domingo, 4 de julio de 2021

Jesús camina con nosotros

 

Jesús camina con nosotros


Oración.

«Amado Jesús, que nuestros problemas y desalientos no nos hagan dudar de que tú caminas a nuestro lado, que no tomemos la dirección equivocada alejándonos del compañerismo de los hermanos en la fe y separándonos de ti, que eres la fortaleza en medio de las preocupaciones y planes frustrados. Amén.»

“Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen.” Lucas 24:15-16

“Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Llegaron a la aldea donde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista.” Lucas 24:25-31

El evangelio siempre comunica la imagen de un Jesús real, al lado de sus discípulos, independientemente de lo que son. Pero, el velo que dice el Vs. 16 «Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen», fue por la incredulidad que viene de tener una imagen de Cristo en la sepultura, un vago recuerdo de Jesús, en la mente de esos dos discípulos que no vieron las marcas de la cruz, ni en sus manos, ni en sus pies.

La incredulidad puede llevarnos a no tener interés por lo que sucede a nuestro alrededor. Para estos discípulos del camino de Emaús, Jesucristo no había llenado sus expectativas y aspiraciones, no creyeron en su resurrección.

Sin querer, podemos desarrollar un velo en nuestros ojos y no ver a Jesús resucitado, caminando a nuestro lado. Imagínese cómo se sintió Jesús, cuando esos dos discípulos lo trataron de forastero y empezaron a hablar en pasado, Vs.19-20 » Entonces él les dijo: ¿Qué cosa? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obras y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes, a sentencia de muerte y le crucificaron». Es perder la esperanza, es decir «se acabó», ya no lo esperan. Sin embargo, el Señor actúa como maestro y les da la lección completa, renueva su fe a través de la Escritura y luego, a través de la señal de la Santa Cena, de la cual fueron testigos cuando Jesús iba a ser entregado. La incredulidad se transformó en convicción y regresaron a Jerusalén.

Aquellos que queremos seguir a Cristo no podemos tener una visión estrecha y un horizonte limitado de Jesús. La Palabra de Dios remueve el velo de la incredulidad en los momentos de dificultad, es a ella a quien debemos acudir cuando nos encontremos solos y desesperanzados por las situaciones de la vida y el reunirnos con otros creyentes a compartir no sólo la Santa Cena, sino, reconocer a Jesús en medio de ellos, nos dará la esperanza de que es posible experimentar el poder y la ayuda que el Señor quiere darnos, nos hará recordar que el Cristo Vivo mora en nuestros corazones y que no estamos solos.

Recordemos que Él camina con nosotros, independientemente de las circunstancias.     Oración.

«Amado Jesús, que nuestros problemas y desalientos no nos hagan dudar de que tú caminas a nuestro lado, que no tomemos la dirección equivocada alejándonos del compañerismo de los hermanos en la fe y separándonos de ti, que eres la fortaleza en medio de las preocupaciones y planes frustrados. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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