domingo, 8 de noviembre de 2020

Libre de condenación. Parte 2

 

Libre de condenación. Parte 2


“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1 Juan 2:15-17

Es recibiendo el amor del Padre, que podemos dejar el pecado y la condenación que este conlleva. Cuando recibimos el amor del Padre, por medio de Jesucristo, somos liberados de toda condenación. Ese amor nos impulsa, ya que, si creemos que Cristo murió por cada uno de nosotros, también creemos que hemos muerto a nuestra vida antigua (2 Corintios 5:14-15).

Como dice una canción popular, “amor con amor se paga”. El amor de Dios es verdadero, no es cualquier amor, fue mostrado en la cruz, nos dio vida eterna y ahora habita por medio de su Espíritu en nuestro corazón para darnos la capacidad de cumplir la ley del amor. Entonces, si amamos con el amor que Él nos amó, amamos a los demás y no les hacemos daño por medio del pecado.

Miremos cuánto amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos, y si nos damos cuenta del amor del Padre y lo recibimos, lo ponemos en acción cada día, y dejaremos definitivamente los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida que nos lleva al pecado. Oración.

«Padre, quiero agradarte y hacer tu voluntad, pues de la misma manera que me amaste, ahora anhelo servirte y por amor a Cristo apartarme de toda maldad, no seguir los malos deseos del mundo y crucificar cada día los impulsos de la carne. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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