viernes, 6 de mayo de 2022

Un ciego no puede guiar a otro ciego

 

Un ciego no puede guiar a otro ciego


“Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; más todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro”. Lucas 6:39-40

“¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: hermano, ¿déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano”. Lucas 6:41-42

“No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas”. Lucas 6:43-44

Estas enseñanzas de Jesús tienen mucho que ver con nosotros, no podemos guiar a otros si primero no ponemos atención a lo que está pasando en nuestra propia vida. No podemos dar de lo que no tenemos, no podemos enseñar lo que no sabemos y no podemos ayudar a otros si no somos libres primero de nuestras propias ataduras.

Si estamos ciegos ante nosotros mismos no podemos ver con claridad, ni mucho menos servir a los demás. Necesitamos la luz de Cristo en nosotros para poder andar sin tropiezo, tenemos que recibir primero la sanidad divina. Como en Marcos 10:51 “Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista”.

Es tiempo de dejar que la palabra de Dios sea implantada en nuestro corazón de tal modo que seamos fructíferos y se manifieste en todo lo que pensamos, hacemos y hablamos, porque el árbol se conoce por sus frutos. Dice la biblia “de la abundancia del corazón habla la boca”, entonces: ¿Qué tenemos en nuestro corazón? Que lo que habla nuestra boca concuerde con lo que abunda en nuestro corazón.

El Señor hoy nos invita a que todo lo que pensemos, hablemos o hagamos sea conforme a su palabra. Es difícil guiar a otros más allá de donde hemos llegado cada uno de nosotros. Primero debemos ser ejemplo en todo, para que otros puedan seguirnos.

No podemos juzgar y criticar a los demás si primero no examinamos nuestro propio corazón. Aquí con esta parábola Jesús nos enseña cómo un hombre con una viga en su ojo trata de sacarle una pajita al ojo de su vecino. No tenemos derecho a criticar a otros a menos que no tengamos ninguna falta y eso es casi imposible, porque todos somos pecadores y fallamos de una u otra forma.

Un maestro decía: «No puedo oír lo que me dices porque estoy escuchando lo que haces”. Las palabras bonitas no pueden tomar el lugar de las buenas obras. Es con nuestro testimonio que impactamos la vida de los demás. Hoy que hay tantas ideologías y sectas extrañas no podremos vencerlas con confrontaciones, palabrería e ira, sino demostrando la superioridad del evangelio a través de la transformación de nuestra vida, como el único poder que nos ha hecho mejores personas.

¿Qué nos está susurrado el Espíritu Santo hoy? Nadie puede hablar de Dios con verdad a menos que se deje guiar por el Espíritu Santo, porque Él es el que nos revela los verdaderos pensamientos e intenciones de nuestro corazón. Pidamos que nos conceda entendimiento para hablar y hacer todo lo que traiga el amor y la paz de Dios en los corazones de los que nos rodean.  Oración.

«Señor Jesucristo, dame visión espiritual, para entender primero el estado de mi vida, tú conoces mis pensamientos e intenciones con las que me dirijo a los demás, examíname para que sea consciente de mis propias faltas y no juzgue o critique a los otros sin primero corregir mis propios errores. Lléname de tu palabra y de tu presencia para que todo lo que piense, hable y haga provenga de ti. Dios, hoy me invitas a abordar mis relaciones con amor, bondad y sabiduría, siendo testimonio y ejemplo de transformación por medio de tu evangelio y de la gracia de tu Santo Espíritu. En el Nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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