miércoles, 18 de febrero de 2015

Gálatas 1:16-24

Gálatas 1:16-24


Cuando Dios tuvo a bien revelarme a su Hijo para que yo lo predicara entre los gentiles, no consulté a nadie.  Tampoco subí a Jerusalén para ver a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui de inmediato a Arabia, de donde luego regresé a Damasco.  Después de 3 años subí a Jerusalén para visitar a Pedro, y me quedé con él quince días.  No vi a ningún otro de los apóstoles; sólo vi a Jacobo, el hermano del Señor.  Dios me es testigo que en esto que les escribo no miento.  Más tarde fui a las regiones de Siria y Cilicia.  Pero en Judea las iglesias de Cristo no me conocían personalmente.  Sólo habían oído decir: el que antes nos perseguía ahora predica la fe que procuraba destruir.  Y por causa mía glorificaban a Dios.



Los planes de Dios no siempre son fáciles de entender.  Cuando somos bendecidos, simplemente podemos dar gracias y disfrutar de esa bendición, pero cuando el mundo se pone de cabeza resulta difícil entender hacia dónde quiere Dios que nos dirijamos.  Pablo recibió la revelación de Dios y su primera instrucción es no hacer nada por tres años.  Estuvo en Arabia por más de mil días.  ¿Qué hizo ahí?  Exactamente no lo sabemos.  Solamente hay algunas teorías.  Lo que sí sabemos es que el Señor tenía un plan para él y por ello estuvo allí por tres años.  Tal vez ya has escuchado que Dios tiene un plan para ti.  Alguna vez escuchaste o leíste algún pasaje donde te dijeron que el Señor tiene un cuidado único de ti.  También pudiste haber escuchado sobre las promesas de Jehová tan increíbles que te llenaron de ánimo y felicidad, pero hoy, simplemente no lo puedes ver.  Hoy ves problemas.  Hoy ves que las cosas no son como antes.  Hoy ves que todo cambió.  Hoy te sientes solo.  Hoy estás triste.  Hoy te sientes mal contigo mismo.  Hoy estás cansado.  Hoy quieres que las cosas sean distintas sin embargo te levantas y todo sigue igual.  “Llevo ya mucho tiempo en esta situación y las cosas no cambian” pensarás.  ¿Sabes algo?  ¡Es normal!  Tus sentimientos, tus frustraciones, tus miedos.  ¡Son normales!  ¡No eres un mal cristiano!  No significa que no ames a Dios.  Simplemente tienes que crecer espiritualmente y cada uno lo hace a distintos tiempos.  Tristemente, algunas personas, nos empeñamos en decirte lo que debes hacer y olvidamos que, como humanos, a veces simplemente necesitamos un abrazo o ser escuchados.  Personalmente me cuesta trabajo quedarme callado y sé que está mal.  Sé que debo aprender a escuchar y simplemente consolar.  Inmediatamente trato de pensar en lo que Dios quiere para la persona y quiero decirlo.  Hoy entiendo que cada uno de nosotros somos distintos.  Hoy entiendo que el Señor tiene un plan único y que no puedo acelerarlo o frenarlo sino que cada uno de nosotros realiza esa “carrera” a su paso.  Pablo estuvo tres años en Arabia para luego ir a Damasco.  Tú y yo podemos vivir pruebas en las que duren unos días o años.  En su momento es posible que no lo entendamos y sintamos confusión, pero podemos estar seguros que el Señor se encargará de cuidarnos, consolarnos, amarnos y proveernos en todo momento.  He escuchado pruebas que algunos hermanos en Cristo tienen que atravesar y honestamente me resulta difícil entender el propósito que Dios pudiera tener.  ¿Qué te puedo decir hoy?  Que así como el Señor se encargó de la vida de Pablo en todo momento, así se encargará de la tuya.  Imagina lo increíble que será el momento en que otras personas den gloria a Dios por la transformación que ven en tu vida.  Así dieron gloria cuando vieron al que los perseguía ahora predicar y difundir su fe.  Hoy es tiempo de que Dios te utilice y la gente se maraville viendo lo que Dios hace con corazones dispuestos.  En Su tiempo.  En Sus términos.  Pero no te preocupes que Dios te ama y quiere bendecirte.  Dobla tus rodillas.  Deja tu orgullo atrás.  Abraza sus promesas.  No dejes ir sus bendiciones y sobre todo, no te separes de Él.
Oración
Señor: tú conoces mi corazón y cómo me siento.  Simplemente no entiendo cómo seguir o hacia dónde quieres que vaya.  Lo que hoy estoy convencido es que no quiero apartarme de Ti. Sea como sea.  Vaya a donde tenga que ir, no quiero separarme de Ti.  No permitas que la adversidad me confunda y me aparte.  Quiero seguirte sin importar que hoy no entienda tus planes.  Te pido me llenes de tu paz.  Te pido me llenes de tu consuelo y paciencia.  Permite que tu amor me inunde y pueda entender que no estás lejos sino aquí junto a mí.  Cuidándome.  En Cristo Jesús te lo pido.  Amén