viernes, 25 de agosto de 2017

Caín y Abel. Dios mira el Corazón. Génesis 4


Caín y Abel. Dios mira el Corazón. Génesis 4







Una familia como muchas aparentemente normal. Adán y Eva tienen dos hijos crecen cada y uno se dedica a su trabajo. V 1 “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón.  4:2 Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra.”

Como nos podemos dar cuenta hasta aquí no hay ningún problema. Los dos creen en Jehová, tanto que los dos llevan ofrenda a Dios. V 3-4 a “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.

4:4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas”



En la palabra no dice que Caín llevo lo peor, simplemente dice que llevo ofrenda. Es más Dios sabe del esfuerzo que hizo Caín, recuerda que el trabajo de labrar la tierra no es fácil, no es un trabajo para flojos.

Dios miro dos cosas, miro a Abel y miro su ofrenda. V 4 b “Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;” de la misma forma mira a Caín y mira su ofrenda. V 5 a “pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya”

Dios primeramente mira al hombre, pero después mira la ofrenda no podemos separar al hombre de la ofrenda.

Dios mira nuestro corazón. 2 Corintios 9: 7 “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”

En el corazón de Caín había maldad. V 6 “Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?”

Aquí encontramos el tipo de dos clases de cristianos, uno que se congrega porque ama a Dios y su actitud es la mejor y otro que hace las cosas porque le toca. Hoy nuestra ofrenda ya no son los animales, ni el producto del campo. Nosotros somos esa ofrenda viva y el templo es el lugar donde nos damos en sacrificio. Romanos 12: 1 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”

Entregar nuestro cuerpo en sacrificio significa dar lo mejor del tiempo que Dios nos da, lo mejor de los talentos, lo mejor de los diezmos. Etc.

Dios sabe lo que hay en nuestro corazón por eso el en su misericordia nos:

1. previene a tiempo. V 7 “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.” Dios quiere que todo el mundo sea salvo.

2. Nos da la oportunidad de arrepentirnos. V 9 “Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió:” ¿será que en realidad Dios no sabía dónde estaba Abel, o lo que le había pasado? La historia se repite. Dios le dio la oportunidad a su padre Adán para que se arrepintiera, cuando le dijo Adán, Adán donde estas. Pero al igual que hiso su padre Caín también rechazo esta oportunidad. V 9b “No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”

Todo lo que hagamos para Dios tienen que ser con gozo y alegría, el problema del cristiano moderno es que solo busca a Dios por los milagros por esta razón su gozo es perecedero, es muy corto. Y pronto está renegando de Dios cuando considera que Dios le incumplió en su petición.

Cuando no le damos a Dios con alegría y somos desobedientes no nos queda más que soportar la terrible consecuencia. V 11 “Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.”

Caín no se arrepintió ni aun mirando el castigo, lo que hizo fue lamentarse por su condición y hacerse la víctima. V 13-14 “Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado.  4:14 He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará.”

En los momentos de dificultad es cuando nuestro corazón queda al descubierto y brota del todo lo que tiene escondido. Maldad o benignidad, enojo o humildad.

No es hora de admirarnos de Caín es la hora de hacernos un autoanalices de nuestro corazón.

¿Cómo está tu corazón delante de Dios?

¿Qué cosas están muy escondidas allí que todavía no arreglaste seriamente con Dios?

¿Cómo reaccionas o qué expresas cuando algo tuyo no es aprobado o aceptado?

¿Cómo tratas a tus hermanos cuando sus ofrendas son aceptadas, cuando sus ministerios son reconocidos o cuando son elegidos en lugar tuyo?

¿Continúas amando a tu hermano o lo “asesinas” con tus palabras, tus indiferencias y tus críticas?

No lleves tu ofrenda por necesidad, ofrécela por agradecimiento