miércoles, 22 de noviembre de 2023

Incomódame

 

Incomódame


“Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.” Números 21:4-5

Cuán molesto le resulta al ser humano el ser movido de la comodidad, ¿lo has notado? En lo personal lo he experimentado, y lo recordé cuando estuve observando a una jóven que realizaba terapia física a mi lado; ella tenía la movilidad reducida en el brazo y pierna izquierda, y pude notar que cada vez que le asignaban un ejercicio que incentivaba su movilidad no lo realizaba bien, sino de afán, porque su enfoque no estaba en su recuperación, sino en que afuera había alguien que la estaba esperando; ella sabía que necesitaba esos ejercicios pero quería irse sin importar lo que eso significara, y pensé: yo no estoy lejos de su ejemplo, pues en estos momentos Dios está queriendo moverme de mi “comodidad espiritual” y yo no he querido avanzar más. Y esto mismo me recordaba el Espíritu Santo que le pasó al pueblo de Israel, quienes preferían quedarse estancados en su esclavitud que avanzar hacia la libertad.

Descubrí que el problema radica en que cuando nos sentimos cómodos en algún lugar, tendemos a depender después de un tiempo, solamente de nuestros propios esfuerzos o años de experiencia que hayamos adquirido, pero con un reto nuevo llega la ansiedad y no sabemos si podremos manejarlo porque nos lanzamos hacia algo desconocido en lo cual ya no tenemos el control. El pueblo de Israel, por ejemplo, ya sabía lo que tenía que hacer en esclavitud, pero el depender de Dios en el desierto era incierto, pues ya no dependía de ellos sino de la voluntad de Dios.

Hay que admitir que nos cuesta soltarle el timón al Señor, porque tenemos el concepto de: “yo sí sé, tú no”, pero si entendiéramos lo que dice la palabra: que sus caminos y pensamientos son más altos que los nuestros, y que Dios nos llevará a ver cosas grandes y ocultas que nosotros no conocemos, entonces confiaríamos más en el Señor y diríamos: “¡Incomódame!” porque no quiero pensar que esto que estoy haciendo es por mi habilidad sino por tu gracia y para tu gloria.   Oración.

«Padre, sé que me cuesta asumir esos nuevos retos y tareas que me has puesto porque me he estado acostumbrando a resolver las cosas en mi capacidad, pero quiero verdaderamente aprender a depender, hasta en lo más mínimo, de ti. Amen.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito