viernes, 12 de agosto de 2016

Hebreos 10:26-29

Hebreos 10:26-29
Si después de recibir el conocimiento de la verdad pecamos obstinadamente, ya no hay sacrificio por los pecados. Sólo queda una terrible expectativa de juicio, el fuego ardiente que ha de devorar a los enemigos de Dios. Cualquiera que rechazaba la ley de Moisés moría irremediablemente por el testimonio de dos o tres testigos. ¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha profanado la sangre del pacto por la cual había sido santificado, y que ha insultado al Espíritu de la gracia?
Proverbios 1:7 dice: el principio de la sabiduría es el temor a Jehová. No es casualidad que la sabiduría no se encuentra en el amor ni en la misericordia o la gracia sino exclusivamente en el temor a Jehová. He escuchado opiniones sobre lo que significa temer a Jehová y personalmente creo que lo podemos tomar literal. Debemos tener miedo a Jehová. El problema radica en no entender el miedo. Temer a algo no significa que estamos alejados de ello sino que nuestras decisiones serán distintas y probablemente mejores basadas en ese temor. Por ejemplo: si temo a las alturas, tendré mayor cuidado al caminar por acantilados o conduciendo en carretera por montañas. No voy a dejar de vivir por ese temor sino que tomaré precauciones y mis decisiones se verán afectadas por el mismo. Pues así es el temor a Jehová. No quiere decir que no vamos a hacer nada por temor a que nos caiga un rayo. Al contrario, vamos a tomar decisiones sabiendo que a nuestro Dios le es abominación el pecado y, por consecuencia, debemos mantenernos alejados de él. ¿Lo puedes entender mejor? Ahora vuelve a leer el pasaje. Si podemos parafrasearlo, a mi parecer diría: Con Dios no se juega. Uno no puede ir pensando que tiene comunión con Dios por atender a un evento los domingos. La comunión con Dios se demuestra a través de tus acciones. Tu vida debe tener congruencia entre lo que dice la biblia y lo que haces en tu día a día. De lo contrario, el pasaje de hoy te dice que estás jugando con fuego y te vas a quemar. Dios conoce tu corazón. Ve hasta lo más profundo de ti y no le puedes engañar. Tu pareja, tus seres queridos y los que te rodean pueden ser engañados. Dios no. Él sabe dónde estás parado y las intenciones de tu corazón. Si ya has conocido la verdad ¿qué esperas para reformar tu camino?
Si como sociedad hemos acordado que ciertos delitos se castiguen con cárcel, ¿qué castigo merece aquél que pisotea al Hijo de Dios? ¿Qué merece aquél que desprecia el amor que se ha derramado sobre él? ¿Qué merece aquél que da la espalda a la misericordia y gracia que le son ofrecidas? Ningún hombre ha establecido ese castigo sino Dios: la muerte y el infierno. No es una novela ni ciencia ficción. Al morir habrá juicio y de ahí iremos a la presencia del Padre si nuestro “abogado” fue Cristo o al infierno si le despreciamos en este mundo. Aunque no es fácil hablar del juicio de Dios, es necesario compartirlo pues la gente tiene que saberlo.
Señor: definitivamente no quiero estar jugando con fuego y te pido perdón por darte la espalda y no tomarte con la seriedad debida. Te pido perdones mis pecados y sobre todo que renueves mi mente y mi corazón pues quiero cambiar. No permitas que siga igual sino guía mis pasos conforme a tu voluntad. En Cristo Jesús. Amén.