viernes, 31 de agosto de 2012

A cada creyente es dado algún don


Efesios   4 - Vv. 1-6.Nada se exhorta con mayor énfasis en las Escrituras que andar como corresponde a los llamados al reino y gloria de Cristo. Por humildad entiéndase lo que se opone al orgullo. Por mansedumbre, la excelente disposición del alma que hace que los hombres no estén prontos a provocar, y que no se sientan fácilmente provocados u ofendidos. Encontramos mucho en nosotros mismos por lo cual apenas nos podríamos perdonar; por tanto, no debe sorprendernos si hallamos en el prójimo lo que creemos difícil de perdonar. Hay un Cristo en quien tienen esperanza todos los creyentes, y un cielo en el que todos esperan; por tanto, debieran ser de un solo corazón. Todos tenían una fe en su objeto, Autor, naturaleza y poder. Todos ellos creían lo mismo en cuanto a las grandes verdades de la religión; todos ellos habían sido recibidos en la Iglesia por un bautismo con agua en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo como signo de la regeneración. En todos los creyentes habita Dios Padre como en su santo templo, por su Espíritu y gracia especial.

Vv. 7-16.A cada creyente es dado algún don de la gracia para que se ayuden mutuamente. Todo se da según a Cristo le parezca bien otorgar a cada uno. Él recibió para ellos, para darles a ellos, una gran medida de dones y gracias; particularmente el don del Espíritu Santo. No es un simple conocimiento intelectual ni un puro reconocimiento de Cristo como Hijo de Dios, sino como quien produce confianza y obediencia. Hay una plenitud en Cristo y una medida de esa plenitud dada en el consejo de Dios a cada creyente, pero nunca llegaremos a la medida perfecta sino hasta que lleguemos al cielo. Los hijos de Dios están creciendo mientras están en este mundo; y el crecimiento del cristiano busca la gloria de Cristo. Mientras más impulsado se encuentre un hombre a aprovechar su estado, conforme a su medida y todo lo que haya recibido, para el bien espiritual del prójimo, más ciertamente puede creer que tiene la gracia del amor y la caridad sincera arraigada en su corazón.

Vv. 17-24.El apóstol encarga a los efesios, en el nombre y por la autoridad del Señor Jesús, que habiendo profesado el evangelio, no deben ser como los gentiles inconversos que andaban en la vanidad de su mente y en afectos carnales. ¿No andan los hombres en la vanidad de su mente por todos lados? ¿No debemos, entonces, enfatizar la distinción entre los cristianos reales y los nominales? Ellos estaban desprovistos de todo conocimiento salvador; estaban en tinieblas y las amaban más que a la luz. Les disgustaba y aborrecían la vida de santidad, que no sólo es el camino de vida que Dios exige y aprueba, y por el cual vivimos para Él, sino tiene alguna semejanza a Dios mismo en su pureza, justicia, verdad y bondad. La verdad de Cristo se manifiesta en su belleza y poder cuando aparece en Jesús.
La naturaleza corrupta se llama hombre; como el cuerpo humano tiene diversas partes que se apoyan y fortalecen entre sí. Los deseos pecaminosos son concupiscencias engañosas; prometen felicidad a los hombres pero los vuelven más miserables; los llevan a la destrucción, si no se someten y se mortifican. Por tanto, deben quitarse como ropa vieja y sucia; deben ser sometidas y mortificadas. Pero no basta con sacarse los principios corruptos: debemos tener principios de gracia. Por el hombre nuevo se significa la nueva naturaleza, la nueva criatura, dirigida por un principio nuevo, la gracia regeneradora, que capacita al hombre para llevar una vida nueva de justicia y santidad. Esto es creado o producido por el poder omnipotente de Dios.

Vv. 25-28.Nótense los detalles con que debemos adornar nuestra confesión cristiana. Cuidaos de toda cosa contraria a la verdad. No aduléis ni engañéis al prójimo. El pueblo de Dios es de hijos que no mienten, que no se atreven a mentir, que odian y aborrecen la mentira. Cuidaos de la ira y de las pasiones desenfrenadas. Si hay una ocasión justa para expresar descontento por lo malo, y reprenderlo, hágase sin pecar. Damos lugar al diablo cuando los primeros indicios del pecado no contristan nuestra alma, cuando consentimos a ellos; y cuando repetimos una obra mala. Esto enseña que es pecado si uno se rinde y permite que el diablo venga a nosotros; tenemos que resistirle, cuidándonos de toda apariencia de mal.
El ocio hace al ladrón. Los que no trabajan se exponen a la tentación de robar. Los hombres deben ser trabajadores para que puedan hacer algo de bien, y para que sean librados de la tentación. Deben trabajar no sólo para vivir honestamente, sino para que puedan dar para las necesidades del prójimo. Entonces, ¡qué hemos de pensar de los llamados cristianos, que se enriquecen con fraude, opresión y prácticas engañosas! Para que Dios acepte las ofrendas, no deben ganarse con injusticia y robo, sino con honestidad y trabajo. Dios odia el robo para los holocaustos.

Vv. 29-32.Las palabras sucias salen de la corrupción del que las dice y corrompen la mente de los que las oyen: los cristianos deben cuidarse de esa manera de hablar. Es deber de los cristianos procurar la bendición de Dios, que las personas piensen seriamente y animar y advertir a los creyentes con lo que digan. Sed amables unos con otros. Esto establece el principio del amor en el corazón y su expresión externa en una conducta cortés y humilde.
Nótese cómo el perdón de Dios nos hace perdonar. Dios nos perdonó aunque no teníamos razón para pecar contra Él. Debemos perdonar como Él nos ha perdonado. Toda comunicación mentirosa y corrupta, que estimule los malos deseos y las lujurias, contristan al Espíritu de Dios. Las pasiones corruptas del rencor, ira, rabia, quejas, maledicencia y malicia, contristan al Espíritu Santo. No provoques al santo y bendito Espíritu de Dios a que retire su presencia y su influencia de gracia. El cuerpo será redimido del poder de la tumba el día de la resurrección. Dondequiera que el bendito Espíritu habite como santificador, es la primicia de todo deleite, y las glorias del día de la redención; seríamos deshechos si Dios nos quitara su Espíritu Santo.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Por haber predicado la doctrina de la verdad,


Efesios   3 -   Vv. 1-7.Por haber predicado la doctrina de la verdad, el apóstol estaba preso, pero era preso de Jesucristo; era objeto de protección y cuidado especial mientras sufría por Él. Todas las ofertas de gracia del evangelio y la nueva de gran gozo que contiene, vienen de la rica gracia de Dios; es el gran medio por el cual el Espíritu obra la gracia en las almas de los hombres.
El misterio es ese propósito de salvación secreto, escondido, por medio de Cristo.
Esto no fue tan claramente mostrado en épocas anteriores a Cristo, como a los profetas del Nuevo Testamento. Esta era la gran verdad dada a conocer al apóstol, que Dios llamaría a los gentiles a la salvación por fe en Cristo. Una obra eficaz del poder divino acompaña los dones de la gracia divina. Como Dios nombró a Pablo para el oficio, así lo equipó para él.

Vv. 8-12.Aquellos a quienes Dios promueve a cargos honrosos, los hace sentirse bajos ante sus propios ojos; donde Dios da gracia para ser humilde, ahí da toda la gracia necesaria. ¡Cuán alto habla de Jesucristo, de las inescrutables riquezas de Cristo! Aunque muchos no son enriquecidos con estas riquezas, de todos modos ¡qué favor tan grande, que se nos predique a nosotros, y que nos sean ofrecidas! Si no somos enriquecidos con ellas es nuestra propia falta. La primera creación, cuando Dios hizo todas las cosas de la nada, y la nueva creación, por la cual los pecadores son hechos nuevas criaturas por la gracia que convierte, son de Dios por Jesucristo. Sus riquezas son tan inescrutables y tan seguras como siempre, aunque mientras los ángeles adoran la sabiduría de Dios en la redención de su Iglesia, la ignorancia de los hombres carnales sabios ante sus propios ojos, condena a todo como necedad.

Vv. 13-19.El apóstol parece estar más ansioso por los creyentes, no sea que se desanimen y desfallezcan por sus tribulaciones, que por lo que él mismo tenía que soportar. Pide bendiciones espirituales que son las mejores bendiciones. La fuerza del Espíritu de Dios en el hombre interior; fuerza en el alma; el poder de la fe para servir a Dios y cumplir nuestro deber. Si la ley de Cristo está escrita en nuestros corazones, y el amor de Cristo es derramado por todas partes, entonces Cristo habita en él. Donde habita su Espíritu, ahí habita Él. Desearíamos que los buenos afectos fueran fijados a nosotros. ¡Cuán deseable es tener la sensación firme del amor de Dios en Cristo en nuestras almas! —¡Con cuánta fuerza habla el apóstol del amor de Cristo! La anchura muestra su magnitud a todas las naciones y rangos; la longitud, que va de eternidad a eternidad; la profundidad, la salvación de los sumidos en las profundidades del pecado y la miseria; la altura, su elevación a la dicha y gloria celestiales. Puede decirse que están llenos con la plenitud de Dios los que reciben gracia por gracia de la plenitud de Cristo. ¿No debiera esto satisfacer al hombre? ¿Debe llenarse con mil engaños, jactándose que con esas completa su dicha?

Vv. 20, 21.Siempre es apropiado terminar las oraciones con alabanza. Esperemos más, y pidamos más, alentados por lo que Cristo ya ha hecho por nuestras almas, estando seguros de que la conversión de los pecadores y el consuelo de los creyentes, será para su gloria por siempre jamás.

martes, 28 de agosto de 2012

El pecado es la muerte del alma.


efesios.2.

Vv. 1-10.El pecado es la muerte del alma. Un hombre muerto en delitos y pecados no siente deseos por los placeres espirituales. Cuando miramos un cadáver, da una sensación espantosa. El espíritu que nunca muere se ha ido, y nada ha dejado sino las ruinas de un hombre. Pero si viéramos bien las cosas, deberíamos sentirnos mucho más afectados con el pensamiento de un alma muerta, un espíritu perdido y caído.
El estado de pecado es el estado de conformidad con este mundo. Los hombres impíos son esclavos de Satanás que es el autor de esa disposición carnal orgullosa que hay en los hombres impíos; él reina en los corazones de los hombres. De la Escritura queda claro que si los hombres han sido más dados a la iniquidad espiritual o sensual, todos los hombres, siendo naturalmente hijos de desobediencia, son también por naturaleza hijos de ira. Entonces, ¡cuánta razón tienen los pecadores para procurar fervorosamente la gracia que los hará hijos de Dios y herederos de la gloria, habiendo sido hijos de ira! -El amor eterno o la buena voluntad de Dios para con sus criaturas es la fuente de donde fluyen todas sus misericordias para nosotros; ese amor de Dios es amor grande, y su misericordia es misericordia rica. Todo pecador convertido es un pecador salvado; librado del pecado y de la ira. La gracia que salva es la bondad y el favor libre e inmerecido de Dios; Él salva, no por las obras de la ley, sino por la fe en Cristo Jesús.
La gracia en el alma es vida nueva en el alma. Un pecador regenerado llega a ser un ser viviente; vive una vida de santidad, siendo nacido de Dios: vive, siendo librado de la culpa del pecado, por la gracia que perdona y justifica. Los pecadores se revuelcan en el polvo; las almas santificadas se sientan en los lugares celestiales, levantadas por sobre este mundo por la gracia de Cristo.
La bondad de Dios al convertir y salvar pecadores aquí y ahora, estimula a los demás a esperar, en el futuro, en su gracia y misericordia. Nuestra fe, nuestra conversión, y nuestra salvación eterna no son por las obras, para que ningún hombre se jacte. Estas cosas no suceden por algo que nosotros hagamos, por tanto, toda jactancia queda excluida. Todo es dádiva libre de Dios y efecto de ser vivificado por su poder. Fue su propósito para lo cual nos preparó bendiciéndonos con el conocimiento de su voluntad, y su Espíritu Santo produce tal cambio en nosotros que glorificaremos a Dios por nuestra buena conversación y perseverancia en la santidad. Nadie puede abusar de esta doctrina apoyándose en la Escritura, ni la acusa de ninguna tendencia al mal. Todos los que así hacen, no tienen excusa.

Vv. 11-13.Cristo y su pacto son el fundamento de todas las esperanzas del cristiano.
Aquí hay una descripción triste y terrible pero ¿quién es capaz de quitarse de ello? ¿No desearíamos que esto no fuera una descripción verdadera de muchos bautizados en el nombre de Cristo? ¿Quién puede, sin temblar, reflexionar en la miseria de una persona separada por siempre del pueblo de Dios, cortada del cuerpo de Cristo, caída del pacto de la promesa, sin tener esperanza ni Salvador y sin ningún Dios sino un Dios de venganza por toda la eternidad? ¡No tener parte en Cristo! ¿Qué cristiano verdadero puede oír esto sin horror? -La salvación está lejos del impío, pero Dios es una ayuda a mano para su pueblo y esto es por los sufrimientos y la muerte de Cristo.

Vv. 14-18.Jesucristo hizo la paz por el sacrificio de sí mismo; en todo sentido Cristo era la Paz de ellos, el autor, el centro y la sustancia de estar ellos en paz con Dios, y de su unión con los creyentes judíos en una iglesia. A través de la persona, el sacrificio y la mediación de Cristo, se permite a los pecadores acercarse a Dios Padre y son llevados con aceptación a su presencia, con su adoración y su servicio, bajo la enseñanza del Espíritu Santo, como uno con el Padre y el Hijo. Cristo compró el permiso para que nosotros vayamos a Dios; y el Espíritu da el corazón para ir, y la fuerza para ir y, luego, la gracia para servir aceptablemente a Dios.

Vv. 19-22.La iglesia se compara con una ciudad, y todo pecador convertido está libre de eso. También es comparada con una casa, y todo pecador convertido es uno de la familia; un siervo y un hijo en la casa de Dios.
También se compara la Iglesia con un edificio fundado en la doctrina de Cristo, entregada por los profetas del Antiguo Testamento, y los apóstoles del Nuevo Testamento. Dios habita ahora en todos los creyentes; ellos llegan a ser el templo de Dios por la obra del bendito Espíritu. Entonces, preguntémonos si nuestras esperanzas están fijadas en Cristo conforme a la doctrina de su palabra. ¿Nos consagramos a Dios como templos santos por medio de Él? ¿Somos morada de Dios en el Espíritu, estamos orientados espiritualmente y llevamos los frutos del Espíritu? Cuidémonos de no contristar al santo Consolador. Deseemos su graciosa presencia y sus influencias en nuestros corazones. Procuremos cumplir los deberes asignados a nosotros para la gloria de Dios.

sábado, 25 de agosto de 2012

toda la humanidad necesita la salvación


Romano. 1. Vv. 18-25.El apóstol empieza a mostrar que toda la humanidad necesita la salvación del evangelio, porque nadie puede obtener el favor de Dios o escapar de su ira por medio de sus propias obras. Porque ningún hombre puede alegar que ha cumplido todas sus obligaciones para con Dios y su prójimo, ni tampoco puede decir verazmente que ha actuado plenamente sobre la base de la luz que se le ha otorgado. La pecaminosidad del hombre es entendida como iniquidad contra las leyes de la primera tabla, e injusticia contra las de la segunda. La causa de esa pecaminosidad es detener con injusticia la verdad. Todos hacen más o menos lo que saben que es malo y omiten lo que saben que es bueno, de modo que nadie se puede permitir alegar ignorancia. El poder invisible de nuestro Creador y la Deidad están tan claramente manifestados en las obras que ha hecho de modo que hasta los idólatras y los gentiles malos se quedan sin excusa. Siguieron neciamente la idolatría y las criaturas racionales cambiaron la adoración del Creador glorioso por animales, reptiles e imágenes sin sentido. Se apartaron de Dios hasta perder todo vestigio de la verdadera religión, si no lo hubiera impedido la revelación del evangelio. Porque los hechos son innegables, cualesquiera sean los pretextos planteados en cuanto a la suficiencia de la razón humana para descubrir la verdad divina y la obligación moral o para gobernar bien la conducta. Estos muestran simplemente que los hombres deshonraron a Dios con las idolatrías y supersticiones más absurdas y que se degradaron a sí mismos con los afectos más viles y las obras más abominables.

Vv. 26-32.La verdad de nuestro Señor se muestra en la depravación horrenda del pagano: “que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz”. La verdad no era del gusto de ellos. Todos sabemos cuán pronto se confabula el hombre contra la prueba más evidente para razonar evitándose creer lo que le disgusta. El hombre no puede ser llevado a una esclavitud más grande que la de ser entregado a sus propias lujurias. Como a los gentiles no les gustó tener a Dios en su conocimiento, cometieron delitos totalmente contrarios a la razón y a su propio bienestar. La naturaleza del hombre, sea pagano o cristiano, aún es la misma; y las acusaciones del apóstol se aplican más o menos al estado y al carácter de los hombres de todas las épocas, hasta que sean llevados a someterse por completo a la fe de Cristo, y sean renovados por el poder divino. Nunca hubo todavía un hombre que no tuviera razón para lamentarse de sus fuertes corrupciones y de su secreto disgusto por la voluntad de Dios. Por tanto, este capítulo es un llamado a examinarse a uno mismo, cuya finalidad debe ser la profunda convicción de pecado y de la necesidad de ser liberado del estado de condenación.

jueves, 23 de agosto de 2012

Todos los cristianos deben ser santos;


Efesios   1 .Vv. 1, 2.Todos los cristianos deben ser santos; si no llegan a ese carácter en la tierra, nunca serán santos en la gloria. Los que no son fieles no son santos, no creen en Cristo ni son veraces a la profesión que hacen de su relación con su Señor. Por gracia entendemos el amor y el favor libre e inmerecido de Dios, y las gracias del Espíritu que fluyen; por la paz, todas las demás bendiciones temporales y espirituales, fruto de lo anterior. No hay paz sin gracia. No hay paz ni gracia, sino de Dios Padre y del Señor Jesucristo; y los mejores santos necesitan nuevas provisiones de la gracia del Espíritu, y deseos de crecer.

Vv. 3-8.Las bendiciones celestiales y espirituales son las mejores bendiciones; con las cuales no podemos ser miserables, y sin las cuales no podemos sino serlo. Esto viene de la elección de ellos en Cristo, antes de la fundación del mundo, para que fuesen hechos santos por la separación del pecado, siendo apartados para Dios y santificados por el Espíritu Santo, como consecuencia de su elección en Cristo. Todos los escogidos para la felicidad como fin, son escogidos para santidad como medio. Fueron predestinados o preordenados con amor para ser adoptados como hijos de Dios por fe en Cristo Jesús, y ser abiertamente recibidos en los privilegios de la elevada relación con Él. El creyente reconciliado y adoptado, el pecador perdonado, da toda la alabanza de su salvación a su bondadoso Padre. Su amor estableció este método de redención, no escatimó a su propio Hijo, y trajo a los creyentes a que oyeran y abrazaran esta salvación. Fue riqueza de su gracia proveer como garantía a su propio Hijo, y entregarlo libremente. Este método de la gracia no estimula el mal; muestra el pecado en toda su odiosidad, y cuánto merece la venganza. Las acciones del creyente, y sus palabras, declaran las alabanzas de la misericordia divina.

Vv. 9-14.Las bendiciones fueron dadas a conocer a los creyentes cuando el Señor les muestra el misterio de su soberana voluntad, y el método de redención y salvación. Pero esto debiera haber estado por siempre oculto de nosotros, si Dios no las hubiera dado a conocer por su palabra escrita, la predicación de su evangelio, y su Espíritu de verdad.
Cristo unió en su persona los dos bandos en disputa, Dios y el hombre, y dio satisfacción por el mal que causó la separación. Obró por su Espíritu las gracias de fe y amor por las cuales somos hechos uno con Dios, y unos con otros. Dispensa todas sus bendiciones de acuerdo a su beneplácito. Su enseñanza divina condujo a los que quiso, a que vieran la gloria de las verdades, mientras otros fueron dejados para blasfemar. —¡Qué promesa de gracia es esta que asegura la dádiva del Espíritu Santo a quienes lo piden! La obra santificadora y consoladora del Espíritu Santo sella a los creyentes como hijos de Dios y herederos del cielo. Estas son las primicias de la santa dicha. Para esto fuimos hechos y para esto fuimos redimidos; este es el gran designio de Dios en todo lo que ha hecho por nosotros; que todo sea atribuido para la alabanza de su gloria.

Vv. 15-23.Dios ha puesto bendiciones espirituales en su Hijo el Señor Jesús; pero nos pide que las busquemos y las obtengamos por la oración. Aun los mejores cristianos necesitan que se ore por ellos; y mientras sepamos del bienestar de los amigos cristianos debemos orar por ellos.
Hasta los creyentes verdaderos tienen gran necesidad de sabiduría celestial. ¿Acaso aun los mejores de nosotros somos renuentes a uncirnos al yugo de Dios aunque no hay otro modo de hallar reposo para el alma? ¿Acaso no nos alejamos de nuestra paz por un poco de placer? Si discutiéramos menos y oráramos más con y por unos y otros, diariamente veríamos más y más cuál es la esperanza de nuestra vocación, y las riquezas de la gloria divina en esta herencia. Deseable es sentir el fuerte poder de la gracia divina que empieza y ejecuta la obra de la fe en nuestras almas. Pero cuesta mucho llevar a un alma a creer plenamente en Cristo y aventurarse toda ella y su esperanza de vida eterna en su justicia. Nada menos que el poder omnipotente obrará esto en nosotros.
Aquí se significa que es Cristo el Salvador quien suple todas las necesidades de los que confían en Él, y les da todas las bendiciones en la más rica abundancia. Siendo partícipes en Cristo mismo llegamos a ser llenos con la plenitud de la gracia y la gloria en Él. Entonces, ¡cómo pueden olvidarse a sí mismos esos que andan buscando la justicia fuera de Él! Esto nos enseña a ir a Cristo. Si supiéramos a qué estamos llamados, qué podemos hallar en Él, con toda seguridad que iríamos y seríamos parte de Él. Cuando sentimos nuestra debilidad y el poder de nuestros enemigos, es cuando más notamos la grandeza de ese poder que efectúa la conversión del creyente y que está dedicado a perfeccionar su salvación. Ciertamente esto nos constreñirá por amor para vivir para la gloria de nuestro Redentor.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Romano 8


Romano 8 -

CAPÍTULO VIII
Versículos 1-9. La libertad de los creyentes respecto de la condenación. 10-17. Sus privilegios por ser los hijos de Dios. 18-25. Sus esperanzas ante las tribulaciones. 26, 27. La ayuda del Espíritu Santo en la oración. 28-31. Su interés en el amor de Dios. 32-39. Triunfo final por medio de Cristo.

Vv. 1-9.Los creyentes pueden ser castigados por el Señor, pero no serán condenados con el mundo. Por su unión con Cristo por medio de la fe, están seguros. ¿Cuál es el principio de su andar: la carne o el Espíritu, la naturaleza vieja o la nueva, la corrupción o la gracia? ¿Para cuál de estos hacemos provisión, por cuál somos gobernados? La voluntad sin renovar es incapaz de obedecer por completo ningún mandamiento. La ley, además de los deberes externos, requiere obediencia interna. Dios muestra su aborrecimiento del pecado por los sufrimientos de su Hijo en la carne, para que la persona del creyente fuera perdonada y justificada. Así, se satisfizo la justicia divina y se abrió el camino de la salvación para el pecador. El Espíritu escribe la ley del amor en el corazón, y aunque la justicia de la ley no sea cumplida por nosotros, de todos modos, bendito sea Dios, se cumple en nosotros; en todos los creyentes hay quienes responden a la intención de la ley.
El favor de Dios, el bienestar del alma, los intereses de la eternidad, son las cosas del Espíritu que importan a quienes son según el Espíritu. ¿Por cuál camino se mueven con más deleite nuestros pensamientos? ¿Por cuál camino van nuestros planes e ingenios? ¿Somos más sabios para el mundo o para nuestras almas? Los que viven en el placer están muertos, 1 Timoteo v, 6. El alma santificada es un alma viva, y esa vida es paz. La mente carnal no es sólo enemiga de Dios, sino la enemistad misma. El hombre carnal puede, por el poder de la gracia divina, ser sometido a la ley de Dios, pero la mente carnal, nunca; esta debe ser quebrantada y expulsada.
Podemos conocer nuestro estado y carácter verdadero cuando nos preguntamos si tenemos o no el Espíritu de Dios y de Cristo, versículo 9. Vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu. Tener el Espíritu de Cristo significa haber cambiado el designio en cierto grado al sentir que había en Cristo Jesús, y eso tiene que notarse en una vida y una conversación que corresponda a sus preceptos y a su ejemplo.

Vv. 10-17.Si el Espíritu está en nosotros, Cristo está en nosotros. Él habita en el corazón por fe. La gracia en el alma es su nueva naturaleza; el alma está viva para Dios y ha comenzado su santa felicidad que durará para siempre. La justicia imputada de Cristo asegura al alma, la mejor parte, de la muerte. De esto vemos cuán grande es nuestro deber de andar, no en busca de la carne, sino en pos del Espíritu. Si alguien vive habitualmente conforme a las lujurias corruptas, ciertamente perecerá en sus pecados, profese lo que profese. ¿Y puede una vida mundana presente, digna por un momento, ser comparada con el premio noble de nuestro supremo llamamiento? Entonces, por el Espíritu esforcémonos más y más en mortificar la carne.
La regeneración por el Espíritu Santo trae al alma una vida nueva y divina, aunque su estado sea débil. Los hijos de Dios tienen al Espíritu para que obre en ellos la disposición de hijos; no tienen el espíritu de servidumbre, bajo el cual estaba la Iglesia del Antiguo Testamento, por la oscuridad de esa dispensación. El Espíritu de adopción no estaba, entonces, plenamente derramado. Y, se refiere al espíritu de servidumbre, al cual estaban sujetos muchos santos en su conversión.
Muchos se jactan de tener paz en sí mismos, a quienes Dios no les ha dado paz; pero los santificados, tienen el Espíritu de Dios que da testimonio a sus espíritus que les da paz a su alma.
Aunque ahora podemos parecer perdedores por Cristo, al final no seremos, no podemos ser, perdedores para Él.

Vv. 18-25.Los sufrimientos de los santos golpean, pero no más hondo que las cosas del tiempo, sólo duran el tiempo actual, son aflicciones leves y sólo pasajeras. ¡Cuán diferentes son la sentencia de la palabra y el sentimiento del mundo respecto de los sufrimientos de este tiempo presente! Indudablemente toda la creación espera con anhelosa expectativa el período en que se manifiesten los hijos de Dios en la gloria preparada para ellos. Hay impureza, deformidad y enfermedad que sobrevinieron a la criatura por la caída del hombre. Hay enemistad de una criatura contra otra. Son utilizadas, más bien se abusa de ellas, por el hombre como instrumentos de pecado. Sin embargo, este estado deplorable de la creación está “con esperanza”. Dios lo librará de estar así mantenida en esclavitud por la depravación del hombre. Las miserias de la raza humana, por medio de la maldad propia de cada uno y de unos con otros, declaran que el mundo no siempre continúa como está.
Que nosotros hayamos recibido las primicias del Espíritu, vivifica nuestros deseos, anima nuestras esperanzas y eleva nuestra expectativa. El pecado fue y es la causa culpable de todo el sufrimiento que existe en la creación de Dios. El pecado trajo los ayes de la tierra; enciende las llamas del infierno. En cuanto al hombre, ninguna lágrima ha sido derramada, ningún lamento se ha emitido, ninguna punzada se ha sentido, en cuerpo o mente, que no haya procedido del pecado. Esto no es todo: hay que considerar que el pecado afecta la gloria de Dios. ¡Con cuánta temeridad, temible, mira el grueso de la humanidad a esto! -Los creyentes han sido llevados a un estado de seguridad, pero su consuelo consiste más bien en esperanza que en deleite. No pueden ser sacados de esta esperanza por la expectativa vana de hallar satisfacción en las cosas del tiempo y de los sentidos. Necesitamos paciencia, nuestro camino es áspero y largo, pero el que ha de venir, vendrá aunque parezca que tarda.

Vv. 26, 27.Aunque las dolencias de los cristianos son muchas y grandes, de modo que serían vencidos si fueran dejados a sí mismos, el Espíritu Santo los sostiene. El Espíritu, como Espíritu iluminador, nos enseña por qué cosa orar; como Espíritu santificador obra y estimula las gracias para orar; como Espíritu consolador, acalla nuestros temores y nos ayuda a superar todas las desilusiones. El Espíritu Santo es la fuente de todos los deseos que tengamos de Dios, los cuales son, a menudo, más de lo que pueden expresar las palabras. El Espíritu que escudriña los corazones puede captar la mente y la voluntad del espíritu, la mente renovada, y abogar por su causa. El Espíritu intercede ante Dios y el enemigo no vence.

Vv. 28-31.Lo bueno para los santos es lo que hace buena su alma. Toda providencia tiende al bien espiritual de los que aman a Dios: apartándolos del pecado, acercándolos a Dios, quitándolos del mundo y equipándolos para el cielo. Cuando los santos actúan fuera de su carácter, serán corregidos para volverlos a donde deben estar. Aquí está el orden de las causas de nuestra salvación, una cadena de oro que no puede ser rota.
1. “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo”. Todo eso que Dios concibió como la finalidad de la gloria y felicidad, lo decretó como el camino de la gracia y la santidad. Toda la raza humana merecía la destrucción, pero por razones imperfectamente conocidas para nosotros, Dios determinó recuperar a algunos por la regeneración y el poder de su gracia. El predestinó, o decretó antes, que ellos fueran conformados a la imagen de su Hijo. En esta vida ellos son renovados en parte y andan en sus huellas.
2. “Y a los que predestinó, a éstos también llamó”. Es un llamamiento eficaz, desde el yo y desde la tierra a Dios y a Cristo y al cielo, como nuestro fin; desde el pecado y la vanidad a la gracia y la santidad como nuestro camino. Este es el llamado del evangelio. El amor de Dios, que reina en los corazones de quienes, una vez fueron Sus enemigos, prueba que ellos fueron llamados conforme a su propósito.
3. “Y a los que llamó, a éstos también justificó”. Nadie es así justificado, sino los llamados eficazmente. Los que resisten el evangelio, permanecen sujetos a la culpa y la ira.
4. “Y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Siendo roto el poder de la corrupción en el llamamiento eficaz, y eliminada la culpa del pecado en la justificación, nada puede interponerse entre esa alma y la gloria. Esto estimula nuestra fe y esperanza, porque como Dios, su camino, su obra, es perfecta.
El apóstol habla como alguien asombrado y absorto de admiración, maravillándose por la altura y la profundidad, y el largo y la anchura del amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento. Mientras más sabemos de otras cosas, menos nos maravillamos, pero mientras más profundamente somos guiados en los misterios del evangelio, más afectados somos por ellos. Mientras Dios esté por nosotros, y nosotros seamos mantenidos en su amor, podemos desafiar con santa osadía a todas las potestades de las tinieblas.

Vv. 32-39.Todas las cosas del cielo y la tierra, cualesquiera sean, no son tan grandes como para exhibir el libre amor de Dios como la dádiva de su coigual Hijo, como expiación por el pecado del hombre en la cruz; y todo lo demás sigue a la unión con Él y el interés en Él. “Todas las cosas”, todo eso que pueda ser causa o medio de cualquier bien real para el cristiano fiel. El que ha preparado una corona y un reino para nosotros, nos dará lo que necesitamos en el camino para alcanzarla.
Los hombres pueden justificarse a sí mismos aunque las acusaciones contra ellos estén plenamente vigentes; pero si Dios justifica, eso responde a todo. Así somos asegurados por Cristo. Él pagó nuestra deuda por el mérito de su muerte. Sí, más que eso, Él ha resucitado. Esta es la prueba convincente de que la justicia divina fue satisfecha. De manera que tenemos un Amigo a la diestra de Dios; toda potestad le ha sido dada a Él, que está allí, e intercede. ¡Creyente!; ¡dice tu alma dentro de ti, ¡oh, que Él fuera mío! Y ¡oh, que yo fuera de Él! ¡que yo pudiese complacerle y vivir para Él! Entonces, no juegues tu espíritu ni confundas tus pensamientos en dudas estériles e interminables, sino como estás convencido de impiedad, cree en aquel que justifica al impío. Estás condenado, pero Cristo ha muerto y resucitado. Huye a Él en esa calidad.
Habiendo Dios manifestado su amor al dar a su propio Hijo por nosotros, ¿podemos pensar que haya algo que pueda apartar o eliminar ese amor? Los problemas no causan ni muestran ninguna disminución de su amor. No importa de qué sean separados los creyentes, queda suficiente. Nadie puede quitar a Cristo del creyente; nadie puede quitar al creyente de Cristo, y eso basta. Todos los otros riesgos nada significan. ¡Sí, pobres pecadores! Aunque abunden con posesiones de este mundo, ¡qué cosas tan vanas son! Puedes decir de cualquiera de ellas, ¿quién nos separará? Puede que hasta te saquen las habitaciones preciosas, las amistades y la fortuna. Puede que vivas hasta para ver y esperar tu partida. Al final, debes separarte, porque debes morir. Entonces, adiós a todo lo que este mundo considera de supremo valor. ¿Qué te ha quedado, pobre alma, que no tienes a Cristo, sino aquello de lo cual te separaras gustoso, sin poder hacerlo: ¡la culpa condenadora de todos tus pecados!? Pero el alma que está en Cristo, cuando le quitan las demás cosas, se aferra a Cristo y estas separaciones no le pesan. Sí, cuando llega la muerte, eso rompe todas las demás uniones, hasta la del alma con el cuerpo, lleva el alma del creyente a la unión más íntima con su amado Señor Jesús, y al gozo pleno de Él para siempre.

martes, 21 de agosto de 2012

Perdiendo a los salvos



Perdiendo a los salvos


Qué desalentador saber que el diablo ha capturado el corazón de un miembro infiel de la iglesia
La responsabilidad de predicar el evangelio de Jesucristo e implorar a los pecadores obedecer este llamado corresponde a la iglesia de nuestro Señor (Marcos 16.15). Debemos ser persistentes en nuestros esfuerzos para llevar a otros a Cristo. El cuerpo del Señor está para continuar esta gran obra que nuestro Salvador inició mientras el vivió en la tierra (Lucas 19. 10). Nunca debemos cansarnos en este tremendo desafío. Sin embargo, también hay una necesidad de recuperar a los salvos que se han perdido.
Esa idea parece extraña, pero es un problema permanente que afecta y deja perplejo a los miembros espiritualmente fuertes de cualquier congregación. Cristianos interesados gastan gran cantidad de tiempo y esfuerzo en traer un alma perdida a Cristo, y al mismo tiempo son perturbados cuando son testigos de la pérdida de los salvos. En otras palabras, ganamos unos pocos y perdemos unos pocos. Si pudiéramos retener a todos aquellos que han sido bautizados en Cristo, nuestros edificios de la iglesia estarían llenos a su máxima capacidad. Ancianos, diáconos, predicadores, maestros y todos los cristianos fieles se sienten frustrados con la pérdida de miembros y, a menudo preguntan, "¿Quién tiene la culpa?"
Aunque muchos de nosotros tenemos la culpa si el apropiado cuidado no se ha demostrado a los que se extravían, el mismo Señor abordó este serio problema en su parábola respecto al sembrador (Lucas 8. 4-15). La semilla (la palabra) no era diferente, a medida que cayó en varios suelos (corazones). La diferencia era en los suelos (corazones). Muchos miembros, al no tener la profundidad real en Cristo, caen en las diversas tentaciones de Satanás. Otros permiten que los cuidados y placeres de este mundo los atraigan lejos de madurez en asuntos espirituales. Ellos no encuentran tiempo para meditar en la infinita gracia y amor de Dios, orar, estudiar la Biblia, asistir a períodos de adoración, visitar a los enfermos o enseñar al pecador del amor de Dios.
Muchos cristianos han llorado en silencio, ya que han visto almas ganadas por Satanás a pesar del manifiesto interés, el amor y la preocupación por parte de los miembros espirituales de la iglesia. Qué desalentador saber que el diablo ha capturado el corazón de un miembro infiel de la iglesia.
Nuestros hermanos y hermanas rebeldes deben observar la advertencia en Hebreos 6. 4-6 sabiendo que están crucificando al Hijo de Dios de nuevo y poniéndolo en vergüenza pública. Aquellos que se han desviado de Dios, como lo hizo el hijo pródigo en Lucas 15, deben volver sus sentidos, darse cuenta de su condición perdida, arrepentirse de sus pecados y orar a Dios por el perdón de sus ofensas (Hechos 8.22; 1 Juan 1. 8-10).
Habiendo dicho todo eso, no estamos librados de nuestra responsabilidad para hacer todo esfuerzo posible por hacer volver al hermano o hermana rebelde a Cristo Jesús. Pablo nos enseña:
"Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado" (Gálatas 6.1).
Esto no es una opción. Pablo hace obligatoria la parte de los hermanos fieles para llegar al hermano débil y equivocado a que se arrepienta de su infidelidad. Si este cuidado se muestra y el hijo rebelde de Dios es rescatado, un alma será salvada.
"Sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados" (Santiago 5.20).

lunes, 20 de agosto de 2012

ANSIEDAD - LA PLAGA MODERNA


ANSIEDAD - LA PLAGA MODERNA


"La edad de la razón" caracterizó una época anterior a la presente. Hoy vivimos en la "edad de la ansiedad". Un temor incierto, a menudo sin causa alguna, que resulta de la frustración, es lo que produce la ansiedad. La Biblia nos previene contra tales problemas mentales y nos brinda el mejor remedio para este mal común.
Jesús nos tranquiliza en Juan 14.1: "No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí". También en Mateo 6.25 dice: "Por tanto os digo: no os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?" La ansiedad duda de la palabra de Dios y puede guiar al pecado.
"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús"(Filipenses 4.4-7). Pablo detalla aquí el remedio para esta ansiedad moderna. Estudiemos este pasaje para librar nuestras vidas de este mal.
Debemos siempre alegramos en el Señor, pues el verdadero gozo perdura en Jesucristo, no en nosotros mismos. El verdadero gozo permanece para siempre, no solamente hoy o mañana. J. P. Roland describió la felicidad como "algo de lo que todos hablan, pero muy pocos conocen". El apóstol Pablo aprendió a regocijarse siempre. "No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación" (Filipenses 4.11). Quizá fallamos en regocijarnos siempre, porque no buscamos la felicidad en Jesús y también porque no esperamos ser felices. Regocijarse es parte del remedio para curar la ansiedad.
Debemos dejar que nuestra gentileza sea evidente hacia cada uno de nuestros semejantes. W. E. Vine define gentileza con características de ser "decente, moderada, propia y por lo tanto adecuada; paciencia demostrada, clemencia; que expresa esa consideración que contempla humana y razonablemente los hechos de un caso". Cierto escritor describió a los cristianos como "los caballeros de Dios". Cuando fallamos en ser justos y rectos o no actuamos con moderación, sufrimos las consecuencias de la ansiedad. La gentileza es parte del remedio de Dios para la ansiedad.
Debemos orar por todo. Pablo dijo a la iglesia en Tesalónica: "Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús" (1 Tesalonicenses 5.16-18). Oremos y roguemos con acción de gracias para que nuestras peticiones sean conocidas delante de Dios, y que las súplicas incluyan nuestras necesidades - las cosas de las que carecemos. La oración quiere decir: hablar con Dios, platicar con Él. La palabra "súplica" denota las cosas que pedimos o requerimos. Pablo nos recomienda que hablemos con Dios y pidamos con acción de gracias, todo lo que concierna a nuestras necesidades.
"Oren como si todo dependiera de Dios", escribió cierto autor, "y trabajen como si todo dependiera del hombre". El salmista dijo: "Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado" (Salmos 16.1). La oración es parte del remedio para curar la ansiedad.
Familiares, vecinos y personas a nuestro alrededor sufren de ansiedad. Las personas ansiosas están enfermas, tanto del cuerpo como espiritualmente. El tratamiento de Dios llena la necesidad de curarlas. La paz que da la tranquilidad interior así como la calma externa, satisface a los hijos de Dios que siempre se regocijan en Él. Es por eso que todo cristiano necesita demostrar gentileza a todos los hombres y orar a Dios con acción de gracias.

jueves, 16 de agosto de 2012

La oración de Pablo


La oración de Pablo “

…NO CESAMOS DE ORAR POR VOSOTROS…” (Colosenses 1:9)

Veamos lo que Pablo oraba por aquellos a quienes estimaba:

1) Que entendieran la voluntad de Dios: “… Que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” (Colosenses 1:9). Roma no era un lugar fácil para ser
cristiano, y sin embargo Pablo escribió acerca de los creyentes de allí: “Vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos…” (Romanos 16:19). La obediencia a Dios debería ser tu propósito primordial en la vida. Cuando se mencione tu nombre, nadie debería poner en tela de juicio tu grado de compromiso con Jesús.

2) Que sus vidas agradaran a Dios: “… Andar como es digno del Señor, agradándolo en todo…” (Colosenses 1:10). Cuando te presentes delante de Dios para ser recompensado, no vas a oír las palabras “bien dicho”, ni “bien planeado”, sino “…Bien hecho, mi buen siervo fiel…” (Mateo 25:21 Nueva Traducción Viviente).

3) Que prosperaran en la obra que Dios les había encomendado: “… Llevando fruto en toda buena obra…” (Colosenses 1:10). Nada les alegra más a los padres que ver el éxito de sus hijos. Y Dios siente lo mismo por ti.

4) Que perseveraran, aferrados a Su fortaleza: “Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, obtendréis fortaleza y paciencia” (Colosenses 1:11). Como las bombillas, que dependen de una fuente de energía para dar luz, así eres tú. Por eso, a menos que estés conectado a Dios, serás espiritualmente débil.

4) Que adoraran a Dios: “…Daréis gracias al Padre que nos hizo aptoalabanza s para participar de la herencia de los santos ” (Colosenses 1:12). En otras palabras, vive con una actitud de agradecimiento y un corazón lleno de alabanza.

martes, 14 de agosto de 2012

EL GOZO DE SEGUIR A CRISTO



 EL GOZO DE SEGUIR A CRISTO  

Quiero hablarles acerca del gozo que significa seguir a Cristo. Cuando el Maestro estuvo en el mundo llamó a hombres de todas las clases sociales para que le siguieran. El evangelista Mateo transcribe el siguiente llamamiento del Señor: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mateo 11.28-30).
Era un llamamiento para venir y aprender, venir a vivir, venir y trabajar por la vida eterna. Cristo sabía que muchos de los que llegarían a seguirle no sabrían el significado de este seguimiento, por eso vuelve a decir, esta vez a sus discípulos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame" (Mateo 16.24). No era, desde luego, cosa sencilla seguir a Cristo. Abandonar los propósitos de uno en la vida, vivir con una responsabilidad distinta, seguir de cerca el plan propuesto por el Maestro para llegar a ser discípulo, no era cosa fácil. Pero Dios ha querido siempre lo difícil.
El propósito principal en seguir a Cristo está en llegar a ser semejante a él. Esto lo declara el mismo Señor en otro pasaje de la Biblia, con las siguientes palabras: "El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor" (Mateo 10.24-25). El gozo de Cristo, la vida poderosa, victoriosa del Señor, el trabajo alegre que conduce a la creación de un mundo nuevo, de un estado de cosas distintas, todo viene como consecuencia de seguir a Cristo. Es un principio elemental que uno llega a parecerse a la persona que sigue o al ideal que profesa. Siguiendo a Cristo somos gradualmente transformados a una vida distinta, mejor y eterna en los cielos. Sentimos en nuestra alma un gozo nuevo; nos sentimos perdonados de nuestros pecados y en posesión de una paz gozosa, de una salvación sin límites.

lunes, 13 de agosto de 2012

Los cánticos.


Los cánticos.

Por medio del canto, los cristianos también adoran a Dios. Y al mismo tiempo, el canto sirve para la enseñanza y exhortación. El uso de instrumentos musicales o mecánicos no está autorizado por el Nuevo Testamento; tales instrumentos sólo se utilizan en el Antiguo Testamento, en tiempo de la ley (2 Crónicas 29.25; vea Salmo 150 y observe que también se empleaba la danza, versículo 4); pero a partir de la muerte de Jesucristo, el cristiano ha muerto a la ley o antiguo pacto (Romanos 7.4; Hebreos 8.6,13) para someterse a lo establecido en el nuevo pacto. En el Antiguo Testamento se mandaba cantar y tocar; pero en el Nuevo Testamento sólo se manda cantar (Efesios 5.19 y Colosenses 3.16). Vea estas otras Escrituras: Hechos 16.25; 1 Corintios 14.15; Santiago 5.13. Si se invoca el Antiguo Testamento para justificar el uso de instrumentos mecánicos en la adoración al Señor, también habrá que incluir en la adoración de nuestro tiempo el incienso, la danza y otras prácticas que se usaban para adorar en tiempo de la ley.

viernes, 10 de agosto de 2012

El estudio de la palabra de Dios


El estudio de la palabra de Dios

Los primeros cristianos, como nosotros hoy, se edificaban mediante la lectura y la predicación de las Escrituras cuando se reunían para adorar al Señor. El apóstol Pablo escribió a los hermanos de Tesalónica: "Os conjuro por el Señor, que esta carta se lea a todos los santos hermanos"(1 Tesalonicenses 5.27). También ordenó a la iglesia de Colosas lo siguiente: "Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros" (Colosenses 4.16). Vea también Hechos 20.7. Exponer la palabra de Dios en la iglesia es importante por cuando es el único medio que el Señor ha escogido para revelarnos su voluntad en la era cristiana (Hebreos 1.1,2). Por esta última Escritura, sabemos que Dios nos habla hoy sólo por medio de su Hijo; y su mensaje ya ha sido escrito a plenitud en el Nuevo Testamento por hombres inspirados por el Espíritu Santo (Juan 14.26; 16.13). Su mensaje fue revelado y confirmado en días de los apóstoles por el Espíritu Santo y sus dones milagrosos (Marcos 16.20; 1 Corintios 12.8-10; Hechos 2.3,4). Esto significa que en nuestro tiempo no tenemos que buscar el mensaje del Señor en ninguna revelación fuera de lo escrito en el Nuevo Testamento, ni una señal milagrosa que lo confirme. De acuerdo con las Escrituras, los dones para revelar la verdad y confirmarla estarían operando hasta que dicha revelación hubiera llegado a su grado perfecto (1 Corintios 13.8-12; lea todo el capítulo juntamente con el 12, y observe que la "ciencia" del 13.8 es el mismo don de "ciencia" del 12.8). Los primeros cristianos predicaban y enseñaban lo que Dios les revelaba mediante ciertos dones del Espíritu Santo; y cuando predicaban el mensaje revelado, contaban con otros dones, como el de milagros y sanidad, que lo confirmaban (lea nuevamente Marcos 16.20 y Hebreos 2.3,4).

martes, 7 de agosto de 2012


Como cristiano, usted debe adorar al Señor (Juan 4.23,24). En el Nuevo Testamento, Dios no exige un lugar exclusivo de adoración; pero sí, ser adorado de manera correcta: "en espíritu y en verdad" (Juan 4.24). Aun cuando las construcciones de edificios resultan de gran ayuda para las reuniones de la iglesia, el Nuevo Testamento no dice nada en cuanto a ellas. Los primeros cristianos se reunían como iglesia en sus propias casas. Por ejemplo, Pablo saluda a Aquila y a Priscila y "a la iglesia de su casa" (Romanos 16.5). Y en la epístola a los Corintios se registra el saludo de"Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa" (1 Corintios 16.19). También Pablo saluda a Ninfas "y a la iglesia que está en su casa" (Colosenses 4.15). Y en la epístola a Filemón, Pablo y Timoteo saludan a este cristiano "y a la iglesia que está en tu casa" (Filemón 2).
La adoración cristiana está revelada con toda exactitud en el Nuevo Testamento. Incluye: Estudio de la palabra de Dios, oración, cánticos, la Cena del Señor o comunión, y ofrenda.

domingo, 5 de agosto de 2012

Reúnase con los cristianos de su comunidad,


Reúnase con los cristianos de su comunidad, y si no hubiere una de las iglesias de Cristo (Romanos 16.16) ahí, comience una en su casa o adonde mejor convenga. Hay que saber que la iglesia no es el edificio, sino la gente convertida. Lea Romanos 6.5; 1 Corintios 16.19; Colosenses 4.15; Filemón 1.2. En su oportunidad, nos referiremos a estas Escrituras. Como cristiano, usted no debe unirse a ninguna secta religiosa, pues muy pronto usted descubriría doctrinas y mandamientos de hombres, los cuales impiden que se predique la verdad de la Biblia en toda su pureza. Si no hubiere una de las iglesias de Cristo en su ciudad, establezca una convirtiendo a la gente del mismo modo que usted fue convertido. Reúna algunas personas y estudie la Biblia con ellas (Hechos 17.11). Juntos pueden llegar a las mismas conclusiones a las cuales usted llegó. En tal caso, usted podría bautizar a los que decidieron obedecer el evangelio de Jesucristo.

viernes, 3 de agosto de 2012

el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen


Ahora ya usted es cristiano. Eso significa que Dios lo ha añadido a su iglesia o reino (Hechos 2.41,47; 1 Corintios 12.13). Ser cristiano denota que uno posee el perdón de Dios y la vida eterna. Todo cristiano es nueva criatura (2 Corintios 5.17) por cuanto ha nacido de agua y del Espíritu (Juan 3.3-5; Tito 3.5). Además, esto deja ver que ya usted posee "el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen" (Hechos 5.32; vea también Romanos 8.9 y Efesios 1.13). Ahora debe mantenerse fiel y sin caída (1 Corintios 10.11,12; Hebreos 2.1-3). Su moral y espiritualidad han de ser de acuerdo con la voluntad de Dios. El móvil del comportamiento cristiano siempre será el amor a Dios y al prójimo. Si rechaza el mal, es por amor; si practica el bien, es por amor (Romanos 12.2, 9-21; 13.8-10,14). La santidad y amor de Jesucristo han de reflejarse en usted, "porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos" (Gálatas 3.27).
Como cristiano, usted sabe que no ha de llevar ningún nombre denominacional. Sólo basta decir que es cristiano. Sí, cristiano nada más. En Hechos leemos que los discípulos de Jesucristo eran conocidos como cristianos (Hechos 11.26). También por Hechos 26.28 sabemos que ese era su calificativo. Pedro demuestra lo mismo cuando dice: "si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello"(1 Pedro 4.16). El cristiano rechaza todos los calificativos sectarios, porque sabe que los mismos no tienen asidero bíblico y sólo sirven para confundir y dividir al mundo religioso.