Emanuel
“Que os ha
nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”. Lucas
2:11
“Por tanto,
el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un
hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Isaías 7:14
“Todo esto
aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta,
cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su
nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”. Mateo 1:22-23
El mejor y
más generoso regalo de amor de Dios para nosotros ha sido su Hijo Unigénito,
nuestro Salvador. Como dice: 1 Juan 4:14 “Y nosotros hemos visto y testificamos
que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo”.
Juan 1:14
dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Ese
Verbo que estaba desde el principio, que mantiene unido el universo y por medio
del cual toda la creación llegó a existir, se hizo carne y habitó entre
nosotros. Esta verdad es el cumplimiento de la profecía de Isaías 7:14, que se
registra en el evangelio de Mateo 1:22-23 “Todo esto aconteció para que se
cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí,
una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que
traducido es: Dios con nosotros”.
Dios en toda
su majestad y esplendor, se hizo hombre. Todo su corazón, mente, voluntad,
naturaleza y poder, se manifestaron en forma humana. Él se acercó para que
pudiéramos conocerlo. Podemos decir con certeza que el cielo vino a la tierra.
Jesús nos amó tanto que dejó la eternidad para venir a abrir un camino, con su
sacrificio en la cruz para que volviéramos a nuestro Padre celestial. Por eso,
su nombre Jesús, significa “Dios es salvación”. Mateo 1:21 dice: “Y dará a luz
un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados”.
Jesús está
más cerca de lo que podamos imaginar, no solo vino a hacer su morada entre
nosotros, sino que quiso venir a vivir en nuestros corazones por medio del
Espíritu Santo, para manifestar su vida a través de la nuestra, Gálatas 2:20.
Por medio de su nacimiento, vida, obra, muerte y resurrección nos hizo
participantes de su Reino eterno. Se acercó para rescatarnos del dominio de las
tinieblas y la muerte, para darnos perdón de nuestros pecados por medio de la
redención por su sangre y trasladarnos a su Reino. Ahora tenemos una esperanza
eterna, Colosenses 1.13-14.
Jesús es la
razón por la que celebramos la temporada navideña y la razón por la que vino
fue por nosotros, nos dio el regalo más precioso y gratuito, la vida eterna en
él.
Entonces
amados hermanos, la navidad se trata de cómo el Hijo de Dios se acercó a
nosotros e hizo su morada entre nosotros para salvarnos. Por eso, este es el
tiempo perfecto para detenernos y abrir nuestro corazón a Él, para acercar a
nuestra familia y amigos al corazón de Dios, porque la salvación está al
alcance de todo aquel que cree en Jesús y le recibe como su Señor y Salvador.
Hoy tengamos
un momento de reflexión, oración y gratitud con Jesús y llevemos a los que no
le conocen, a tener ese encuentro con Emanuel, Dios con nosotros. Oración.
«Gracias amado Jesús, por ser un Dios personal que le das sentido a todas las cosas, gracias por amarme y estar profundamente involucrado conmigo, soy tu creación y viniste a esta tierra haciéndote hombre para rescatarme, viniste a habitar entre nosotros, para que pudiera conocerte y recibirte en mi corazón; y encontrar el propósito y el significado de mi existencia, gracias por abrir ese camino vivo para llegar nuevamente a mi Padre celestial, amén.