viernes, 6 de diciembre de 2024

El Dios de toda gracia

 


El Dios de toda gracia

“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” 1 Pedro 5:10

Desde el momento en que somos adoptados hijos de Dios, es decir, desde que creímos en Jesús y lo recibimos como nuestro Señor y Salvador personal, dice la Palabra de Dios en Filipenses 1:6 que Dios comienza una buena obra en cada uno de nosotros que perfeccionará hasta nuestro encuentro con Jesucristo. Buena obra que claramente no es gracias a que seamos buenos, perfectos o merecedores de ello, sino que es por la gracia de Dios que nos ha sido dada en Jesucristo (1 Corintios 1:4).

De manera que, según el beneplácito de la voluntad de Dios, esta buena obra en cada hijo adoptivo suyo tiene la forma y la particularidad que Él desee. De este modo, vemos que la Palabra de Dios en 1 Pedro 5:10 hablando de “el Dios de toda gracia” menciona el sufrimiento o padecimiento como medio de formación del carácter personal, pues dice, “después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”

Es un hecho que Dios quiere que ya no seamos los mismos que éramos antes de conocerlo a Él por medio de su Hijo Jesucristo, sino que quiere que vivamos y nos comportemos como lo que ahora somos, sus amados hijos, y es por ello entonces que, según su buena voluntad y sus buenos, justos y puros pensamientos, hace uso, como dice su Palabra, de una disciplina en amor para que por medio de ella crezcamos en santidad y seamos llenos de frutos de justicia por medio de Jesucristo (Hebreos 12:6,10-11).

Así que, amado hermano, el llamado de Dios es para que no desmayemos ni nos desanimemos cuando estemos padeciendo o siendo azotados por nuestro Padre Dios, sino que hemos de entender que es su inagotable gracia la que está haciendo su buena obra en nosotros, moldeándonos y preparándonos para esa gloria eterna a la que hemos sido llamados en Jesucristo (1 Pedro 5:10).    Oración.

«Padre de amor, perdón por las veces que no he sido lo necesariamente humilde para reconocer y aceptar tu voluntad cuando estoy pasando por momentos de dificultad, pero gracias porque a pesar de ello, tu gracia para mí que es en Jesucristo, me sostiene y cumple esa buena obra que de antemano has preparado, haciendo que yo sea perfeccionado, afirmado, fortalecido y establecido, por tu Hijo Jesucristo, y su Espíritu, amén.