domingo, 31 de marzo de 2024

Nosotros como templo


 Nosotros como templo

“Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.” Juan 2:13-17
De acuerdo con la Palabra de Dios, en cada persona que cree en Jesucristo y lo recibe en su vida como Señor y Salvador, habita el Espíritu Santo, su cuerpo ahora es el templo del Espíritu de Dios (1 Corintios 6:19). Y esta es una afirmación muy valiosa que debe llevarnos a considerar sus implicaciones, puesto que no podemos al igual que en el tiempo de Jesús, disponer de este templo a cosas para las cuales no ha sido dispuesto, porque como dice Santiago 4:5, el Espíritu que Él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente.
Pues bien, básicamente el llamado de Dios para nosotros es que, siendo nuestro cuerpo su templo, no prestemos nuestros miembros para servir al pecado, porque como dice su Palabra en 1 Corintios 6:9-11 si antes practicábamos pecados como el adulterio, la idolatría, la fornicación, las borracheras, el robo, las maledicencias, avaricias, estafas, entre otros, ya ciertamente hemos sido lavados, santificados y justificados en el nombre del Señor Jesús y por su Espíritu que en nosotros habita.
Y entonces, la exhortación es para que nos mantengamos en esta identidad y posición que Dios por su gracia y la fe nos ha dado, siendo edificados juntamente con nuestros hermanos como casa espiritual y sacerdocio santo, para que como dice 1 Pedro 2:5 ofrezcamos sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Hermanos nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y ha sido santificado para que en la llenura y el poder del Espíritu vivamos en esa santidad donde cada uno de nuestros miembros sea presentado como instrumento para servir y glorificar al Padre. Oración.
«Bendito Dios, gracias por escoger mi cuerpo como tu morada, realmente no lo merezco, pero ha sido por tu gracia. Hoy mi deseo es adorarte y servirte con cada uno de mis miembros, pues sé que Tú todo me has limpiado y que por tu Espíritu ya no serviré más al pecado, por Jesucristo mi Señor, amén.