martes, 28 de noviembre de 2023

Me llamaste por mi nombre

 

Me llamaste por mi nombre

“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob,


y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.” Isaías 43:1

Un día me encontraba en la clínica a la espera de una toma de exámenes de sangre y justo el horario que escogí era el más concurrido, tanto así que no había donde sentarse mientras llegaba mi turno; de repeso el sistema estaba caído y al estarlo obligaba a las enfermeras a que cada vez que llamaban un paciente tuvieran que gritar su nombre, pues ante la cantidad de personas que había no se lograba escuchar claramente. Mientras notaba ese caos y quería salir rápido de ese lugar, observaba cómo a medida que mencionaban los nombres de los pacientes poco a poco se paraban y dirigían a la casilla que les correspondía; en ese instante el Señor llamó mi atención recordándome que en el mundo pasa igual, pues hay millones de personas a quienes Él sabe sus nombres, pero una cosa es que Él sepa esto y otra muy diferente es que los conozca. Para explicar mejor mencionaremos un ejemplo práctico; todos conocemos el nombre del gobernante de nuestro país, pero eso no nos indica que lo conozcamos o con eso podamos saber: ¿Cuáles son sus gustos, cómo es él, su personalidad, etc.,? pues es claro que para poder conocer esto, necesitaríamos pasar tiempo de calidad con esa persona, pero no lo tenemos porque ni siquiera podemos acceder a él. En el caso con Dios, el mundo sí tiene acceso a Él (Juan 3:16-17) pues su anhelo siempre ha Sido el que todos tengamos una intimidad con Él, pero lastimosamente no todos desean hacerlo, pues les cuesta creer y reconocer la obra salvadora de nuestro Señor Jesucristo.

En el caso de los creyentes, estamos seguros y tranquilos al saber que Dios nos conoce, por medio de nuestra fe en Jesús, pero lo que anhela es que cultivemos día a día esa relación de amor con Él.

Cuán especial debe ser para nosotros el recordar esta verdad, de que tenemos la posibilidad de relacionarnos con el Creador, de manera cercana, de entender y creer que ahora somos “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,” pero esto tiene un propósito: “anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable;” (1 Pedro 2:9)    Oración.

«Padre, gracias por nunca rendirte y buscarme en todo momento para que fuera restablecida nuestra relación por medio de la obra redentora de tu Hijo Jesús. Qué bendición es saber que ahora somos amigos y que tengo acceso a ese lugar santísimo. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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