lunes, 3 de mayo de 2021

Dios no desprecia el corazón contrito y humillado

 

Dios no desprecia el corazón contrito y humillado


“Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador”. Lucas 18:10-13

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. Salmo 51:17

Cuánto anhelamos que Dios conceda nuestras peticiones y nos dé conforme al deseo de nuestro corazón, como dice el Salmo 20:4 “Te dé conforme al deseo de tu corazón, y cumpla todo tu consejo”. Es lo mejor que podemos desear para nosotros y para los demás. Pero Dios no mira lo que miramos nosotros, Dios mira lo profundo del corazón y si este es egoísta, arrogante, duro y rebelde, es poco probable que escuche nuestras oraciones.

Hoy vemos a dos hombres que se acercan a la presencia de Dios de maneras muy distintas. Y podríamos preguntarnos como dice el salmista: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” (Salmo 24:3), ¿cuál de los dos entró realmente a su presencia? La respuesta la da la Palabra de Dios en el mismo Salmo verso 4 “El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño”.

Solo entran en intimidad con Dios: aquellos que reconocen su maldad, piden perdón y purifican su corazón, aquellos que son humildes y saben que necesitan de Él, aquellos que lo buscan en lo íntimo y permanecen en su Palabra, aquellos que no oran para sí mismos como el fariseo, sino que derraman su corazón delante del Señor; como dice el Salmo 34:18 “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu”.

Los deseos de nuestro corazón deben estar sujetos a la voluntad de Dios en su Palabra para poder recibir respuesta a nuestra petición, como dice Juan 15:7: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Es tiempo de reflexionar y ver si nuestros anhelos siguen la corriente de este mundo egoísta o siguen lo que el Señor dice en su Palabra.

Orar en el Espíritu es tener el mismo sentir de Dios, es tener sus pensamientos en nuestra mente y las intenciones de su corazón en nosotros que nos lleven a buscar la gloria de Dios en todo lo que anhelamos. Debemos pedirle que nuestros deseos estén alineados con los de Él.    Oración.

«Padre amado deseo entrar en lo secreto, en la intimidad de tu presencia y pedirte que mires mi corazón para que me muestres si al acercarme a ti lo estoy haciendo con egoísmo, orgullo y dureza. Quiero que coloques en mí un espíritu recto, un corazón contrito, puro y humillado que anhele los deseos de tu corazón y que pida conforme a tu Palabra, solo quiero hacer tu voluntad y ver tu gloria. En el Nombre de Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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