miércoles, 12 de octubre de 2022

Hablemos las palabras de Dios

 

Hablemos las palabras de Dios


“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”. Josué 1:7-9

“Entonces respondieron a Josué, diciendo: Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes. De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés”. Josué 1:16-17

Ser siervos de Dios es una bendición para cualquier creyente, pero lo que tenemos que entender es que esta bendición trae consigo una gran responsabilidad. En el pasaje de hoy vemos que Josué es elegido por Dios para sustituir a Moisés y para entrar al pueblo de Israel a la tierra prometida, como dice Josué 1:1-2 “Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel”.

Por eso, para Josué fue fundamental prestar atención a las palabras de Dios, tendría que leerlas, meditarlas día y noche y obedecerlas. Sabía que, llenar su mente con la verdad de Dios quitaría todo temor ante tan grande desafío y cambiaría sus pensamientos por libertad, victoria y paz. El Señor lo estaba llenando de seguridad y paz al prometerle su presencia continua, solo tenía que hablar las palabras de Dios con poder y autoridad, a tal punto que motivaría a su pueblo a seguirle, por eso le dijeron: “Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes. De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés”.

Para nosotros es también importante que aprendamos a hablar las palabras de Jesús. Las palabras de Jesús son las más poderosas pronunciadas en esta tierra, sus enseñanzas las más grandes de todos los tiempos, tanto que atraía a las masas para escucharlo, Lucas 21:37-38 dice: “Y enseñaba de día en el templo; y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos. Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el templo”.

Son palabras de vida eterna, por eso dijo: “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Lucas 21:33). Hoy sus palabras de amor y poder siguen transformando vidas, liberando y sanando personas.

Jesús también nos advierte que seremos perseguidos por causa del evangelio, y cuando esto suceda nos dará palabras llenas de sabiduría para que podamos defendernos (Lucas 21: 14-15).

Él también nos ha dado la promesa de su presencia, fueron sus últimas palabras antes de ascender al cielo después de su resurrección, palabras que deben quitarnos cualquier temor para enfrentar el desafío de la iglesia en estos tiempos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. (Mateo 28:19-20)

Empoderémonos con las palabras de Jesús, para que otros lo sigan.  Oración.

«Señor Jesús, ayúdame a leer, meditar y obedecer tus palabras cada día, para poder transmitirlas con poder y autoridad a otros, siempre guiado por tu Santo Espíritu. Gracias por prometerme que estarás a mi lado hasta el fin del mundo, esto me llena de seguridad y paz. En el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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