martes, 9 de diciembre de 2014

1 Juan 3:13-15

1 Juan 3:13-15


Hermanos, no se extrañen si el mundo los odia.  Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos.  El que no ama pertenece a la muerte.  Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna.




Jn 15:18  Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a ustedes, me aborreció a mí.  Estas son palabras de Jesús.  Como sus seguidores, debemos saber que su vida es el ejemplo de lo que debe pasar en la nuestra.  Él amó al mundo y vino a entregar su vida por él, pero el mundo lo odió y le rechazó.  Así también nosotros debemos amar sin importar lo que venga de regreso.  ¡Ese es el amor que proviene solamente de Dios!  ¡Ese es el amor que debemos promover!  Si el mundo nos odia, nosotros amamos de vuelta.  Ahora, ese odio no necesariamente significa que sufriremos persecución y quieran matarnos como lo hacían antes.  El hecho de ser señalados, apartados, rechazados, ridiculizado, etc., es  la forma en la que hoy en día puedes ver ese odio.  Pero las palabras que escribí de Jesús tienen un propósito.  Enseñarte que ese odio no es personal sino contra el testimonio que refleja sus malas obras.  Piensa en esto: los fariseos odiaban a Jesús porque mostraba sus malos caminos y la gente se percataba de sus abusos.  De la misma manera, cuando comenzamos a vivir conforme a la palabra y dejamos que el Señor transforme nuestra vida, aquellos que nos rodean se sentirán señalados y eso no les gustará.  Ahora eres luz donde antes había tiniebla.  ¿Lo entiendes?  La gente no quiere escuchar ni ver que está haciendo algo mal.  Por esta razón rechazaron a Jesús.  Prefirieron sus caminos a los de Él.  Hoy nos corresponde ser ese testimonio que lleva el mensaje de amor y reconciliación sin importar que el mundo nos rechace.  ¿cómo se lleva ese mensaje?  Con las palabras que Juan ha repetido una y otra vez: amando a nuestro hermano.  Jesús nos dijo: si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar.  Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.  Constantemente se nos recuerda que cuando no amamos a nuestro prójimo nos convertimos en asesinos.  “¡Qué exagerado!” podrás pensar.  Sí.  Definitivamente lo es.  Pero yo no puse el parámetro sino Jesús es quien nos dice que todo aquel que insulte y maldiga a su hermano quedará sujeto al juicio del infierno.  Mt 5:19  El amor que nosotros debemos vivir no puede estar condicionado a recibir.  El amor que Dios nos pide es incondicional.  Así es como uno es luz y lleva el mensaje de Cristo.  Amando.  Perdonando.  Reconciliándose.  ¿Es fácil?  ¡Por supuesto que no!  Significa desprenderte de aquello que considerabas como parte de tu personalidad o carácter.  Dios quiere que crezcas espiritualmente.  ¡No te quedes en el mismo escalón por tanto tiempo!  Es momento de subir y entregarte por completo a Él.  No estás leyendo esto por casualidad.  Abre tu corazón.  Entrega a Dios tus odios, rencores y corajes y pide perdón.  Después ve y reconcíliate.  Pide al Señor que te llene de su amor pues en tus fuerzas no lo lograrás.

Oración
Señor: Te pido que me llenes de tu amor pues me resulta imposible amar y perdonar.  Te pido que sea fuerte y me mantenga firme en tus pasos sin importar que el mundo me rechaza.  Yo quiero seguirte.  Yo quiero obedecerte.  No quiero seguir como antes cargando todo lo que tanto daño me hace.  Lléname de tu misericordia.  Lléname de tu gracia.  Permite que la lleve a los demás y sea testimonio de lo maravilloso que eres mi Dios.  En Cristo Jesús.  Amén