miércoles, 18 de octubre de 2023

Trabajando con fervor

 


Trabajando con fervor

“Entonces se levantó el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea, y edificaron hasta la torre de Hananeel. Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y luego edificó Zacur hijo de Imri. Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado; ellos la enmaderaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos. Junto a ellos restauró Meremot hijo de Urías, hijo de Cos, y al lado de ellos restauró Mesulam hijo de Berequías, hijo de Mesezabeel. Junto a ellos restauró Sadoc hijo de Baana. E inmediato a ellos restauraron los tecoítas; pero sus grandes no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor” Nehemías 3:1-5

“Después de él Baruc hijo de Zabai con todo fervor restauró otro tramo, desde la esquina hasta la puerta de la casa de Eliasib sumo sacerdote” Nehemías 3:20

En este capítulo se revela la gran unidad entre el pueblo de Dios para reconstruir las murallas de Jerusalén, fue un tremendo reto; por eso, unos 40 grupos trabajaron simultáneamente. Partes de la muralla se hicieron completamente nuevas, mientras que otras fueron solo reparadas. Aquí se destacaron las grandes dotes de Nehemías como líder y organizador. Recordemos que este siervo de Dios era un simple copero del rey de Persia, pero usado de manera sorprendente al ser guiado por Dios para reconstruir la Santa Ciudad.

Cada vez que nos sintamos incompetentes ante cualquier desafío, pensemos lo que Dios es capaz de transformar en nosotros para lograr sus planes, y siempre recordemos que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece (Filipenses 4:13). Esta unidad también anticipa el propósito y metas que caracterizarían a la iglesia cristiana; veamos Filipenses 1:27-28 “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, más para vosotros de salvación; y esto de Dios”.

También en este pasaje se muestra a los que trabajan con diligencia para la obra de Dios, como fueron los sacerdotes, levitas y las personas más humildes; entre ellos, se destaca Baruc que lo hizo con todo fervor (Nehemías 3:20); en contraste con los que fueron perezosos para hacerlo, como es el caso de los tecoítas, que no se prestaron para ayudar; a estos se les llamaba los “grandes”, haciendo referencia a su estatus social y económico, y que no quisieron involucrarse. En el libro de Nehemías se conmemoraron los nombres de todos los que repararon el muro, pues fue una obra de amor, patriotismo y servicio para darle tranquilidad y seguridad al pueblo de Dios en medio de tantos enemigos que lo rodeaban.

Tenemos que entender que la obra de Dios solo se hace con su poder; sin embargo, como en este caso, habrá personas en la iglesia que piensan que son demasiado sabias o importantes para trabajar arduamente, perdiéndose el privilegio de servir y ver la manifestación sobrenatural de Dios en sus vidas. Dios le dio sabiduría a Nehemías para que cada sacerdote reparara la pared frente a su propia casa, además de otras secciones; si cada uno era responsable de la parte del muro que estaba cerca de su casa, estarían más motivados para construir, no desperdiciarían tiempo trasladándose a otros lugares, estarían defendiendo su propia casa si eran atacados y harían de la construcción un esfuerzo familiar.

¡Qué hermoso ejemplo para hacer la obra de Dios en nuestra iglesia!, sentir que cada proyecto es propio y que es una tarea de todos; lo haríamos con más amor y entusiasmo. Pidamos al Señor que entendamos que Él necesita gente como Baruc para hacer el trabajo con responsabilidad, excelencia y gozo; saber que, con pocos Baruc, se puede transformar el mundo, así como Jesús lo hizo con sus 12 discípulos. Hoy sigamos el consejo de Pablo en Romanos 12:11 “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.  Oración.

«Señor enséñame a amar tu obra de tal manera que la realice con amor, responsabilidad, cuidado y entusiasmo, porque es para la construcción de tu reino en esta tierra; y para gloria y alabanza de tu nombre. Que nada me parezca demasiado cuando se trata de hacer tu voluntad. Llena mi corazón de fervor, diligencia y entrega para servirte. En el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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