sábado, 15 de junio de 2019

JESÚS SACIA NUESTRA HAMBRE Y SED DE JUSTICIA


JESÚS SACIA NUESTRA HAMBRE Y SED DE JUSTICIA
“Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.”, Juan 19:28-30
“Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad; Oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, Por la verdad de tu salvación, escúchame. Sácame del lodo, y no sea yo sumergido; Sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas. No me anegue la corriente de las aguas, Ni me trague el abismo, Ni el pozo cierre sobre mí su boca. Respóndeme Jehová, porque benigna es tu misericordia; Mírame conforme a la multitud de tus piedades. No escondas de tu siervo tu rostro, Porque estoy angustiado; apresúrate, óyeme. Acércate a mi alma, redímela; Líbrame a causa de mis enemigos. Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio; Delante de ti están todos mis adversarios. El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; Y consoladores, y ninguno hallé. Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre.”, Salmo 69: 13-21
Las palabras del salmista en el versículo 21 y que más tarde fueron pronunciadas por el Señor Jesús en la cruz, hacen suponer que el salmista está compartiendo en el espíritu el sentimiento de abandono que el Señor Jesús le expresaría a su Padre durante su suplicio; donde su naturaleza humana quedó a merced del mundo, pues en el momento en que Él cargó con todas nuestras faltas también experimentó el dolor de la humanidad que permanecía esclava del pecado y de esta manera se compadeció de nuestra condición y cumplió el propósito para el cual había sido enviado.
Cuando nosotros tenemos un problema que consideramos grave, llegamos a experimentar ese sentimiento de abandono extremo, no percibimos la presencia de Dios, porque el dolor opaca nuestra esperanza y sólo puede ser superado con la certeza de que Él ha derramado su amor y compasión sobre nosotros por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Para que nuestra hambre y sed de justicia no se conforme a lo que el mundo ofrece (hiel y vinagre) busquemos calmarla en Aquel que puede hacer que de nuestro desierto interior broten manantiales de agua viva para esperanza nuestra y de quienes nos rodean, incluso de los que nos han hecho mal y de quienes hemos esperado lo que sólo Dios puede darnos. Sólo Dios puede calmar mi hambre y mi sed de justicia.
Declaramos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo que descansamos en su amor y que en Él está nuestra justicia, porque todas nuestras fatigas y angustias las llevó a la cruz.  Oración.
"Padre Dios, aquí ante tu presencia traemos nuestro sufrimiento, dolor y angustia; ya no soportamos tanta injusticia a nuestro alrededor, pues lo que el mundo ofrece no es más que fruto de maldad. Declaramos que toda necesidad de nuestro hogar es satisfecha porque sólo en ti tenemos puesta toda nuestra confianza y toda nuestra esperanza. Gracias por saciar nuestra hambre y sed de justicia. Te oramos en el nombre del Señor Jesucristo y en el poder y la unción de tu Santo Espíritu. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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