El carácter
de Cristo refleja la gloria de Dios
“Y aquel
Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como
del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14
“Por tanto,
nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del
Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el
Espíritu del Señor.” 2 Corintios 3:18
Es
maravilloso saber que nuestro Señor Jesucristo al hacerse hombre nos permitió
ver la gloria de Dios de tal manera que pudiéramos entenderla, es decir nos
permitió conocer todos esos atributos que exaltan a Dios, como lo declara Juan
1:14, y esto es extraordinario pues de manera práctica nos revela que nuestras
vidas como creyentes también pueden reflejar esa misma gloria de Dios, porque
ahora Jesús vive en nosotros, y gracias al obrar del Espíritu Santo somos
transformados a la imagen de Cristo como lo dice 2 Corintios 3:18.
Ahora bien,
ser transformados por el Espíritu en la misma imagen del Señor implica la
transformación de nuestro carácter, pasando de ese carácter de un viejo hombre
lleno de vicios y defectos, al carácter del mismo Hijo de Dios, un carácter
perfecto, coherente, que manifiesta esos atributos divinos como el amor, la
paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la
templanza, y que ahora se pueden ver reflejados en nosotros los creyentes
gracias al fruto del Espíritu que Dios nos ha dado al creer en su Hijo
Jesucristo.
Por eso es
que el apóstol Pablo manifiesta en Colosenses 1:27-28 “A quienes Dios quiso dar
a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es
Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a
todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar
perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”, y esta perfección solo es lograda
mediante el obrar del Espíritu Santo en nuestras vidas al ir desarrollando,
gracias a su fruto, el carácter de Cristo en nosotros.
Hermanos, el
carácter de Cristo en nosotros los creyente debe llevarnos a reflejar, al igual
que Jesús, la gloria de Dios, de ahí la importancia de dar el fruto del
Espíritu santo en nuestro diario vivir, pues así de la misma manera que ocurrió
durante el tiempo de Jesús en esta tierra, muchos se entregarán al amor de
Dios, arrepintiéndose y creyendo en Cristo Jesús. Oración.
«Espíritu Santo, transfórmame a la imagen de Cristo, desarrolla en mí su carácter, pues quiero ser también un reflejo del amor de Dios, para que muchos lleguen a los pies de Cristo y lo reconozcan como Dios y salvador. Amen.