martes, 23 de marzo de 2021

No todo acaba con la muerte física

 


No todo acaba con la muerte física

«Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad» Eclesiastés 12:7-8

Frente a la muerte de un ser amado y creyente de Dios, la Biblia nos da consuelo y fortaleza, pues si bien expira el cuerpo, el alma y el espíritu no dejan de existir. Eclesiastés 12: 1a nos enmarca en este misterio, invitándonos a tener en cuenta “al Creador en los días de la juventud”, pues muchos caminan por la vida llenos de vanidad, pensando que cuando se apaga la vida, el cuerpo se convierte en cenizas y el espíritu se esfuma como el viento. Recordemos que Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a su imagen y semejanza, dándonos a conocer que las almas de los justos están en las manos de Dios y ningún tormento las alcanzará.

Jesús mismo nos enseña en la parábola del hombre rico y el mendigo Lázaro que “Un día murió Lázaro y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”, y nos dice que “él está aquí consolado” y el rico en el Hades atormentado (Lucas 16:25).

Esto armoniza perfectamente con Apocalipsis 20:4 que dice: «Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años» Estos mártires, que han muerto fieles a Cristo, están delante del altar, vivos. Por eso, Jesús afirmó: “Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” (Lucas 20: 38a).

No podemos negar que la muerte física es dolorosa, desgarra el corazón, Jesús lloró ante la muerte de su amigo Lázaro (Juan 11:35-36), a quien amaba entrañablemente, pero ante este hecho Jesús se presenta como la resurrección y la vida, Él dijo: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que esté vivo y crea en mí, jamás morirá. ¿Crees esto?» Juan 11:25-26

En medio de la tristeza hay esperanza, pues podemos llorar libremente y extrañar a nuestros seres amados, pero no sumirnos en el dolor.   Oración.

«Excelentísimo Padre, en momentos de dolor y tristeza, donde no hay respuesta a muchas preguntas, nos queda ampararnos en tus brazos de amor, solo allí encontramos refugio a nuestro sufrimiento y consuelo a nuestro llanto. Señor, que tu presencia llene el vacío que queda en el corazón dolido por la ausencia de un ser amado. Te he orado Padre en nombre de tu Hijo Jesucristo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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