Nehemías 6.15, 16
Las distracciones tienen el potencial para desviarnos de
nuestro objetivo. Los chismes. Las críticas. La presión económica. Los
problemas de salud. Los conflictos. Los deseos. La admiración de los demás.
Cualquiera de estas cosas puede hacer que nos alejemos del plan perfecto de
Dios. Pero la Biblia nos da un modelo a imitar (Neh 4.1–6.16). Nehemías nos
enseña el valor de:
El propósito claro. Nehemías temía al Señor, y se aplicó
conscientemente a hacer el trabajo que Dios le había asignado. No tenía una
mente dividida. Al fijar nuestra atención únicamente en el plan de Dios,
nuestra mente se mantendrá fija en el objetivo, sin importar las dificultades.
La obediencia. El Señor quiere mostrarnos su favor; su
bendición estará siempre con nosotros si somos obedientes a Él. Esta conciencia
debe darnos confianza en los tiempos difíciles, como sucedió con Nehemías.
La responsabilidad. El rey quería informes de seguimiento de
lo que Nehemías estaba haciendo. Un día estaremos ante Jesús, nuestro Rey, y
daremos cuenta de cómo usamos nuestros recursos y dones (1 Co 3.12-15).
La perseverancia en nuestra vida de oración. Cuando los
israelitas eran ridiculizados, no podían hacer nada para detener las burlas de
sus oponentes. Por eso, Nehemías oraba, y el pueblo recibía fuerzas para
continuar. Cuando el complot se agravó, Nehemías y sus compañeros de trabajo
clamaron a Dios, quien no solo dio discernimiento a su pueblo, sino que también
frustró los planes de los enemigos.
Nehemías acabó el ambicioso proyecto en solo 52 días. Cuando
seguimos su ejemplo, Dios puede hacer grandes cosas en y a través de nosotros.