viernes, 30 de septiembre de 2022

La responsabilidad del creyente

 

La responsabilidad del creyente


“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él” Romanos 6:6-9.

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” Tito 2:11-12.

Nuestra responsabilidad como creyentes, luego de haber recibido el Espíritu Santo por medio de la fe en Cristo, podemos resumirla en 4 aspectos:

1. Conocer la realidad de nuestra unión e identificación con Cristo en su muerte y resurrección (Rom 3,6,9, Gálatas 2:20)

Es decir, si Cristo murió entonces yo morí, si Cristo resucitó, yo por fe resucité para una nueva vida.

2. Aceptar, que lo sucedido con Cristo es verdad en mí, es decir, de la misma manera también nosotros debemos considerarnos muertos, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro (Romanos 6:11)

Por lo tanto debemos vivir por fe a la luz de lo que pasó en la cruz y en su resurrección.

3. Presentarnos (o someternos) una vez y para siempre como vivos de entre los muertos para ser posesión de Dios y para que Él nos use (Rom 6: 13, 16, 19). Debemos tener la disposición de decir: Aquí estoy para hacer tu voluntad y para corresponder a tu amor, en servicio, en adoración (Salmos 22:22).

4. Obediencia a la doctrina tal como ha sido revelada, ofreciéndonos a Dios como sacrificio vivo (Rom 12, 16, 17), es decir, no obedecer al pecado en contraposición a la obediencia a la fe, pues ahora somos de Cristo (Romanos 6:14-16).

El sustento de nuestra responsabilidad como creyentes, es su gracia, esto lo vemos en el pasaje de hoy donde en carta a Tito se usa la palabra “enseña o enseñándonos” (Tito 2:12) que según el griego original se refiere a algo más que una “instrucción” o una enseñanza teórica, pues abarca todo el proceso de la formación de un niño: instrucción, aliento, corrección y disciplina. Esto es maravilloso, la gracia que hemos recibido, su favor inmerecido nos dota del poder para resistir y vencer el poder del pecado.   Oración.

«Padre, sé que tú actúas en mí por medio del poder de tu Espíritu, para reflejar a Cristo en mi vida, para tu gloria y alabanza, continúa forjando en mí el carácter de tu hijo amado. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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