La
naturaleza divina en mi
“Entonces el
ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y
ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre
JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le
dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre,
y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues
no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá
sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también
el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”. Lucas 1:30-35
Si nos
ponemos frente a esta escena de la historia nos encontraremos en Nazaret ciudad
de Galilea, con un relato que transcurrió seis meses después de que el ángel se
le apareciera a Zacarías, ahora estaba apareciéndose a María, una virgen del
pueblo de Israel. Cumpliéndose la profecía de parte de Dios a través del
profeta Isaías que dice: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que
la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Isaías
7:14
Isaías
utilizó la palabra hebrea “~almah” (virgen, doncella) bajo la inspiración del
Espíritu Santo profetizando que el Mesías vendría, y ese niño nacería de una
virgen. María fue muy favorecida, fue bendecida entre las mujeres. Elevó la
maternidad a un nivel superior. Muchos niegan este hecho sobrenatural relatado
en la Biblia, considerado biológicamente imposible, pero la autoridad de la
Palabra de Dios es suficiente en sí misma y afirma categóricamente el
nacimiento virginal de Cristo.
María ante
esa aparición angelical se turbó, porque cuando lo sobrenatural se pone en
contacto con lo natural, siempre crea temor. Preguntó: “¿Cómo será esto?, pues
no conozco varón”. Es importante destacar que ella no dudó de lo que le dijo el
ángel, sino que quería saber cómo se realizaría tal acontecimiento.
“Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder
del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va
a nacer será llamado Hijo de Dios.», Lucas 1:35
La respuesta
del ángel destaca un detalle de máxima importancia. El mensajero afirmó que el
Espíritu Santo, de una forma creadora, haría que Jesús fuera físicamente
concebido. Esta concepción milagrosa y el mencionado nacimiento virginal de
Cristo eran necesarios también por su carácter divino, es decir, por su deidad
y por su preexistencia. El nacimiento virginal era la única manera por la cual
Dios podía introducir a un ser santo en la familia humana, colocando en el
vientre de María la simiente divina, por medio del Espíritu Santo.
Cuando María
lo entendió estuvo dispuesta a ser ese instrumento que Dios utilizaría para
traer al Salvador del mundo, independientemente de todo lo que esto implicaba
para su vida.
Ante lo
sobrenatural, podemos experimentar el mismo temor, pero tenemos que
acostumbrarnos a esto, puesto que el Espíritu Santo nos ha sido dado a los
creyentes, para que la naturaleza sobrenatural y divina de Cristo viva en
nosotros y se manifieste a través de nuestras vidas. María tuvo el privilegio
de recibir a Cristo físicamente al tenerlo en su vientre, pero también
espiritualmente (puesto que estaba llena del Espíritu Santo), y su entrega a Él
fue total. Ahora nosotros somos los portadores de esa naturaleza divina porque
somos templo del Espíritu Santo, que es el mismo Espíritu de Cristo. La
pregunta para nosotros entonces es: ¿estamos dispuestos a ser esos instrumentos
en las manos de Dios, para que siga haciendo su obra a través de nuestras
vidas? Oración.
«Gracias Señor Jesús por venir a morar en mi vida por medio de tu Santo Espíritu. Como María entiendo que esto es un gran misterio; que el Majestuoso y Soberano Dios, haya decidido venir a morar en mi naturaleza humana, por haber recibido a su Hijo Salvador en mi corazón, pero estoy dispuesto a rendir todo mi ser a ti, y a permitir que tú tomes el trono de mi vida y manifiestes tu naturaleza sobrenatural en mí, lléname de tu Santo Espíritu, amén.