miércoles, 21 de enero de 2015

1 Juan 2:9-11

1 Juan 2:9-11


El que afirma que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad.  El que ama a su hermano permanece en la luz, y no hay nada en su vida que lo haga tropezar.  Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja ver.



No dejo de sorprenderme cuando estudio la biblia.  Pasajes como este me recuerdan lo firme que es Dios y cuánto tratamos de “doblar” su palabra.  Me explico mejor.  Claramente el pasaje nos dice que debemos amar a nuestro hermano.  No hay excepciones.  No nos pide amor al que nos cae bien.  No nos pide amor para aquellos que son agradables.  No.  Nos pide amor para todos.  Pero a nosotros nos gusta, o se nos facilita, acomodar la palabra a nuestra manera.  ¿Cómo amar a esta persona?  ¡No puedo!  Y como consideramos “imposible” la tarea que Dios nos pide, simplemente eliminamos ese mandamiento o lo “doblamos” a nuestra forma.  ¿Lo estás entendiendo?  Mientras tanto, la palabra de Dios sigue siendo la misma.  ¡No ha cambiado en nada!  Lo único que cambió fue nuestra entrega y compromiso.  Ahora, nosotros decidimos a quién amamos y a quién no.  Yo entiendo que es difícil.  Yo entiendo que hay muchas cosas que están pasando por tu mente.  Incluso podrás decir que yo no he vivido lo que tú y por eso es fácil decir lo que estoy diciendo.  ¿Sabes?  Tienes razón.  ¡Definitivamente no sé lo que pasa contigo!  No conozco tu situación ni tengo experiencia en algo similar.  Pero no soy yo quien te pide que ames a tu hermano.  ¡Te lo pide Dios!  No soy yo quien te está diciendo que al odiar a alguien estás fuera de la voluntad de Dios.  Es la biblia la que pone los parámetros y no nosotros.  Por eso cuando alguien dice: “qué exagerado” o “eso ya es mucho”, realmente resulta triste.  Quiere decir que no están entendiendo lo que Dios les está mostrando.  Quiere decir que están jugando con Dios.  Hoy si te creo, mañana no.  Hoy vengo por tu ayuda.  Mañana hago mi voluntad.  ¡Esta no es la comunión que Dios quiere contigo!  Él quiere entrega total.  Él quiere compromiso total.  ¡Deja de engañarte!  Es tiempo de ser honesto y dejar la hipocresía a un lado.  La biblia nos divide en dos grupos: los que permanecen en la luz (y aman a su hermano) y aquellos que están en tinieblas (y odian a su hermano).  ¿De qué lado estás?
¿Qué hago para amar a mi hermano?  te preguntarás.  Muy sencillo.  Pedir a Dios para que ponga amor en tu corazón.  Tienes que desprenderte de tu orgullo.  Tienes que perdonar.  Tienes que dejar de decidir tú y poner a Dios en el trono de tu vida.  Ora sin cesar.  Cada instante que el odio o la duda se apoderen de ti.  Pide al Señor que llene tu corazón de amor para con cada persona que convives día a día y en especial para aquellas con quienes no quieres cruzar una sola palabra.  ¿Te sientes desesperado?  El Salmo 4:1 dice: Responde a mi clamor, Dios mío y defensor mío.  Dame alivio cuando esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración.  ¡Acude a Dios!  ¡Clama a Él!  ¡Llora con Él!  Dile lo que hay en tu corazón y pide que te renueve.  No dejes pasar más tiempo.  Tú serás el primero en beneficiarse.

Oración
Dios Padre: te pido perdón por mi hipocresía.  He estado jugando a seguirte y creando mi propia religión.  Hoy en tu palabra aprendí que solamente puedo estar contigo o en tu contra.  Yo escojo estar contigo mi Dios.  Perdona mis pecados y guíame en todo momento.  Llena mi corazón de amor hacia mi hermano y quita todo aquello que estorbe y que no promueva tu amor.  En el nombre de Jesús te lo pido.  Amén