Cristo nos permite tener el carácter del Padre
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino
de Dios.” Juan 1:12-13
Dios entregó las tablas que contenían los diez mandamientos a
Moisés en el monte Sinaí, estos mandamientos estaban escritos por el propio
dedo de Dios, indicándonos su importancia, y mostrándonos el designio que sería
cumplido gracias a la obra de Cristo en la vida de cada creyente: que no fueran
sólo mandamientos externos, sino que fueran parte del carácter de sus hijos,
por eso es que en Ezequiel 36:26-27 Dios nos dice: “Os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón
de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi
Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los
pongáis por obra.”
Esta verdad se cumple en la vida de todo aquel que recibe a
Cristo como Señor y Salvador, pues es una promesa dada por Dios para todos los
creyentes, y es maravilloso porque al creer en Cristo y en su obra de amor
demostrada en la cruz y al recibirlo en nuestras vidas, se nos da el privilegio
de ser adoptados como hijos de Dios.
Por lo tanto por la fe en Cristo somos hechos semejantes a
Él, somos identificados con Él, se nos da su Santo Espíritu y también su
carácter, para que ahora esos mandamientos se vuelvan parte integral de
nuestras vidas formando nuestro carácter como creyentes.
Ahora bien, por el poder de la Palabra de Dios, al estudiar
el carácter de Cristo, el Espíritu Santo nos llevará a que por amor vivamos
esos mandamientos que ahora están escritos en las tablas de nuestro corazón
para que los pongamos por obra.
“Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás
falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta
sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal
al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.” Romanos 13:9-10. Por
lo tanto hermanos, para apreciar ese cambio que trae la nueva vida en Cristo
debemos comprender que es gracias a su amor que ahora tenemos un nuevo corazón
que es el de Cristo latiendo en nosotros, por medio de su Santo Espíritu, quien
anhela derramar su amor a través nuestro y por ende cumplir la ley amando a
Dios y al prójimo. Oración.
«Padre Dios, gracias por tu amado Hijo Jesús, mi Señor y
Salvador, quien me ha dado su vida, vida que refleja tu carácter, gracias
porque ahora en Cristo Jesús y por la obra de tu Santo Espíritu puedo reflejar
tu amor en mi diario vivir. Amen.