viernes, 30 de octubre de 2009

Genesis 40


Genesis 40 -

capitulo 40
Versículos 1-19. El copero y el panadero del faraón en la prisión-Sus sueños interpretados por José. 20-23. La ingratitud del jefe de los coperos.

Vv. 1-19.No fue la cárcel lo que tanto entristeció al copero y al panadero como sus sueños. Dios tiene más de un camino para entristecer los espíritus. José tuvo compasión de ellos. Que nos interesemos por la tristeza de los rostros de nuestros hermanos. Para los que tienen problemas a menudo es un alivio el ser notados. Además, aprendamos a mirar la causa de nuestro propio pesar. ¿Hay una buena razón? ¿No hay suficiente consuelo para equilibrarla, cualquiera sea? ¿Por qué estás abatida, oh alma mía? José tuvo cuidado de dar la gloria a Dios. El sueño del jefe de los coperos anunciaba su ascenso. El sueño del panadero jefe, su muerte. No era culpa de José que no le llevara al panadero mejores noticias. Así, los ministros solo son intérpretes; ellos no pueden hacer que las cosas sean distintas de lo que son: si se conducen con fidelidad y su mensaje resulta desagradable, no es culpa de ellos.
José no piensa en sus hermanos que lo vendieron; tampoco en el mal que su ama y su amo le hicieron sino que mansamente afirma su inocencia. Cuando somos llamados a defendernos debemos evitar cuidadosamente, en lo posible, hablar mal de los demás. Contentémonos con demostrar nuestra inocencia y no reprochemos a los demás su culpa.

Vv. 20-23.La interpretación que José dio a los sueños sucedió en el día fijado. En el cumpleaños del faraón todos sus siervos le atendían y entonces fueron revisados los casos de los dos. Todos podemos fijarnos en nuestro cumpleaños provechosamente, con gratitud por las misericordias de nuestro nacimiento, tristeza por el pecado de nuestra vida y con la expectativa de que el día de nuestra muerte, sea mejor que el día de nuestro nacimiento. Pero parece raro que la gente mundana, tan aficionada a vivir aquí, deba regocijarse al final de cada año de su corta expectativa de vida. El cristiano tiene razón para alegrarse por haber nacido, de irse acercando al final de su pecado y pesar, y a su eterna felicidad.
El jefe de los coperos no se acordó de José, sino que lo olvidó. José hubiera merecido algo mejor de él pero lo olvidó. No debemos pensar que es raro si en este mundo nos devuelven odio por nuestro amor y dardos por nuestra bondad. Véase cuán dados a olvidarse de los demás que están en problemas son los que ahora están bien. José aprendió, por su desengaño, a confiar únicamente en Dios. Nosotros nunca podemos esperar demasiado poco del hombre ni demasiado de Dios.
No olvidemos los sufrimientos, las promesas y el amor de nuestro Redentor. Culpamos la ingratitud del copero jefe para con José pero nosotros mismos actuamos mucho más ingratamente para con el Señor Jesús. José apenas había anunciado el ascenso del jefe de los coperos pero Cristo produjo el nuestro; Él intercedió con el Rey de reyes por nosotros, pero nosotros lo olvidamos, aunque a menudo se nos hace recordarlo y a pesar de haber prometido no olvidarle nunca. Así de mal le pagamos, como gente necia e imprudente.