sábado, 5 de marzo de 2011

COMPLETAMENTE DEPENDIENTE DE ÉL

COMPLETAMENTE DEPENDIENTE DE ÉL
Dios siempre ha querido un pueblo que caminase completamente dependiente de él ante los ojos del mundo. Por eso, él tomó la insignificante y pequeña nación de Israel y la aisló en un desierto. Él la colocó en una serie de pruebas con el objetivo de producir un pueblo que confiaría en él bajo cualquier circunstancia. Dios quería que Israel pudiese testificar, “Puedo pasar por cualquier prueba, cualquier dificultad, aún aquellas que rebasan mis habilidades. ¿Cómo? Yo sé que mi Dios está conmigo en cada prueba. Él me llevará al otro lado.”

Considere la declaración de Moisés a Israel: “[Dios] te afligió, te hizo pasar hambre”(Deuteronomio 8:3). Dios le estaba diciendo, “Yo orquestré tu prueba. No fue el diablo. Yo poseía todo el pan y carne que necesitarías. Yo estaba listo para enviártelos del cielo en cualquier minuto. Estaba todo almacenado, esperando a que lo recibieras. Pero lo guardé por un tiempo. Hice esto por un periodo. Estaba esperando a que llegases al límite de tu dependencia en ti mismo. Quería traerte a un punto de crisis donde sólo yo podría librarte. Yo permití que experimentaras el límite de tu ingenio, un lugar de imposibilidad humana. Esto conllevaría a un milagro de liberación de parte mía.”

Hoy día el Señor todavía sigue buscando personas que dependan completamente de él. Él quiere una iglesia que testifique tanto en palabras como en acciones que Dios es todopoderoso para ellos. Él quiere que un mundo perdido vea que él trabaja poderosamente para aquellos que le aman.

Job declaró, “Él conoce mi camino: si me prueba, saldré como el oro” (Job 23:10). Aquí está una declaración increíble, especialmente cuando consideramos el contexto en el cual Job lo dijo.
Job sufrió una de las peores pruebas que un ser humano pudiera pasar. Perdió a todos sus hijos en un accidente, y luego su riqueza y posesiones se desvanecieron. Finalmente, Job perdió su salud física. Todas estas cosas sucedieron en un corto periodo de tiempo y por consiguiente, le fueron grandemente abrumadoras.

Sin embargo, Dios había puesto a Job en ese camino. Y sólo el Señor sabía hacia dónde lo llevaría eventualmente. Era un plan tan divinamente orquestrado que Dios aún permitió a Satanás que afligiese a Job. Es por eso que Job no podía ver a Dios en nada de lo que sucedía: “Si me dirijo al oriente, no lo encuentro; si al occidente, no lo descubro. Si él muestra su poder en el norte, yo no lo veo; ni tampoco lo veo si se oculta en el sur. Más él conoce mi camino” (Job 23:8-10).

Job estaba diciendo, “Yo sé que Dios conoce todo lo que estoy soportando. Y él conoce el camino por recorrer. Mi Señor me está probando ahora mismo. Y yo estoy confiado en que él me sacará al otro lado y tendré una fe más fuerte. Saldré limpio y purificado, con una fe más preciosa que el oro.