Jehová es varón de guerra
“Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente;
Ha echado en el mar al caballo y al jinete. Jehová es mi fortaleza y mi
cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi
padre, y lo enalteceré. Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre. Echó en
el mar los carros de Faraón y su ejército; Y sus capitanes escogidos fueron
hundidos en el Mar Rojo.” Éxodo 15:1-4
“Extendiste tu diestra; La tierra los tragó. Condujiste en tu
misericordia a este pueblo que redimiste; Lo llevaste con tu poder a tu santa
morada.” Éxodo 15:12-13
La porción Bíblica de hoy, corresponde a la primera parte del
cántico de Moisés, después de que el Señor los libró de la mano de los
egipcios. Esta salvación ocurrió mediante la división del mar rojo en dos,
haciéndose así un camino seco para que el pueblo de Israel pasara por él; sin
embargo, faraón rey de Egipto y todo su ejército con gentes de a caballo y
carros, seguían al pueblo, pues no querían dejarlos ir por cuanto ellos eran
sus esclavos, de manera que, la liberación gloriosa ocurrió cuando el pueblo de
Israel pasó el mar, pero aún los egipcios estaban a mitad de camino, y haciendo
Dios a través de Moisés que el mar se volviera a unir, las aguas cubrieron a
los egipcios, de modo que todos se hundieron y no quedó ni uno de ellos (Éxodo
14:13-31).
Es magnífica la manera en la que Dios obra cuando en su
misericordia y poder decide dar victoria y salvación, pues no fue solo en aquel
tiempo o exclusivamente a este pueblo, sino que dice la Escritura “Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios
a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él.” Juan 3:16-17.
Hermanos, por la sangre de Jesús derramada en la cruz, todo
aquel que ponga su confianza y esperanza en Él, es liberado de la potestad de
las tinieblas y trasladado al reino de Jesús (Colosenses 1:13); por la misericordia
y el amor eterno de Dios, que peleó a muerte por nosotros, se nos da una nueva
vida libre de la culpa y la condenación, y entonces siendo ahora partícipes de
este nuevo reino, nuestro llamado es a que vivamos como hijos y no como
esclavos, disfrutando la paternidad, el amor y toda la bondad de nuestro Padre
Dios, que indefectiblemente nos guiará a vivir como Jesús vivió, haciendo todo
para la gloria de Dios (Juan 8:34-36).
Oración.
«Padre, gracias por esa batalla que decidiste pelear contra
Satanás por amor a tu creación; gracias porque por la muerte y resurrección de
tu Unigénito Hijo me has librado de la potestad de las tinieblas y ahora soy
partícipe del reino de Jesucristo, y sé que así, morando en tu casa y a la vez
siendo el templo de tu Espíritu, me guiaras a vivir una vida en victoria y
plenitud, victoria sobre el pecado y en la plenitud de servirte y adorarte con
todo lo que de mí has hecho, amén.