martes, 4 de noviembre de 2014

Hechos 26:7-8

Hechos 26:7-8


Ésta es la promesa que nuestras doce tribus esperan alcanzar rindiendo culto a Dios con diligencia día y noche.  Es por esta esperanza, oh rey, por lo que me acusan los judíos.  ¿Por qué les parece a ustedes increíble que Dios resucite a los muertos?


¿Por qué ya no se habla del cielo?  ¿Por qué casi no se predica a la resurrección de los muertos?  Son temas difíciles.  Mucha gente no quiere escuchar la posibilidad de ir al infierno.  Mucha gente rechaza la idea de un cielo y un infierno pero no tiene ningún fundamento para hacerlo.  Cuando abrimos la biblia y la estudiamos, es fácil darnos cuenta de que Dios nos llamará a cuentas al morir.  No es algo que tenga que ver con la traducción ni tampoco de interpretación.  La palabra es muy clara sobre el juicio que tendremos cuando termine esta vida.  Pero al mismo tiempo, el Señor no nos deja en el limbo.  Nos dice que su amor fue tan grande que no se aferró a ser Dios y se hizo hombre, mandando a su Unigénito para que todos los que crean y confiesen su nombre pudieran ser salvos y recibir la vida eterna, esto quiere decir, ir al cielo y estar con Él.
En su discurso, Pablo cuestiona el por qué resulta tan difícil el creer en la resurrección.  Hoy en día, tenemos cantidad de creencias y no suena tan descabellado hablar de la resurrección.  El problema radica en que ahora cada quien tiene su “verdad” y entonces todos estamos bien.  Tú crees en la resurrección, yo creo en que nos morimos y se acabó, y otros creen en la reencarnación.  Al final, todos vamos “al mismo lugar”.  Error.  No estoy diciendo que no respetemos otras creencias.  Por supuesto que no.  Pienso que Jesús no nos enseñó que debemos atacar otras religiones o formas de pensar.  Pero lo que sí nos enseñó es a no dejarnos engañar ni a retroceder en nuestros principios haciendo menos al Creador.  No te confundas.  Lo que otras personas puedan pensar no debe afectar tu comunión con Dios.  No dejes de leer la biblia.  No dejes de orar.  Dios se encargará de contestar todos tus cuestionamientos.  Recuerda que somos las ramas y Jehová el árbol.  Si nos apartamos del árbol, ¿cómo nos alimentaremos?
Día y noche, las tribus esperaban la promesa del Mesías.  Hoy está en tus manos.  Jesús vino y murió por cada uno de nosotros.  Sufrió por ti.  Sufrió por mí.  No lo merecía.  Pero lo hizo por amor y para ganar el alma de cada uno de los que creemos en su nombre.  Nos da la oportunidad de ser resucitados y estar en su presencia.
Es importante que medites en esto.  ¿Cuál es tu concepto del cielo, del infierno y de la vida eterna?  Busca pasajes en la biblia que hablen del tema para que estés bien informado y no andes de una idea en otra por lo que escuchas.  Como dice Pablo, hay personas allá afuera que cuestionarán tu fe y se les hará increíble aceptar que los muertos resucitarán.  Acude a la palabra de Dios.  Estúdiala.  Llénate de ella.  Establece tus principios basada en ella.
Aquí hay algunos pasajes que nos hablan claramente del cielo o el infierno: Mt 5, 10:28, 2Pedro 2, 3, Juan 5, Romanos 2, 5, Hebreos 9.  Estos son algunos capítulos que te pueden servir.
Oración
Señor: perdona mis pecados.  Vengo humillado y reconociendo que te necesito.  Hoy entendí que hay un juicio y una vida después de la muerte.  Quiero ir a tu presencia al ser resucitado y vivir con la certeza de que así será.  Entiendo que Jesús murió por mis pecados y quiero que sea mi Señor y mi Salvador.  Te lo pido en Su nombre.  Amén