martes, 5 de abril de 2022

El Espíritu Santo y la obediencia

 

El Espíritu Santo y la obediencia


“Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen”. Hechos 5:32

Si bien es claro que el Espíritu Santo mora en cada persona que escucha y cree en Jesucristo (Hechos 10:44, Efesios 1:13), hay una diferencia entre tener el Espíritu Santo y estar llenos de Él.

La Palabra de Dios nos habla de dos consecuencias del pecado que se pueden evidenciar en nuestra comunión con el Espíritu Santo, la primera es contristarlo, Efesios 4:30-31 dice “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”. Y se da cuando en nuestro corazón o en nuestra vida permitimos cualquier tipo de malicia. La segunda consecuencia es apagarlo, 1 Tesalonicenses 5:19 dice “No apaguéis al Espíritu.” Y es producida cuando nosotros desobedecemos las instrucciones de Dios dadas en su Palabra, es decir, cuando preferimos hacer nuestra voluntad antes que la de Dios.

Es por esto por lo que el versículo de hoy nos habla de que Dios da el Espíritu a los que le obedecen, y el contexto de esta Palabra es justamente el Apóstol Pedro y los demás apóstoles respondiéndoles al concilio por qué ellos no dejaban de enseñar acerca de Jesucristo, pues en esta ocasión un ángel del Señor los sacó de la cárcel donde los sacerdotes y saduceos habían encerrado a los apóstoles, y les dijo que continuaran enseñando a todo el pueblo acerca de la salvación en Jesucristo (Hechos 5:17-20). Pero esto era todo lo contrario a lo que el concilio les había mandado, pues ellos les habían prohibido enseñar o sanar en el nombre de Jesucristo (Hechos 5:28). Así que, con la premisa de obedecer a Dios antes que a los hombres, los apóstoles con autoridad declararon que tanto ellos como el Espíritu Santo eran testigos de lo que enseñaban acerca de Jesucristo, pues claramente el Espíritu Santo era el que obraba a través de ellos cuando se disponían a obedecer a Dios.

La pregunta es, ¿el Espíritu Santo está siendo testigo y obrando a través de nosotros en cada actividad de nuestro día o sencillamente lo hemos apagado o contristado?    Oración.

«Padre Santo, qué don tan maravilloso el que he recibido por tu inagotable gracia, me has dado tu Espíritu, mi ayudador y mi consolador y te pido que por amor a ti me permitas cada día renunciar a hacer mi voluntad y someterme a la tuya, pues quiero que en todo momento tu Santo Espíritu me acompañe obrando a través de mi vida y siendo testigo de todo lo que hago, pues no es mi deseo apagarlo o contristarlo. Gracias Señor, en el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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