sábado, 27 de enero de 2024

Esto es discipulado

 

Esto es discipulado


“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Mateo 28:19-20

Jesus dijo “vayan” y hagan discípulos.

¿Cómo hizo discípulos Jesús?

¿Cómo hizo discípulos Pablo?

¿Cómo hicieron discípulos los apóstoles?

¿Se quedaron acaso en los templos? ¿formaron grupos cerrados de alabanza? ¿Se dedicaron a construir grandes edificios? ¿llenaron sus agendas de diversos eventos?

La respuesta a todas estas preguntas es no. Jesus, Pablo y los apóstoles “fueron” a donde el Espíritu de Dios los enviara, sin equipaje y muchas veces sin dinero. Solo con lo que tenían: un corazón dispuesto y la palabra de Dios escrita en su corazón. No llenaron templos, sino corazones y antes de ser maestros, pastores o grandes evangelistas fueron amigos: amigos de pecadores, publicanos, viudas, huérfanos y enfermos. Renunciaron a su comodidad y complacencia por un sueño mucho mayor: llevar el reino de Dios hasta el último lugar de la tierra.

Si nos dedicáramos a hacer discípulos a la manera de Cristo, tendríamos menos estrés, ansiedad, deudas, compromisos o reuniones y mucha más libertad y tiempo para las únicas tres cosas que en verdad hacen la diferencia en el discipulado: AMAR, ENSEÑAR Y SERVIR.

AMAR: nuestra relación de amor con Dios será la pauta con la que amemos a nuestros hermanos. “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano.” Proverbios 18:24

ENSEÑAR: la palabra de Dios es la verdad y lo único que puede alumbrar, liberar y sanar a la humanidad. “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8: 32

SERVIR: “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20:35). Hacer lo que hacemos con amor, compasión y diligencia no solo beneficia a los otros, sino que alivia nuestro propio corazón.  Oración.

«Señor ayúdame a salir de mi propia comodidad, permíteme ir por aquellos por quien tú moriste. Enséñame a amar, enseñar y servir haciendo discípulos de Cristo. Amén.