Milagro de vida
“Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto
tendido sobre su cama. Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró
a Jehová. Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la
boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así
se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. Volviéndose luego, se
paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él
nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos. Entonces llamó
él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella,
él le dijo: Toma tu hijo. Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se
inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió”. 2 Reyes 4:32-37
Este es uno de los pasajes más impresionantes del poder de
Dios obrando a través de su siervo. Eliseo al sentirse agradecido con la mujer
sunamita por su hospitalidad y generosidad quería ayudarla, pero no sabía cómo
hacerlo pues era una mujer pudiente que no le faltaba nada; le pidió entonces a
su siervo Giezi que averiguara, él le informó que no tenía ni un solo hijo.
Eliseo guiado por el Espíritu de Dios, le prometió que tendría un hijo dentro
de un año. Como Sara (Génesis 18:10-15), ella resistió la idea y respondió con
duda. Como quiera, antes de pasar un año se cumplió cabalmente la palabra
profética.
Después de varios años, cuando el niño tenía como cinco o
seis años, se enfermó repentinamente y murió. En ese momento tan difícil el
corazón de la sunamita se desmoronó. Su seguridad y autosuficiencia de antes
cuando no necesitaba del profeta se terminó, ahora se transformó en un dolor
inconsolable. Llevó el cadáver del muchacho a la habitación del santo hombre de
Dios, que ella había construido para él, y se fue a buscar a Eliseo al monte
Carmelo llena de fe y esperanza de que pudiera hacer algo; con angustia casi
incontrolable la señora le agarró por los pies, signo de respeto y deferencia.
Con sentimientos encontrados le recordó al profeta que ella
no había pedido un hijo de él aun cuando él lo había prometido. Eliseo se
sintió desconcertado y sin reprenderla admitió que Dios no le había comunicado
el problema de la señora como antes. Eliseo reinterpreta las amargas
acusaciones como una petición desesperante.
Cuando el profeta llegó a la casa, todavía el niño no daba
señales de vida. Eliseo entró solo a la habitación, primero oró personalmente a
Jehová y luego dice 2 Reyes 4:32-37: “Después subió y se tendió sobre el niño,
poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos
sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en
calor. Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después
subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y
abrió sus ojos”.
¡Ocurrió un milagro de vida! cuando el profeta ejerció el
poder sagrado de la oración, unido a la fe y a la confianza en Dios y Él obró
sobrenaturalmente. Solo Dios tiene la potestad de dar vida a cualquier
situación, Él puede resucitar cualquier área de nuestra vida porque no se ha
olvidado de sus promesas; Él trae salvación y vida a todo aquel que en Él cree,
nos resucitó de la muerte espiritual para darnos vida en abundancia.
Por eso, es el momento de confiar en el Dios que todo lo
puede y tiene el control absoluto de todas las cosas. Oración.
«Señor, has vencido en la cruz para darme vida en abundancia.
Sopla aliento de vida sobre cada una de mis situaciones. Dios de milagros,
presento delante de ti mi necesidad y pido la presencia de tu Espíritu obrando
poderosamente y vivificando cada área de mi ser. Entrego mi salud espiritual,
emocional y física; la de mi familia y la de la iglesia, para que hagas una
renovación total, clamo por un milagro de vida, sé que lo harás. En el nombre
de Jesús, amén.