sábado, 30 de septiembre de 2017

  Ana, mujer afligida y favorecida por Dios




Ana, mujer afligida y favorecida por Dios

Luego Ana oró: « ¡Mi corazón se alegra en el Señor! El Señor me ha fortalecido. Ahora tengo una respuesta para mis enemigos; me alegro porque tú me rescataste.” (1 Samuel 2: 1) (NTV).



Esta traducción de la Biblia muestra con gran claridad y de una manera magistral lo que estaba viviendo Ana en su vida...  Al leer este pasaje, resulta grandioso, ver como refleja tanto del carácter de Ana en estas pocas letras.



Ana es una de las mujeres de la Biblia que nos muestra con su carácter y su vida lo que es ser una mujer llena de gracia, ella no tuvo una vida fácil.  Vivir en un momento histórico en su pueblo Israel, además de los enfrentamientos que tenía que soportar cada momento en su casa, es para que uno piense que ella debió ser una mujer amargada, sin esperanza, y mucho menos imaginar, que pudiera tener una relación con Dios de la forma correcta. ¡Pero eso es lo que la hace ser extraordinaria!! Ana estaba casada con Elcana, más no tenía hijos; no olvidemos que ser estéril en Israel en esa época era una gran afrenta, y la sociedad condenaba a dichas mujeres por esa causa. Esta condición nos lleva a su primer gigante, y también, su mayor anhelo: ¡Ser madre!  Debido a esto su esposo Elcana tenía otra esposa llamada Penina, a quien las Escrituras la llaman “la rival.” Con ello tenemos el cuadro completo; esta señora se dedicó a hacerle la vida imposible, ya que la afligía todo el tiempo por no tener hijos… ¿Se imaginan por un minuto lo que sentía Ana? ¡Cuántas cosas debieron pasar por su cabeza! Sentimientos encontrados, desilusiones, frustración, en fin, la lista seguiría… Es de esperarse que Ana reaccionara o dijera algo, pero no vemos esto en las Escrituras; lo que vemos es a una mujer que no deja de amar a su marido, ni descuida su hogar, ni entra en contiendas con Penina; ¡pero más que todo, vemos una mujer derramar su Corazón delante de Su Dios! Ella Reconoce que sólo ÉL puede responder a su clamor y resolver su situación (1 Samuel 1:10-11).  



El deseo de ser madre es lo más sublime que una mujer puede tener, y que Dios le conceda esa bendición, es a aún más sublime. No olvidemos que, aunque este no es el único llamado a la mujer, es sin lugar a dudas, EL MÁS ALTO LLAMADO de Dios para ella: Poder instruir a sus hijos en la Palabra, y que puedan glorificarle en todo.  Ana anhelaba ser esa mujer para poder servir a su Dios; y con esto quiero decir que su deseo no obedecía a razones egoístas, ni buscaba complacer a la sociedad o a Penina, sino honrar a SU Dios; y lo demostró cumpliendo su voto al desprenderse de su hijo Samuel, por quien tantos años oró, y después de destetarlo, lo dejó en el templo bajo el cuidado del sacerdote Elí, para que sirviera a Dios tal como se lo prometió (1Samuel 1:26-28).



Vemos en Ana a una mujer que entendía la soberanía de Dios, y que vivía sometida a su voluntad. A pesar de su difícil vida familiar, ella sabía dónde podía depositar sus cargas. No vemos en ella un espíritu de queja ni de culpar a Dios por su situación, sino por el contrario, quería que Dios tomara control de todo. A pesar de lo que sentía, ella tenía la seguridad de que sólo Dios era capaz de responder su oración. Justamente este era el distintivo de la vida de Ana, su fervor a la oración constante delante de Dios. y más que nada, su reacción, luego de haber ido al templo y haber derramado su Corazón delante del señor, ver como ella ciertamente dejó TODO en el altar, y simplemente confió en la respuesta de su Señor. Ella creyó de corazón que ya había recibido lo que le había pedido a Su Dios. Por eso leemos en 1 Samuel 1:18 “Así que se fue, comenzó a comer de nuevo y ya no estuvo triste.”



Y conocemos la respuesta a esta oración, Dios la miró y escuchó su oración; y así es como nace Samuel, quien fue el último de los Jueces y uno de los grandes hombres de Dios, un gran profeta.



Una de las lecciones más importantes de la vida de Ana, es poder asimilar en nuestras vidas, que la última palabra siempre la tiene Dios; su respuesta puede ser un SI como puede ser un NO, y sigue siendo una respuesta; entender que Dios es soberano y que es el ÚNICO LUGAR donde podemos buscar refugio, Consuelo y respuesta ante cualquier circunstancia que estemos viviendo. Y finalmente, que podamos gozarnos en Él sea cual sea la respuesta que nos dé, y decir como Ana: « ¡Mi corazón se alegra en el Señor! El Señor me ha fortalecido” ¡Nadie es santo como el Señor!     ¡Aparte de ti, no hay nadie; no hay Roca como nuestro Dios!” (1 Samuel 2: 1-2).



Una vez más El Señor fue fiel con Ana, la visitó de nuevo, y concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas; así leemos en 1Samuel 2: 21.



¡SEA NUESTRO DIOS BENDITO POR SIEMPRE!