domingo, 22 de diciembre de 2024

Limpieza mental

 


Limpieza mental

“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.” Salmos 19:12

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Filipenses 4:8

Mencionamos en el devocional anterior que, unas emociones negativas persistentes en nuestro corazón pueden afectar otras áreas de nuestra vida, incluido el funcionamiento integral de nuestro cuerpo. Sin embargo, es importante que conozcamos también el impacto que generan nuestros pensamientos a nuestras emociones, y de ahí la importancia de una limpieza mental.

Es innegable el hecho de que a nuestra mente llegan muchos pensamientos; realmente es una función natural de nuestro cerebro el pensar de manera continua e ininterrumpida. Nuestra mente es la encargada de procesar diferentes estímulos, entre ellos las emociones, entonces, si por algún motivo experimentamos por ejemplo un disgusto, enojo o preocupación, nuestro cerebro lo que va a hacer es seguir persistiendo en ello con el objetivo de procesarlo hasta que finalmente lo hayamos superado y simplemente lo dejemos pasar dando cabida así a otros temas o experiencias.

De manera que, evidentemente el problema está cuando nosotros, por malos, inadecuados o incorrectos pensamientos, seguimos alimentando esa negativa emoción, pasando así los días y no logrando soltar o superar aquello que debió ser tan solo algo pasajero.

Así que, una mente limpia y sana es aquella que persevera en los pensamientos de Dios, es decir, en todo aquello que esté lleno de virtud y que esté alineado con la Palabra de Dios; Isaías 26:3 dice “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” Hermanos, delante de nosotros siempre tenemos dos caminos, o elegimos persistir en nuestro propio razonamiento y llenar nuestro corazón de resentimiento, amargura, frustración, dolor y todo lo que nos hace mal, o permitimos que la Palabra de Dios juzgue y alumbre nuestros pensamientos; indudablemente nuestra mejor opción siempre será confiar y esperar en los pensamientos perfectos, puros y ciertos de nuestro Dios que nos da la esperanza y seguridad de que lo que en sus manos está siempre resultará para nosotros en paz y bienestar (Filipenses 4:6-7, Jeremías 29:11)     Oración.

«Padre Dios, en esta mañana quiero entregarte mi mente y corazón, pues he sufrido las consecuencias de pensar, sentir y obrar basado en mi propia sabiduría e inteligencia. Quiero hoy tomar un camino mejor, tomando la decisión de escuchar y seguir tu voz; sé que eres un Dios digno de confiar y que me guiarás por sendas que llenarán mi vida de amor, gozo, paz y todo tipo de bien, por tu amado Hijo Jesucristo y su Espíritu, amén.