lunes, 29 de marzo de 2021

Mi alma tiene sed de Dios

 

Mi alma tiene sed de Dios


«Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo». Salmo 42:1-2a

Esta extraordinaria comparación, en la que el ciervo enfrenta una gran sequía, en tierras áridas; o cuando huye al ser perseguido por los cazadores, en tierras secas, nos muestra a David cuando tuvo que atravesar las aguas del río Jordán, huyendo de sus enemigos, que lo buscaban para matarlo y clamaba a gran voz: «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo» Pues, la necesidad más profunda del ser humano es Dios y mayor aún en momentos de angustia.

El hombre fue creado para tener comunión con Dios, para amarlo, y cualquier bien del que pueda disfrutar, no llena el vacío del corazón del ser humano.

Deleitarse de la presencia del Dios vivo, que es la fuente de la vida, debe ser el deseo de nuestra alma, pero la realidad de gran parte de la humanidad, es cambiar el manantial de agua viva, por un pozo vacío o de agua turbia. Es así como el profeta Jeremías, exhortaba al pueblo de Israel diciendo: «Porque dos males han hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua» Jeremías 2:13

Apartarse de Dios por cualquier circunstancia, es cavar cisternas rotas y vacías, pero como creyentes, no debemos reemplazar por nada, la presencia de Dios, porque Él es la fuente de agua viva.

David usa la sed, como metáfora de sus ansias de Dios, porque no hay carencia más intensa que la sed. Dios, es quien nos renueva en nuestra sequedad espiritual. Pablo dice en 1 Corintios 10:4: «y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo» Cristo es la Roca y es el agua que da vida al pueblo de Dios, tanto en tiempos antiguos, como hoy.

Hermano, Jesucristo es nuestro Salvador, Él renueva nuestras fuerzas, nos da sabiduría y nos conduce al destino que ha preparado. Sin Él, el corazón humano experimenta grandes vacíos y caos, sólo en Cristo hallamos respuesta y solución. Acudamos a Él en busca de saciar nuestra alma.   Oración.

«Padre amado, sedienta está mi alma de ti y solo tu presencia sacia mi sed, porque tú eres la fuente de agua viva que salta para vida eterna, te amo Señor. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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