domingo, 10 de mayo de 2015

Salmos 7:3-5

Salmos 7:3-5

Señor mi Dios, ¿qué es lo que he hecho?  ¿Qué mal he cometido?  Si le he hecho daño a mi amigo, si he despojado sin razón al que me oprime, entonces que mi enemigo me persiga y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los suelos.



Cada uno de nosotros tiene una perspectiva distinta de las cosas.  Cada uno hemos crecido diferente.  Esto nos lleva a tener varios parámetros de lo que uno debiera hacer para corregir el daño que ha causado.  Platicando con otras personas, me he dado cuenta que algunas piensan que son buenas porque no han robado ni matado a nadie y así, cada quien tiene lo que llamo: su “tabla de maldad”.  ¿Qué es?  Una lista en la que ponemos lo que consideramos imperdonable hasta arriba y así vamos bajando hasta llegar a pecados como una mentira “blanca” o envidia “de la buena”.
En el pasaje de hoy vemos a David queriendo hacer lo mismo.  Quiere catalogar lo que ha hecho y hasta propone lo que él considera sería un castigo justo.  Esto pasa frecuentemente.  Tal vez ni te has dado cuenta que has caído en esta situación.  Medita un poco en ello.  ¿Estás queriendo que las cosas se resuelvan a tu manera?  ¿Estás buscando que los que te lastiman tengan un castigo con ciertas características?  ¿Te da coraje que haya gente que no sea castigada?  ¿Piensas en cuáles deberían de ser las penas de acuerdo al delito o acto que realizaron?  Todo esto es señal de que estás actuando como David.  ¿Cómo es actuar así?  Queriendo intervenir en aquello que Dios ya ha acomodado.  Primero.  Él ya tiene su “tabla de maldad” y solamente hay una palabra en ella: pecado.  No hay unos arriba de otros.  Todo se encierra en el pecado.  Todos somos pecadores.  Cada uno de nosotros nació siendo pecador.  Nadie se convirtió en un pecador mayor o menor.  Siempre hemos sido pecadores.  El problema llega con la cultura del mundo que nos hace pensar que nuestros pecados no son tan malos.  ¡Esa es obra de Satanás!  Sutil ¿no crees?  Al minimizar tu pecado, minimizas tu necesidad de Dios.
A nosotros no nos corresponde establecer qué debería pasar por cometer tal o cual falta.  Dios se encarga de ello.  Tampoco debemos caer en catalogar los pecados pues Dios nos enseña que el pecado es uno y nos aparta de Él.  Cualquiera que sea tu situación, no te dejes llevar por lo que estás acostumbrado sino piensa en lo que Dios quiere que hagas.  Recuerda que nos corresponde obedecer, humillarnos ante Él y servirle.
Oración

Padre: perdóname.  He caído en el error de pensar que hay distintos niveles de pecado.  Hoy te pido perdón por mi pecado pues sé que me separa de Ti.  Te pido perdón porque he juzgado y pensado que hay personas más pecadoras que yo.  Gracias por mostrarme que no merezco tu amor y sin embargo tu gracia se derrama sobre mí.  Gracias en el nombre de Jesús.  Amén