Imitadores de Dios, parte 1
“Sed, pues,
imitadores de Dios como hijos amados.” Efesios 5:1
Existe algo
muy particular en la naturaleza de todo ser viviente y es el hecho de imitar o
quererse parecer a alguien; esto con el fin de encajar o sentirse parte de un
grupo o comunidad en particular.
Por
naturaleza, lo primero que hacemos es observar a las personas que tenemos a
nuestro alrededor, nuestros padres, hermanos, abuelos y demás personas mayores
a nosotros, y a medida que los conocemos y pasamos tiempo con ellos empezamos a
decir, hacer e incluso pensar como ellos; la pregunta es, ¿estaremos eligiendo
correctamente nuestro modelo a imitar?, ¿sabemos quiénes somos y a qué estamos
llamados?
La Palabra
de Dios en el versículo de hoy nos hace un llamado muy especial y sorprendente,
y es a imitar a Dios como hijos amados.
Un hijo
amado es aquel que su padre educa, corrige, provee, perdona, ayuda y siempre
está presente en su vida; de la misma manera un hijo amado es aquel que a su
padre escucha, respeta, obedece, honra y admira de tal forma que algún día
quiere llegar a ser como Él. Entonces, ¿será que nosotros somos hijos amados
por nuestro Padre Dios? Su respuesta es, con amor eterno te he amado (Jeremías
31:3a); ahora ¿será que nosotros nos estamos comportando como hijos amados?,
¿estamos siendo esos hijos que anhelamos pasar tiempo con nuestro Padre celestial
para aprender más de Él y poder imitarlo?
Nuestro
mayor ejemplo de comportamiento de hijo amado lo tenemos en nuestro Señor
Jesucristo, Juan 5:19 dice “Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de
cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer
al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo
igualmente.” Jesús imitaba a su Padre porque veía lo que Él hacía,
indudablemente Cristo pasaba mucho tiempo con su Padre, tenía una relación muy
íntima con Él y cada día en la mañana conocía lo que pensaba, sentía y deseaba
hacer, lo que directamente lo llevaba a honrarlo, glorificarlo y hacer su
voluntad el resto del día.
Entonces, la
clave para poder ser esos imitadores de Dios como hijos amados está en la cantidad
y calidad de tiempo que dediquemos a compartir con nuestro mejor modelo,
nuestro Dios y Padre; conocerlo es nuestro primer paso para llegar a imitarlo.
Hermano,
tienes muchas personas a tu alrededor observándote, asegúrate que cuando te
vean quieran ser como tú porque ven a Dios en ti. Oración.
«Papito
Dios, eres mi más grande modelo de excelencia, santidad y perfección, quiero
como tu hijo amado imitarte en todo y ser la persona que tú quieres que yo sea.
Te doy gracias, Señor porque no me has dejado solo, sino que has enviado a tu
Santo Espíritu para que me guíe y me ayude en mis momentos de dificultad y
debilidad; gracias por tanto amor, en el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.