jueves, 5 de abril de 2012

Ungüento derramado


Ungüento derramado
Necesitamos ser quebrantados. Sólo entonces puede Dios derramar sanidad en nuestra vida. Cuando María ungió los pies de Jesús (Juan 12:1-8)
tuvo que quebrar la jarra antes que el ungüento pudiera salir. De modo similar, nosotros necesitamos ser quebrantados antes que el ungüento del
Espíritu Santo pueda fluir de nosotros. A menos que lleguemos a ser nada, Dios no nos hará nunca algo.