro ser nos dice: “¡Date prisa! ¡El tiempo se acaba!” Pero si usted se adelanta a Dios puede errar en su voluntad.

Perseverar en la oración. La Biblia nos enseña claramente que traigamos siempre nuestras preocupaciones a Dios. Cuando perseveramos en la oración, Él elimina gradualmente nuestra confusión hasta que llegamos finalmente a conocer su voluntad.


Escudriñar la Biblia. La Palabra de Dios tiene una respuesta para cada necesidad, y el Espíritu Santo sabe cómo dirigirnos a ellas. Recuerdo las veces en que, leyendo la Biblia, un versículo me ha dado la respuesta exacta que necesitaba para tomar una decisión. Muy a menudo, cuando nos enfrentamos a una decisión importante, todo lo que queremos del Señor es una respuesta rápida. Pero Dios se deleita en reunirse con nosotros para profundizar nuestra relación con Él. No permita que la urgencia de su necesidad le impida disfrutar de la presencia de Dios.

viernes, 24 de febrero de 2017

Filipenses 4.10-13

Filipenses 4.10-13

Por lo general, asociamos el contentamiento con las condiciones favorables. Cuando nuestras relaciones familiares son buenas, el trabajo es satisfactorio y no tenemos problemas de salud o económicos, entonces nos sentimos bien. Pero si algo sale mal, nuestro contentamiento desaparece.

Eso no es lo que el pasaje de hoy nos está diciendo. Pablo había aprendido a tener contentamiento, sin importar cuáles fueran sus condiciones. Esta es una noticia maravillosa para nosotros, porque significa que nosotros, también, podemos aprender a tener contentamiento, sin importar lo que estemos enfrentando. Debemos recordar que:

Pablo tenía contentamiento porque descansaba en la fidelidad de Dios. Sabía que el Señor tiene todo el control (Sal 103.19), y que ha prometido que todo lo que disponga sea para el bien de sus hijos (Ro 8.28). En todas y cada una de las circunstancias, Pablo descansaba en la seguridad de la mano soberana y amorosa de Dios. El apóstol también confiaba en que todo lo que iba a necesitar, lo recibiría en el tiempo del Señor.

Su contentamiento fluía también de su enfoque en Cristo. Aunque estaba escribiendo desde una prisión romana, Pablo no se sentía víctima ni se regodeaba en la auto compasión. De principio a fin en la carta a los Filipenses, hablaba de Cristo. De hecho, su deseo más grande en la vida era conocer al Señor y participar de sus padecimientos (Fil 3.10).

Nunca podremos encontrar contentamiento permanente en nuestras circunstancias, pero podremos encontrarlo en Cristo. 


jueves, 23 de febrero de 2017

Filipenses 1.12-25

Filipenses 1.12-25

Si usted tuviera el poder de cambiar sus circunstancias, ¿lo haría? Puesto que nadie tiene una vida sin problemas, la mayoría de nosotros diría que sí. Sin embargo, la realidad es que debemos aprender a vivir con algunas de nuestras circunstancias difíciles, porque solo Dios tiene el poder de alterarlas, y en su providencia ha permitido que se mantengan.

Tomemos, por ejemplo, al apóstol Pablo. Tenía el deseo de ir a Roma para predicar el evangelio, pero no previó la manera que Dios usaría para llevarlo allá. Todo comenzó con acusaciones falsas contra él en Jerusalén, su apelación a César, un viaje por un mar embravecido, un naufragio, y además el tiempo que iba a estar preso en Roma. Probablemente, esto no era lo que Pablo había imaginado, pero mientras estaba encadenado a una guardia romana, escribió estas palabras a la iglesia en Filipos: “Las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio” (Fil 1.12). La misma circunstancia que pudo haberle parecido una desgracia, se convirtió en el medio para un servicio fructífero.

Lo que parece un naufragio o un desvío en nuestros planes, pudiera ser el sendero ordenado por Dios para nuestra vida, pero existe una certeza a la cual podemos aferrarnos: Jesucristo está con nosotros y nunca cambia.


Las condiciones a nuestro alrededor fluctuarán, pero si somos de Cristo, Él usará cada situación para hacer su voluntad en y a través de nosotros. Incluso cuando enfrentemos asuntos de vida o muerte, podemos desear lo mismo que Pablo: que Cristo sea exaltado en nosotros, ya sea por vida o por muerte.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Mateo 28.18-20

Mateo 28.18-20

Enseñar del Espíritu Santo y predicar acerca del Espíritu Santo, Es necesario. Los cristianos los que somos Hijos de Dios El Padre sabemos que Dios nuestro padre celestial se da a conocer a este Mundo en tres personas distinta pero que es un solo Dios verdadero. A veces, incluso quienes han sido cristianos por mucho tiempo, piensan en la Trinidad como una jerarquía. En su modo de pensar, el Padre es Dios, Jesús está ligeramente por debajo de Él en jerarquía y preeminencia, y el Espíritu Santo es el servidor de ambos. Aunque esto puede ajustarse a los modelos humanos de autoridad, no es bíblico.

Según la Biblia, los tres miembros de la Trinidad son plenamente Dios.

Dios Padre – Jesucristo se refirió a su Padre como Dios (Jn 5.17, 18).

Dios Hijo – Juan 1.1 identifica a Jesús como divino. Aunque Cristo nunca se llamó específicamente a sí mismo “Dios”, su Padre sí le dio ese título (He 1.8). Además, Jesús reconoció tener poder ilimitado, un atributo que solo poseía el divino Creador (Mt 28.18), y también aceptó ser adorado (Mt 14.33; Jn 9.38).

Dios Espíritu Santo – Después de declarar que Dios resucitó a Cristo de entre los muertos, el Nuevo Testamento acredita al Espíritu Santo la Resurrección (Ro 8.11). Jesús reforzó esta idea cuando envió a los discípulos a bautizar a los nuevos creyentes en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


La Biblia confirma que cada miembro de la Trinidad es igualmente Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo funcionan como una unidad; ninguno es más importante o menos esencial que los otros dos. Los tres están enfocados en su plan para la humanidad: en la salvación y transformación del hombre, y en la gloria a Dios.

martes, 21 de febrero de 2017

Juan 14.26-27

Juan 14.26-27

Aunque la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia, la verdad de ella sí. Aunque hay un solo Dios, la Deidad se compone de tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todas son igualmente omniscientes, omnipotentes, omnipresentes, eternas e inmutables, pero cada una tiene funciones exclusivas.

La Biblia enseña cómo cada miembro de la Trinidad cumple con su papel específico, y también la manera como se interrelacionan estos roles. Permítame expresar esta idea en términos sencillos: el Padre crea un plan, Jesucristo lo ejecuta y el Espíritu Santo lo dirige.

La redención muestra estas funciones de una manera clara. El Padre concibió y organizó la manera en que sería redimida la humanidad (Gá 4.4, 5). Puso en marcha un complejo conjunto de acontecimientos, acciones y profecías que culminaron en la vida y muerte de un Salvador. El Hijo llevó a cabo el plan (Jn 6.37, 38). Siguió las instrucciones del Padre de venir a la Tierra, aunque eso significaba que tendría que morir. El Espíritu Santo se encarga de que cada persona sienta el llamamiento a la gracia salvadora de Dios (Jn 16.8; Ro 1.19, 20). Además, transforma la vida y el corazón de quienes reciben la salvación por medio de Jesucristo.


Padre, Hijo y Espíritu Santo son iguales en sus atributos divinos. Pero se relacionan con la humanidad de una manera diferente para cumplir con funciones distintas, porque cada uno tiene una función específica. Es muy importante entender esta diferencia. No tenemos tres dioses; sino un solo Dios en tres personas que funcionan de manera integrada, particular y perfecta.

lunes, 20 de febrero de 2017

Filipenses 2.12-13

Filipenses 2.12-13

¿Qué significa “ocupaos en vuestra salvación”? Muchas personas piensan erróneamente que Pablo nos estaba diciendo que debemos trabajar para ganar la salvación. Pero el apóstol estaba diciendo algo completamente diferente: que su experiencia de la salvación no era el final de su peregrinación espiritual. Es, más bien, el catalizador que ha activado nuestro “modo” de operación.

Después de que usted ponga su fe en el Señor Jesús como su Salvador, podrá comenzar a vivir lo que Él le ha dado, que es su vida abundante. Si ya le ha entregado su corazón, el Espíritu Santo habita ahora en usted, y le acompañará siempre. Es el Espíritu de Dios en y por medio de usted, lo que le da el poder para hacer realidad la salvación que ha recibido. La medida en que se rinda a Él, repercutirá en la obra que Dios hará por medio de usted, y en los cambios que Él hará en su vida.

Digamos que usted comienza a leer la Biblia y a aprender. A medida que se desarrollen su fe y su relación con el Señor, comenzará a notar que Él se está moviendo en su vida. Cuando comparte su fe y sus bendiciones con otros, notará a Dios trabajando de muchas más maneras. Manténgase en obediencia, y verá florecer las semillas que Él plantó en usted (Is 55.10, 11). Por eso, cuando la Biblia dice “ocupaos en vuestra salvación”, quiere decir que debemos demostrar con reverencia lo que ya se nos ha dado y permitir que la vida de Cristo se haga una realidad en nosotros.


La salvación que usted tiene debe convertirse en una expresión de la vida del Señor Jesús dondequiera que se encuentre (Mt 5.13-16).

domingo, 19 de febrero de 2017

1 Pedro 3.13-18

1 Pedro 3.13-18

La persecución ha sido una experiencia común en el cristianismo desde que los apóstoles proclamaron por primera vez el mensaje de salvación. Incluso en lugares que han sido bendecidos con un largo período de paz y prosperidad, no hay garantía de cuánto tiempo durará. Y aunque es posible que algunos de nosotros nunca experimentemos persecución severa, como prisiones o muerte por nuestras creencias, probablemente todos hemos sentido el aguijón del rechazo o el ridículo. Cualquiera que sea la forma que pueda tomar el acoso, todos debemos estar preparados para sufrir por Cristo.

Pedro escribió a un grupo de creyentes que eran tratados duramente por su fe. Su objetivo era ofrecer aliento y un recordatorio para seguir el ejemplo de Cristo, quien sin haber pecado sufrió en nuestro lugar para llevarnos a Dios. Y aunque la multitud junto a la cruz se burlaba de Él, el Señor nunca respondió con palabras hirientes (1 P 2.21-23).

Sin esta perspectiva, podremos sentir autocompasión o resentimiento cuando seamos maltratados. Pero Pedro nos recuerda que somos bendecidos cuando sufrimos por causa de la justicia. No solo recibiremos una recompensa en el cielo (Mt 5.11, 12), sino que podemos también tener la oportunidad de ser testigos de Cristo, con dulzura y reverencia.


La reacción sabia a la persecución fluye de una comprensión correcta del plan de Dios. El sufrimiento injusto es, a veces, parte de su voluntad para nosotros, como lo fue para Cristo. Pero podemos confiar en nuestro Padre celestial, sabiendo que Él puede obrar en cada situación para nuestro bien y para su gloria. 

sábado, 18 de febrero de 2017

Daniel 1.1-20

Daniel 1.1-20

Daniel tenía una fe inquebrantable. Su confianza en el Señor lo sostuvo cuando fue sacado de su patria, hecho cautivo y enviado a un país extranjero. Esa fe lo fortaleció cuando sirvió a cuatro reyes diferentes y enfrentó muchos problemas.

Conocer a Dios y confiar en Él son los dos elementos clave de la fe profunda. Daniel, que era miembro de la nobleza israelita, conoció al Señor desde temprana edad. Mientras estuvo cautivo, sus palabras y sus acciones demostraban que conocía las Sagradas Escrituras y que quería obedecer a Dios. Cuando le sirvieron una comida que había sido sacrificada a los ídolos, se arriesgó mucho al pedir que le dieran otro alimento. Dios hizo que se ganara la buena voluntad del oficial (Dn 1.5-9). Como Daniel, nosotros también debemos invertir nuestra vida aprendiendo y haciendo lo que agrada a nuestro Padre celestial (Col 1.10).

Pero este joven no solo sabía lo que decían las Sagradas Escrituras; confiaba, también, en que Dios haría lo que había prometido. Cada vez que Daniel tomaba una postura piadosa, estaba demostrando su confianza en el Padre celestial. Y también sus amigos, Sadrac, Mesac y Abed-nego, tenían una fe firme. No sabían con certeza si el Señor los libraría del horno de fuego, pero confiaron en que Él haría lo correcto (Dn 3.16-18).


Entre las barreras para tener una fe inquebrantable están el orgullo (“no reconoceré que necesito la ayuda de Dios”), la arrogancia (“sé cómo hacerlo; no tengo que preguntarle a Dios”) y la autosuficiencia (“puedo hacerlo sin su ayuda”). ¿Cuáles de estas barreras le están impidiendo ser una persona de fe inquebrantable? Confiéselas sinceramente, y vuélvase al Señor.

viernes, 17 de febrero de 2017

Juan 4.3-18

Juan 4.3-18

Como vimos ayer, muchísimas personas tienen una vida vacía, que es contraria al plan de Dios. El relato sobre la mujer samaritana en Juan 4 enseña cosas importantes en cuanto a una vida plena.

Para el Señor es importante que llenemos nuestro vacío. Los judíos no pasaban por Samaria por el gran odio que tenían a sus habitantes. Pero Jesús, siendo judío, decidió pasar por allí porque sabía que una mujer samaritana que sufría estaba lista para escuchar acerca del amor de Dios.

Los intentos que hacemos para lograr la felicidad muchas veces nos dejan sin esperanza. La mujer del pozo había estado casada cinco veces, pero todos sus matrimonios habían fracasado. Sea que sus problemas fueran o no por su culpa, no tenía el amor que había buscado.

El Señor conoce nuestro dolor. Cuando la mujer reconoció que en esos momentos no tenía un esposo, Jesús le reveló que Él ya sabía que no estaba casada con el hombre con el que vivía. Al demostrarle que conocía su infelicidad y su anhelo de llenura, el Señor la ayudó a reconocer su necesidad de un Salvador.

Jesús puede satisfacer nuestros anhelos. Después que la samaritana entendió qué le estaba faltando, Jesús le dijo cómo tener una vida de plenitud: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Juan 4.13, 14).


¿Se ha sentido usted alguna vez como la mujer samaritana, disconforme con la vida, y con sed de amor y de gozo? Entregue su vida a Dios y permita que su amor fluya a través de usted. Solo así tendrá vida abundante.

jueves, 16 de febrero de 2017

Salmo 16.11

Salmo 16.11

En público, la mayoría de las personas parecen felices y confiadas. Pero, en el fondo, muchas se sienten vacías. En realidad, se puede estar en medio de una gran multitud y sentirse solo.

Muchos no le ven ningún significado o propósito a la vida. Y tratando de vencer el vacío, algunas personas trabajan y trabajan, otras se vuelven a las drogas o el alcohol, y otras se empeñan en tener más dinero, poder o sexo.

Hay una razón que explica la sensación de vacío en la vida: Dios creó al hombre con un anhelo que solo Él puede satisfacer. La persona no puede sentirse satisfecha hasta experimentar el amor transformador e incondicional del Señor. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10.10). Es decir, Dios desea que nos sintamos completos; lo cual solo se logra por medio de una relación con Él.

No obstante, una persona salva puede sentirse vacía. A veces es el resultado de la desobediencia; un ligero desvío en nuestro caminar con el Señor puede convertirse después en un estilo de vida. También es posible que un cristiano viva conforme a la Palabra de Dios, pero no haya rendido totalmente sus deseos a Dios. Por ejemplo, muchos cristianos tratan de llenar su vacío con riquezas, éxitos o relaciones. Pero cuando a esos deseos se les da mayor prioridad que al Señor, se convierten en una forma de idolatría.


Solamente cuando buscamos a Dios por encima de todo lo demás, podemos vivir en plenitud. Ore pidiendo que Él le dé su dirección para escudriñar su corazón. Confiésele cualquier pecado o idolatría, y pídale que llene su vida como solo Él puede hacerlo.

miércoles, 15 de febrero de 2017

2 Crónicas 20.12

2 Crónicas 20.12

Si usted ha experimentado una tormenta con otras personas, sabe que no todo el mundo reacciona de la misma manera.

Imagínese una fiesta en el patio de una casa donde todos los invitados se están divirtiendo, pero después el viento comienza a soplar con fuerza. La temperatura baja, el cielo se oscurece y el olor a lluvia se siente en el aire. Todo el mundo corre para meterse a la casa. Y justo cuando la última persona entra, los cielos se desatan. En el interior de la casa, la gente se apiña formando grupos. Un grupo está junto a la ventana, dando gritos de asombro y admiración por los truenos y los relámpagos. En un sofá, otros se abrazan o se cubren los oídos; en otro grupo, algunos saltan y se estremecen con cada trueno. Pero en otro grupo están conversando y parecen completamente ajenos al clima. ¿No es esta una imagen de las diferentes maneras de reaccionar ante las tormentas de la vida?

Cuando se trata de las perturbaciones que enfrentamos, nuestras reacciones pueden tener un impacto significativo más adelante. Algunas personas lo hacen de buena manera y salen fortalecidas, mientras que otras quedan destrozadas por el problema.

Lo que explica la diferencia en cuanto a nuestra reacción es la visión que tenemos de Dios. Si lo vemos como nuestro amoroso Padre celestial, entenderemos que Él tiene el mejor plan para nuestra vida, aunque el camino sea a través de aguas turbulentas. Pero si consideramos a Dios un obstáculo para los objetivos que nos hemos fijado, perderemos sus bendiciones. 


Las tormentas son inevitables en la vida. Cuando nos llegue una, lo más sabio que podemos hacer es clamar al Señor.

martes, 14 de febrero de 2017

1 Corintios 13

1 Corintios 13

El amor divino nos capacita para reaccionar con calma ante las dificultades, demostrar paciencia y sacrificarnos sin quejarnos. Demostramos el amor de Dios cuando podemos:

Perdonar a los demás. En Lucas 15.13, 14, el hijo pródigo desperdició su dinero viviendo de manera desenfrenada, lo que hizo que descubriera la naturaleza destructiva del pecado. Cuando regresó, su padre lo perdonó por completo. El amor hizo posible borrar el pasado (Sal 103.12).

Actuar con generosidad. El hijo, que había estado alimentando cerdos, llegó a la casa del padre con pocas esperanzas. El padre lo recibió con calidez y lo vistió con las mejores ropas. El amor divino, que no guarda registro de errores, le permitió al padre demostrar gracia al hijo.

Servir con alegría. ¡Qué celebración hizo el padre por el regreso del hijo pródigo! Su alegría por el regreso a casa de su hijo perdido se desbordó a otros. El amor se expresa con el servicio jubiloso a los demás.

Restaurar a quienes caen. El que había abandonado a su padre y despilfarrado su herencia, recibió de nuevo todos sus derechos como hijo.

Cuando nos complicamos la vida, nuestro Padre celestial espera con paciencia que volvamos a Él. Dios acepta nuestro arrepentimiento, se regocija por nuestro regreso y restablece nuestra relación con Él. El hermano mayor de esta parábola no entendió la situación por su actitud legalista (1 Jn 1.8). No reconoció sus errores, ni las muchas veces que su padre le había mostrado amor y perdón.


Dios nos llama a tener un estilo de vida de amor ágape. ¿A quién pudiera ofrecer el amor que perdona, restaura y sirve con generosidad y alegría?  

lunes, 13 de febrero de 2017

Lucas 15.11-32

Lucas 15.11-32

En el tiempo de Jesús, se utilizaban tres palabras griegas para expresar “amor”: eros (intimidad física), filia (amistad) y ágape (el fruto producido por el Espíritu Santo, como aparece en Gálatas 5.22, 23). Nuestro Padre celestial cuida de nosotros con amor ágape, y para llevarnos a una relación correcta con Él, sacrificó a su Hijo (1 Jn 4.10).

La parábola del hijo pródigo nos da un buen ejemplo de este tipo de amor. El ágape es evidente en nuestra vida cuando:

Reaccionamos serenamente ante las dificultades. Frente a la prematura exigencia del hijo de su parte de la herencia, el padre no respondió con palabras de enojo. Aunque debió haber sufrido, calló y no tomó represalias. Con serenidad podía pensar más claramente y optó por amar a su hijo (1 Co 13.4, 5).

Renunciamos sin quejarnos. Aunque sabía que su hijo estaba tomando un rumbo desastroso, el padre satisfizo la petición. Al hacerlo, optó por el camino del amor, dirigiendo sus esfuerzos a la preservación de su relación.

Esperamos con paciencia. Por el profundo amor que sentía por su hijo, permitió que éste se marchara y se mantuviera alejado. ¡Qué dolor debió haber sentido el padre! Sin embargo, se mantuvo esperanzado, y esperó que el joven reconociera que el pecado no da buenos resultados. Esta paciente respuesta es posible solo por medio del amor ágape (1 Co 13.4).

La obra del Espíritu Santo en nuestra vida nos capacita para demostrar entrega abnegada en favor del bien de otra persona. De esa manera, nos convertimos en personas que reaccionan con calma, paciencia y sin quejarse. ¿Qué clase de impresión da usted a los demás? ¿Humana o divina? 

domingo, 12 de febrero de 2017

Zacarías 4.5, 6

Zacarías 4.5, 6

Satanás trata de engañarnos haciéndonos creer que la vida se divide en dos partes: la secular, que está separada del Señor, y la espiritual. Como hijos de Dios, somos seres espirituales, y cada esfera de nuestra vida debe ser una expresión de esa relación divina. Ya se trate de trabajo, familia, ministerio o actividades recreativas, todo lo que hacemos se conecta con el propósito de Dios para nuestra vida, y debe ser agradable a Él.

El mundo quiere que creamos que podemos lograr mucho sin Dios. La gente señalará los esfuerzos humanos, como nuestra educación, destrezas y talentos, y nos asegurará que tenemos todo lo necesario para triunfar sin Dios. Satanás quiere alejarnos de la confianza en el Señor; nuestro enemigo quiere que pensemos que los éxitos anteriores significan que podemos manejar las tareas futuras por nuestra cuenta. Pero la Biblia nos dice lo contrario. Para hacer el trabajo de Dios a la manera de Él es necesario que dependamos de su Espíritu, no de nosotros mismos o de los demás.

Si nos apoyamos en el poder y la sabiduría del Espíritu:

Estaremos plenamente convencidos de que sin la presencia activa de Dios fracasaremos.
Buscaremos agradar a Dios solamente y no haremos concesiones.
Estaremos atentos a la actividad del Espíritu Santo.
Pasaremos más tiempo dando gracias y alabando a Dios.
Demostraremos gozo en vez de inquietud.

La vida de los hijos de Dios debe caracterizarse por la confianza permanente en el Espíritu Santo. ¿Es esto una realidad en su vida? 

sábado, 11 de febrero de 2017

Mateo 6.19-21

Mateo 6.19-21

Nuestra manera de ver el tesoro que tenemos es una revelación personal de quiénes somos. La pregunta es: ¿Dónde está nuestro corazón?

No importa cómo hayamos adquirido las cosas que tenemos, ya sea trabajando, invirtiendo o ahorrando, la realidad es que el Señor es el dueño de todo, y nosotros somos simplemente administradores. Si tenemos una actitud de “mi tesoro es mío”, podemos descubrir, en realidad, que lo que tenemos es mucho menos satisfactorio de lo que esperábamos.

He aquí una mejor perspectiva en cuanto a las posesiones y la abundancia económica: veamos estas cosas como un medio para responder ante las necesidades de otros, y una manera de servir a Dios e impulsar su reino (Ef 4.28; Mal 3.10). Cuando damos a los necesitados o para el trabajo del reino, estamos transfiriendo de inmediato nuestro tesoro de la Tierra al cielo.

Las bendiciones tangibles del Señor también pueden usarse apropiadamente para ayudarnos a alcanzar los objetivos dados por Dios, que han sido establecidos por medio de la oración. Por ejemplo, si el Señor le ha bendecido económicamente, y le ha mostrado que Él desea que usted use su talento musical para servirle, entonces puede ser conveniente que compre un instrumento musical. Cuando andamos en la voluntad de Dios y llevamos nuestras peticiones a Él, aun los anhelos de nuestro corazón se convierten en buenas maneras de usar nuestro tesoro, porque nuestras preferencias estarán alineadas con los deseos de Dios para nosotros.

viernes, 10 de febrero de 2017

Sentir lo que Dios siente

Sentir lo que Dios siente
Sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Romanos 14:8   "Puedo casi sentir la insoportable tristeza que Dios siente cuando alguien lo rechaza y no lo glorifica. ¡Él es Dios! Él nos hizo. Él nos lo dio todo. Seguimos dudando y rechazándolo. ¡Es horrible! Cuando pienso en cuánto lo herí, espero que algún día yo pueda compensar eso.
"Está muy claro para mí que debe glorificarse a Dios. Él lo merece, y desde hace mucho tiempo. Anhelo decirle a Cristo, y así indirectamente a Dios, que lo amo. Quiero que Dios sea Dios y que ocupe el lugar que merece. Estoy hastiada de ver cómo las personas lo rebajan." Confrontación con un mundo malvado
Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.
1 Pedro 4:14
Nadie puede vivir para la gloria de Dios y sentirse totalmente cómodo en este mundo. Usted no debe ser aborrecible ni tratar de ser un inadaptado, pero si su vida es cristiana, entonces sufrirá algunos de los vituperios que soportó Él.
Vivimos en una época en la que muchos quieren hacer el cristianismo fácil, pero la Biblia dice que es difícil. Muchos quieren hacer a los cristianos encantadores, pero Dios dice que serán detestados. El cristianismo debe confrontar el sistema siendo diferente de él. Debe exponer el pecado antes de que pueda mostrar el remedio.

Asegúrese de que su vida refleje su devoción a Cristo. Eso es lo que lo distinguirá a usted del mundo. 

jueves, 9 de febrero de 2017

Hebreos 13:9b

Hebreos 13:9b
Es mejor que nuestros corazones se fortalezcan en el amor de Dios que en seguir reglas sobre los alimentos; pues esas reglas nunca han sido de provecho.
En la primera parte del versículo 9, aprendimos que había doctrinas distintas a las que se les había enseñado originalmente. Parte de estas doctrinas involucraba reglas sobre los alimentos, las cuales, según dice el versículo, nunca han sido de provecho. ¿Sabes? Nuestra naturaleza caída busca constantemente formas para esconder o justificar el pecado. Por esta razón, terminamos inventando rituales y religiones que, a nuestro parecer, nos podrán limpiar. Sin embargo, la biblia nos enseña que las cosas no funcionan así. Uno solamente puede ser limpiado y perdonado por la gracia de Dios. Solamente a través de su amor uno puede ser hecho su hijo y reconciliado con el Padre. Piénsalo. ¿Acaso merecemos lo que hace por nosotros? ¡Por supuesto que no! Por esta razón el versículo hace una aclaración muy importante: crece y fortalece tu corazón en amor, el amor que proviene de Cristo pues no hay ningún acto, ritual o tradición que haya sido de provecho para mejorar tu comunión con Él. ¿Lo puedes entender? Mientras que el mundo quiere convencerte de que la paz está dentro de ti; de que la alegría y el gozo dependen de ti; de que el amor proviene de ti; entre otras cosas, Dios nos enseña lo contrario. Todo proviene de Él. No hay nada que puedas hacer. En ese entonces, había personas buscando tergiversar el evangelio de Cristo y hoy en día ocurre lo mismo. Religiones que siguen insistiendo en que te portes “bien” para ir al cielo. ¡Imposible! ¿Cómo te vas a portar bien si eres pecador? Uno es esclavo al pecado hasta que pide a Cristo que venga a su vida y sea Él quien rompa las cadenas. Si algo hizo Jesús constantemente fue retar a los fariseos para que entendieran que los rituales no cambiaban corazones. Una y otra vez buscó enseñarles y enseñarnos que ni la comida ni las obras nos vuelven buenos sino el amor y sacrificio que realizó Cristo. Hoy lo aprendemos porque está escrito en la biblia. Mañana lo compartimos para que las personas dejen de estar en la oscuridad y buscando donde nunca hallarán. Aprovecha cada oportunidad que tengas para que la gente que te rodea pueda abrir los ojos y darse cuenta que dejar de comer esto o aquello no le va a convertir en una buena persona. Comparte con la gente que seguir un rito o tradición como repetir algún rezo muchas veces no va a servir para perdón de sus pecados. Diles que es el amor de Cristo y su sangre la que nos limpia y nos reconcilia con el Padre. Pero lo más importante, vive en tu propia vida el cambio que es este amor. Deja atrás tus costumbres. Deja atrás tus pretextos. Como dice Pablo en Filipenses 3, deja atrás el pasado y prosigue a la meta. El amor de Dios en tu vida es la meta. Dejándolo transformar no solo tu forma de pensar sino de actuar. Recuerda, tal y como lo dice el versículo: de poco provecho ha sido tener reglas sobre los alimentos pero de mucho provecho es crecer en el amor de Dios.
Oración

Padre: vengo a tus pies a pedirte perdón por mis pecados. Me he querido justificar. He querido hacer las cosas a mi manera y entiendo que el perdón solamente llega por tu amor y gracia. Reconozco que Cristo murió por mí y te pido que pueda ser reconciliado con el Padre. Perdóname Señor en el nombre de Jesús. Amén 

miércoles, 8 de febrero de 2017

LA FE DE ESTOS TRES MUCHACHOS

ES DE ARMIRACION LA FE DE ESTOS TRES MUCHACHOS HEBREOS.Daniel 3.13. Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey.
14. Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?
15. Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?
16. Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto.
17. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.
18. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
19. Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.
20. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.
21. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.
22. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.
23. Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.
24. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.
25. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.
26. Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.
27. Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían.
28. Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.
29. Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.

30. Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia. 

martes, 7 de febrero de 2017

Cómo alentar a otros

Cómo alentar a otros

PASAJE CLAVE: 1 Tesalonicenses 5.1-14

LECTURAS DE APOYO: Mateo 6.14, 25-34; 7.7; 14.19-21 | Marcos 6.47-51; 10.46-52 | Juan 8.2-11; 11.38-44; 14.16-18; 16.1-7; 19.26, 27 | Hechos 14.19, 20; 27.21-36 | Romanos 8.38, 39 | 1 Corintios 15.20-58 | Gálatas 5.22, 23 | Efesios 1.4, 13, 14 | Filipenses 4.6, 19 | Colosenses 3.18-21 | 1 Tesalonicenses 4.13-18


Todos hemos necesitado a alguien que nos aliente, que nos exhorte si estamos desanimados, que nos motive a seguir adelante, que esté con nosotros en los momentos difíciles.


No solo eso, sino que todos debemos alentar a otros. Muchas de las personas que nos rodean están desanimadas y les vendría bien una palabra de exhortación o un acto de bondad. Ya sean amigos, familiares o desconocidos, podemos marcar la diferencia en la vida de otros y compartirles a Cristo, al seguir su ejemplo de compasión y bondad. 

lunes, 6 de febrero de 2017

Hechos 1.9-14

Hechos 1.9-14

El libro de los Hechos es un registro asombroso de cómo Dios actuaba en y por medio de la iglesia primitiva; una de las actividades más importantes de la iglesia era la oración. Mientras Jesús estuvo con sus discípulos, poco se habla de la vida de oración que tenían, pues ellos podían hablar directamente con Él. Pero después de la ascensión de Cristo, comenzaron a reunirse de inmediato y “perseveraban unánimes en oración” (Hch 1.14).

Hablar con Dios era el medio que tenían los creyentes para prepararse para el trabajo que Él tenía para ellos. Cristo les había dicho que el Padre les daría el Espíritu Santo a quienes se lo pidieran (Lc 11.13). Luego, después de su resurrección, les ordenó que permanecieran en Jerusalén hasta que fueran “investidos de poder desde lo alto” (Lc 24.49). Sin el Espíritu, no estarían preparados para la Gran Comisión, a pesar de que habían pasado tiempo con Jesús. Y si ellos necesitaban el poder del Espíritu, nosotros también.

En la medida que estemos dispuestos a reconocer nuestra absoluta incapacidad para realizar la obra de Dios, el Espíritu Santo nos dará poder al orar. Pues, cuando estamos dedicados a la oración, el Señor comienza a trabajar en nuestro corazón, preparándonos para el servicio. Nos da la confianza del Espíritu para anunciar la Palabra (Hch 4.31), y la valentía para enfrentar cualquier persecución (Hch 4.29).


Dios desea que comprendamos la importancia de la oración, y que nos demos cuenta de que la única manera de cumplir su llamado es mediante el poder de Él. La iglesia no prospera por medio de programas, seminarios y conferencias, sino mediante las humildes oraciones de los hijos de Dios. 

domingo, 5 de febrero de 2017

Ahora puedes discernir

es distinto. Hoy, el Señor te ha liberado. Él ha traído luz a tu vida mientras que antes había oscuridad. Ahora tienes entendimiento. Ahora puedes discernir. ¿O acaso quieres seguir poniendo pretextos para no cambiar ni dejarte ser transformado? La verdad es que ya no hay más excusas. El pasaje de hoy es muy claro. Tenemos dos opciones: vivir en esclavitud o vivir en libertad. La primera viene desde la caída del hombre con Adán. La segunda llega cuando reconocemos a Cristo y confesamos su nombre. ¿De qué lado estás? No puedes tener un poco de cada uno así como no puede haber un poco de luz en la oscuridad ni un poco de libertad en la esclavitud. ¿Lo puedes ver? ¿Te das cuenta de lo que Dios quiere decirte el día de hoy? ¡Quiere que tu vida tenga congruencia! ¡Quiere que vivas con sentido! ¡Quiere que tu vida sea testimonio de Aquél que amas y te amó primero! ¡Quiere renovarte, bendecirte y guiarte! El problema es que debes entender que para ello, debes dejar atrás todo lo que vienes arrastrando. Debes cortar con todo aquello que estorba en tu comunión con Jesús. ¡Debes dar ese paso de fe!
¿Crees en Dios pero vives amargado? ¿Te dices creyente pero tienes celos, rencores y odios? ¿Vives con tristeza y soledad? ¿Tienes deseos de no seguir más? ¿Dices una cosa pero haces otra? Has una pausa y medita en esto: ¿de qué lado quieres estar? Dios te ofrece libertad a cambio de entregarle el trono de tu vida. Si sigues arrastrando problemas como los ejemplos anteriores, debes ser honesto contigo mismo y reconocer que no has dejado que el Señor tome las riendas por completo. Has limitado lo que quiere hacer en ti y por consecuencia sigues como antes. ¡Basta! ¡Decídete! Está en ti y en nadie más. No te escondas ni pongas pretextos. Tú sabes lo que hay en tu corazón y Dios también lo sabe. ¿No quieres cambiar? ¿No quieres vivir distinto? ¿No quieres dejar atrás todo aquello que te causa tanto daño? Es momento de decidir entre la luz y la oscuridad. Es momento de definir si quieres vivir en libertad con Cristo o en esclavitud con tu pecado.
Oración

Padre Santo: te pido perdón por mis pecados. Te pido me liberes de esa esclavitud que me tiene aplastado y sin dejarme mover. Quiero vivir en tu libertad. Quiero vivir conforme a tu voluntad. Ayúdame a dejar atrás todo lo que va en contra de tus principios. Dale sentido y congruencia a mi vida Señor. Te lo pido en Cristo Jesús. Amén 

viernes, 3 de febrero de 2017

Conocidos por la obediencia

Conocidos por la obediencia
Según el mandamiento del Dios eterno... para que obedezcan a la fe.
Romanos 16:26
¿Sabía usted que no es la fe más la obediencia lo que es igual a salvación, sino la fe obediente la que es igual a salvación? Se comprueba la verdadera fe en su obediencia a Dios.
Como Jesucristo es el Señor, Él exige obediencia. No hay fe sin obediencia. Pablo dijo a los cristianos de Roma: "Doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo" (Ro. 1:8). ¿Y por qué se divulgaba su fe en todo el mundo? Romanos 16:19 explica: "Vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos". Al principio, es su fe la que se divulga, pero al final es su obediencia.
La fe que excluye la obediencia no salvará a nadie. Tal engaño hace que muchos entren por el camino espacioso que lleva a la destrucción (Mt. 7:13-14). Eso es como edificar una superestructura religiosa sobre la arena (Mt. 7:21-29).
Fundamente su vida en la obediencia a Cristo. Entonces sabrá que pertenece a Él. Por qué Dios salva
Para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.
2 Corintios 4:15
Muchos piensan que la razón principal de que Dios salve a las personas es para poder mantenerlas fuera del infierno, para que puedan experimentar su amor o tener vidas felices. Pero todas esas razones son secundarias.
Dios salva a las personas porque es una afrenta a su santo nombre que alguien viva en rebeldía contra Él. El que las personas reciban la salvación no es lo más importante para Dios; es su gloria que corre peligro.
El apóstol Pablo dijo de Jesucrist "Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil. 2:9-11). La salvación es para la gloria de Dios.

Dios es glorificado cuando las personas creen en su evangelio, aman a su Hijo y aceptan su diagnosis de la mayor necesidad que tienen, que es el perdón del pecado. Sin duda usted se beneficia de la provisión de Dios de salvación, pero usted existe para la gloria de Dios. 

jueves, 2 de febrero de 2017

Muchas veces el estancamiento laboral y financiero depende de algo tan simple como la actitud con la que haces tu trabajo, cuando uno hace algo que definitivamente no le gusta hacer o lo hace por obligación, los resultados que se van a obtener no van a ser los mismo que cuando se hace algo con interés, amor, pasión, etc.


Nunca te has preguntado cuanto te gustaría que te pagaran por hacer lo que más te gusta, bueno quiero que sepas que todavía tienes tiempo de hacerlo, solo deja de mirar el tiempo como algo que te falta y empieza a mirarlo como algo que te sobra, tienes el tiempo a tu favor y el éxito por ti espera.

El éxito se encuentra delante de ti y la forma más fácil de alcanzarlo es hacer lo que te gusta, trabajar en lo que verdaderamente es tu vocación, lo que verdaderamente te apasiona, te invito a que empieces a hacer lo que te gusta y no lo que te toca, no te olvides que tú eres lo que piensas que eres.


Así que no más excusas como no tengo dinero, mañana lo hago, cuando tenga tal cosa lo hare, no dejes para mañana lo que puede hacer hoy. Disfruta del regalo que te dio Dios llamado Presente y no te preocupes por el mañana que todavía no existe, recuerda que por más que trates no le vas a añadir un codo a tu estatura. 

miércoles, 1 de febrero de 2017

Obligado a servir

Obligado a servir
Que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.
Efesios 4:1
¿Tiene idea de cuán supremo llamamiento es servir a Cristo?
Pablo dijo "Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Ef. 2:10). También dijo "Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados" (Ef. 4:1).
En los tiempos antiguos, a un vencedor en los juegos olímpicos se le preguntó una vez: "Espartano, ¿qué ganarás con esta victoria?" A lo que respondió: "Señor, tendré el honor de luchar en la línea del frente para mi rey". Que esa sea su respuesta al llamado de su Rey. Conocidos por la obediencia
Según el mandamiento del Dios eterno... para que obedezcan a la fe.
Romanos 16:26
¿Sabía usted que no es la fe más la obediencia lo que es igual a salvación, sino la fe obediente la que es igual a salvación? Se comprueba la verdadera fe en su obediencia a Dios.
Como Jesucristo es el Señor, Él exige obediencia. No hay fe sin obediencia. Pablo dijo a los cristianos de Roma: "Doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo" (Ro. 1:8). ¿Y por qué se divulgaba su fe en todo el mundo? Romanos 16:19 explica: "Vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos". Al principio, es su fe la que se divulga, pero al final es su obediencia.
La fe que excluye la obediencia no salvará a nadie. Tal engaño hace que muchos entren por el camino espacioso que lleva a la destrucción (Mt. 7:13-14). Eso es como edificar una superestructura religiosa sobre la arena (Mt. 7:21-29).
Fundamente su vida en la obediencia a Cristo. Entonces sabrá que pertenece a Él. Por qué Dios salva
Para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.
2 Corintios 4:15
El apóstol Pablo dijo de Jesucristo "Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil. 2:9-11). La salvación es para la gloria de Dios.

Dios es glorificado cuando las personas creen en su evangelio, aman a su Hijo y aceptan su diagnosis de la mayor necesidad que tienen, que es el perdón del pecado. Sin duda usted se beneficia de la provisión de Dios de salvación, pero usted existe para la gloria de Dios.