domingo, 17 de abril de 2022

La gran Comisión

 

La gran Comisión


“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Mateo 28:18-20

En el evento de la resurrección, el Señor Jesús se aparece a sus discípulos para darles una instrucción muy clara y que es fundamentada en su victoria sobre la muerte, pues Él inicia diciéndoles “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”, hecho que la Escritura nos confirma en Romanos 14:9 cuando dice “Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven», y que nos complementa en 1 Pedro 3:22 diciendo “quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades”.

Entonces, por cuanto Jesús es Señor que está sobre todo principado, autoridad, poder y señorío, es que con absoluto derecho y libertad ha manifestado su mandato, el cual como decíamos ahora, en su momento fue dado a los once discípulos, pero que hoy por su gracia y majestad ha llegado hasta nosotros que también somos sus discípulos.

Así que el Señor hoy, en que recordamos y celebramos su resurrección, también nos quiere recordar su voluntad. Él desea que donde quiera que nosotros estemos o vayamos hagamos discípulos para Él, discípulos que crean en el único Dios verdadero manifestado en sus tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, así mismo, discípulos que guarden y obedezcan todo lo que Él nos ha dejado escrito en su Palabra, pues un discípulo o seguidor es aquel que hace todo lo que su Señor dice y hace.

Por lo tanto, evaluémonos hoy, qué tanto estamos obedeciendo a nuestra máxima autoridad. No olvidemos que el Señor nos promete que estará con nosotros todos los días de nuestra vida, hasta el fin del mundo. Así que, con toda tranquilidad y confianza en su Palabra, dispongámonos a cumplir su ordenanza.   Oración.

«Padre Dios, en este día me gozo y te agradezco por el hecho de conocerte y comprender tus mandatos, pues por la obra salvadora de tu Hijo y el Espíritu Santo que mora en mí, me has hecho entender todo lo que me has dado; agradecimiento, honra y gloria sean para ti, Dios y Señor. Finalmente, pido tu gracia para cada día andar en tu voluntad y obedecer fielmente a tu verdad. En el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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