jueves, 4 de abril de 2024

Resurrección

 

Resurrección, sinónimo de esperanza y propósito


“Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. […] Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.” Mateo 28: 1-2, 5-6

“Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Mateo 28:16-20

La resurrección es el hecho crucial de la fe de los creyentes, pues sin esta nuestra fe y predicación serían vanas; como lo dice la Escritura, aún estaríamos en nuestros pecados (1 Corintios 15:14); pero gracias sean dadas a Dios porque resucitó a nuestro Señor de entre los muertos, dándonos con ello la certeza de que todos nuestros pecados han sido perdonados, de que hemos sido limpiados y que por su sangre ahora tenemos paz con Dios y libre acceso a su presencia.

Sin embargo, esto no termina aquí, porque así como el hecho de la resurrección trae gran alegría y esperanza a nuestra alma, también trae consigo un firme y eterno propósito para nuestra vida mientras estamos en este cuerpo. Propósito que, como reiteran los cuatro evangelios cuando hablan acerca de la resurrección del Señor, consiste en que cada persona que crea verdaderamente en el reinado de Cristo y su Deidad debe, en el poder del Espíritu Santo, compartir las buenas noticias del Reino de los cielos con toda persona y en todo lugar.

Y es que de la misma manera que tenemos la seguridad de que hemos sido salvos, debemos creer que por la fe el Espíritu Santo habita en nosotros, y no solo esto, sino que también afirma la Escritura que el mismo poder que levantó a Jesús de los muertos es el que fortalece nuestro ser interior y nos empodera para que con diligencia y fervor cumplamos con la misión que Jesucristo nos encomendó una vez que resucitó (Romanos 8:11, Efesios 3:16, Hechos 1:8). Así que, amado hermano, es momento de levantarnos de nuestra ignorancia, pereza o temor y apropiarnos por fe de la verdad y el propósito que nuestro Señor nos regaló.   Oración.

«Padre bueno, por medio de Jesucristo me rescataste y me diste nueva vida; en la cruz quedaron todos mis fracasos, mis inseguridades, mis vacíos y en general mi pecado. Gracias porque ahora mi esperanza está en Jesús y mi vida direccionada por su voz, gracias amoroso Dios, amén.