miércoles, 22 de diciembre de 2021

Libres de maldición

 

Libres de maldición


“Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.” Deuteronomio 21:22-23

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” Gálatas 3:13-14

Como vemos en la escritura, Cristo, al ser colgado de un madero, se hizo maldición por nosotros y nos redimió de la maldición de la ley, pues esta condenaba a todo aquel que no cumpliera alguna de sus exigencias. Como nos explica contundentemente el Espíritu Santo por medio del Apóstol Pablo “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.” (Gálatas 3:10).

Lo cual no quiere decir que no estemos llamados a cumplir sus mandamientos, sino, que nuestro cumplimiento de la ley ocurre cuando amamos a los demás, siendo esto el fruto y evidencia de estar justificados por fe; pero este cumplimiento de la ley, en amar a los demás, no es ejecutado con nuestras propias fuerzas, sino por la presencia del Espíritu Santo, quien actúa poderosamente en cada creyente. Es decir que, con el amor que Cristo derramó en nosotros, somos llevados y llamados a poner en práctica sus preceptos y a hacer morir las obras de la carne.

Al ser ineficaces e incapaces de cumplir fielmente todos sus mandamientos y preceptos, merecemos caer bajo la maldición descrita en Deuteronomio 28:15-64; sin embargo, Cristo tomando nuestro lugar, siendo nuestro sustituto en la cruz, se hizo maldición para que ahora heredemos la bendición de Abraham y por gracia seamos alcanzados de todas las bendiciones descritas en Deuteronomio 28:2-14. Bendición tras bendición en nuestra salud, economía, sobre todo aquello en que ponemos nuestras manos, nuestros hijos e hijas, nuestro cónyuge; bendiciones que están dispuestas por medio de la obediencia a la fe para ser tomadas por nosotros. ¡Qué esperas hermano, aprópiate de ellas!    Oración.

«Padre amado, gracias porque en Cristo Jesús no tengo ninguna maldición; al recibir a Cristo fueron rotas todas las maldiciones, ahora estoy llamado a tomar por fe las bendiciones en toda área que tienes para mí y a vivir una vida de excelencia moral, impulsado por el amor de Dios y guiado por tu Espíritu, para hacer morir en mí toda obra de la carne, Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.