viernes, 17 de abril de 2020

El clamor del pueblo


El clamor del pueblo
«Aconteció que después de
muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob» Éxodo 2:23-24
Después de muerto José, los Israelitas se multiplicaron en gran manera, y para ese entonces en Egipto se levantó un nuevo rey que empezó a oprimirlos con dura servidumbre, pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban. En medio de tanta opresión el pueblo clama a Dios por su liberación, Dios escucha sus gemidos y levanta un líder, Moisés, para liberarlos de la esclavitud, y le dice: «El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel» (Éxodo 3:9-10). Y también les da una promesa: «Yo os sacaré de la aflicción de Egipto […], a una tierra que fluye leche y miel». (Éxodo 3:17)
Tal vez nuestra vida esté convertida en un Egipto, en padecimientos, opresión, menosprecio, amarguras y pecado. Entonces ¿qué podemos hacer? Al igual que los israelitas, tenemos que clamar y gemir al Dios Altísimo, porque no es el Faraón quien determinó su liberación, sino Dios, pues la crudeza de los conflictos no son determinantes en nuestra vida, sino la mano de Dios con su poder, Él dice: «Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces». (Jeremías 33:3)
Dios no es indiferente a lo que vive la humanidad, pues somos creación de Él y desde su templo inclina su oído al clamor de sus hijos, pero quiere que abandonemos los malos caminos, los pensamientos inicuos, nos despojemos del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos y aceptemos su voluntad para vivir una vida nueva, sin anhelar volver a la esclavitud del pecado.
Hermano, el Señor es tu pronto auxilio en la tribulación, acércate a Él, abre tu corazón, acéptalo como tu Salvador, Él te sacará de toda esclavitud y del pecado para llevarte a una tierra que fluye leche y miel. Oración.
«Cristo Jesús, clama mi alma y mi corazón se doblega ante ti, reconociendo que necesito tomarme de tu mano para salir de toda esclavitud, de maldad, opresión, tribulación y pecado, pues solo en ti encuentro mi pronto auxilio, eres mi Libertador y mi Salvador. Te amo Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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