viernes, 5 de febrero de 2021

 


El ciego. Parte 2

“Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.” Hechos 9:18

Pablo andaba enceguecido por sus prejuicios religiosos, que no le permitían ver la verdad de la luz de Cristo, pero tuvo un encuentro personal con el Señor Jesús ya resucitado cuando camino a Damasco una luz le quitó la vista física, pero en contraste, esa misma luz resplandeciente de Cristo le dio la verdadera vista, por esto, luego Pablo, lleno del Espíritu de Dios, predicaba las palabras que Cristo le enseñó de manera personal: “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.” (Hechos 26:18).

Por lo tanto, es la fe en Cristo la que nos lleva de las tinieblas a la luz verdadera y nos quita la ceguera espiritual, pero muchos han sido cegados por el enemigo, por el maligno, porque siguiendo la corriente del mundo, no resplandece sobre ellos la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios (2 Corintios 4:4) y solo en Cristo es quitado el velo (2 Corintios 3:14), es recuperada nuestra vista esencial, que es la espiritual, porque el mismo Dios, quien dijo: “Sea la luz; y fue la luz.” (Génesis 1:3), hace que esta luz brille en nuestro corazón para que podamos tener el conocimiento de la gloria de Dios que se ve en la persona de Jesucristo (2 Corintios 4:6) y también, de la misma manera, sigue iluminando cualquier circunstancia de nuestra vida en la cual necesitemos tener una visión clara.

Por lo tanto, pidamos a Dios con toda confianza, que la luz de Cristo ilumine nuestra vida para ver claramente lo que debemos hacer y el camino que debemos seguir. Cuando la oscuridad del mundo actual quiera prevalecer, más resplandeciente debe ser la luz que brilla en nuestro corazón.  Oración.

«Señor, que la luz de Cristo, que me sacó de la oscuridad, quite de mí la ceguera espiritual y me permita ver con claridad el camino que debo seguir, que en mi corazón resplandezca la luz de tu Palabra y que tu Espíritu me guíe en medio de la oscuridad del mundo, para no ser ciego espiritual. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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