martes, 24 de marzo de 2020

No seamos ciegos, mudos y sordos espirituales


No seamos ciegos, mudos y sordos espirituales

“Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver. ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo del Señor, que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?” Isaías 42:18-20
“En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas.” Isaías 29:18
Somos ciegos cuando vemos y reconocemos lo que es correcto pero no lo hacemos, cuando escuchamos con nuestros oídos pero en realidad no prestamos atención. Dios nos está llamando al arrepentimiento, a volver a sus caminos, a cumplir la misión de hablar y dar testimonio de Jesús. Nos ha enviado como mensajeros, pero ¿estamos verdaderamente entregando el mensaje de Dios?, ¿estamos advirtiendo a la humanidad lo que viene?
Imaginemos que enviamos un mensajero con un recado urgente que determina la vida de alguien y este mensajero se demora, se distrae con otras cosas y entrega el mensaje cuando ya es muy tarde. Así estamos nosotros, dormidos en nuestra comodidad moderna, como dice la escritura “Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” (Apocalipsis 3:17-18). Somos realmente ciegos, mudos y sordos, cuando no anunciamos el mensaje de Cristo, cuando no lo ponemos en práctica y cuando escuchamos de la injusticia, pero no hacemos nada para hacer la diferencia, sin practicar la justicia y sin dar ejemplo de lo que es correcto a los ojos de Dios.
Oremos para que desde hoy sean abiertos los ojos de nuestro entendimiento, sepamos a qué esperanza fuimos llamados, que sea nuestra boca de donde salga el mensaje del evangelio de Jesucristo, que estén nuestros oídos atentos a escuchar la voluntad de Dios y que esté dispuesto nuestro corazón a ejecutar lo que Dios dice. Oración.
«Padre, abre mis ojos espirituales y coloca en mí la fuerza para hacer lo que tu voluntad me indique, quiero ser un mensajero diligente por amor a Cristo. Amén» Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.