domingo, 31 de enero de 2016

Los discípulos de Cristo en los tiempos del Nuevo Testamento

Los discípulos de Cristo en los tiempos del Nuevo Testamento
A LOS DISCÍPULOS SE LES LLAMÓ CRISTIANOS POR PRIMERA VEZ EN ANTIOQUÍA (Hechos 11:26b)
A los discípulos se les llamó “cristianos” por primera vez en Antioquía porque se comportaron y hablaron como Jesús. ¿Hay algo que se está interponiendo para que vivas como Él? Resuélvelo y elimínalo. ¿Es tu vida tan complicada que es difícil de manejarlo todo y ser como Cristo? Simplifícala. ¿Eres incapaz de encontrar palabras para describir cómo crees que el Señor te ha llamado para conocerle, amarle y servirle? Desarrolla una nueva manera de hablar. ¿Te arrastra la sociedad hacia la dirección opuesta a la que Jesús te está llamando? Reconoce que tu vida es parte de una guerra espiritual entre Dios y Satanás, declara en qué lado estás y sigue adelante. Admita que estás mejor “militando la buena milicia” (lee 1 Timoteo 1:18b) y padeciendo en la Tierra por causa de Cristo que ganando el mundo pero perdiendo tu alma por causa del “saldo” de la eternidad. Acostúmbrate al hecho de que vives tu vida en el contexto de una guerra espiritual. Cada aliento que tomas es una acción de guerra. Para sobrevivir y prosperar en medio de esta batalla espiritual debes procurar parecerte más a Cristo. Tu misión exige un compromiso decidido y una indiferencia hacia las críticas de los que carecen de la misma dedicación a Él. Sólo tienes que responder a un Comandante en jefe, y sólo tú darás una explicación de tus elecciones. Haz lo que tienes que hacer para demostrar que rindes honor a Dios, que le amas y que le sirves, sí, y que vives sólo para Él. Esto es el cristianismo del Nuevo Testamento, no solamente yendo a la iglesia sino ¡siendo la iglesia! Y esto es lo que significa ser un ‘cristiano’.
“A LOS DISCÍPULOS SE LES LLAMÓ CRISTIANOS POR PRIMERA VEZ EN ANTIOQUÍA” (Hechos 11:26.  Los discípulos de Cristo en los tiempos del Nuevo Testamento sólo se dedicaron a una cosa: hacerle Señor de su vida y establecer sus normas en cualquier parte donde fueron. Escucha: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan [incluyendo la “mesa del Señor” y en las oraciones. Sobrevino temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Perseveraban unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Actos 2:42-47).
¿Les costó algo? Sí: “…el Sumo Sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. …vinieron el Sumo Sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al Concilio… Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. Entonces llamaron a los apóstoles y, después de azotarlos, les ordenaron que no hablaran en el Nombre de Jesús; y los pusieron en libertad. Ellos salieron de la presencia del Concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hechos 5:17-18: 21- 29, 40-42). Esto es lo que quiere decir ser un discípulo de Cristo en los tiempos del Nuevo Testamento.