Pueblo Santo y Redimido
“Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te
llamarán Ciudad Deseada, no desamparada.” Isaías 62:12
¿Cuántos de nosotros hoy en día estamos necesitando recordar
esta gran Verdad, de que sólo por gracia, somos Pueblo Santo y Redimidos de
Jehová? Cuán hermoso es levantarnos y encontrarnos con este pasaje y recordar
lo que ha hecho el Señor en nosotros y cómo no nos ha desechado ni desamparado,
pues cuántos de nosotros quizás a lo largo de nuestra vida llegamos a
experimentar rechazo y abandono por nuestros padres, familiares, amigos o por
el mundo en general, pero el hecho de ver cómo la Palabra nos asegura que quien
nunca nos abandonará es Dios, eso nos da valor, seguridad y nuevas fuerzas.
Miremos algunos pasajes adicionales que nos confirman ésta verdad:
Isaías 49:15 “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para
dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me
olvidaré de ti.” En otra versión de éste mismo pasaje dice: “¿Puede una madre
olvidar a su niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz?
Pero aun si eso fuera posible, yo no los olvidaría a ustedes.”
Salmos 27:10 “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con
todo, Jehová me recogerá.”, en otras palabras quiere decir que “Aunque mi padre
y mi madre me abandonen, el Señor me mantendrá cerca.”
Isaías 41:9-10 “Porque te tomé de los confines de la tierra,
y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te
deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios
que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia.”
Por ésto y más ¿cómo no alabar y glorificar a Dios? Él ha
sido bueno, fiel, misericordioso y amoroso así que finalicemos este tiempo de
devocional exaltando Su Grandeza y diciéndole gracias Padre por redimirme y
hacerme parte de Tu pueblo. Oración.
«Señor Jesús, gracias por permitirme conocerte y por nunca
dejar de tocar a la puerta de mi corazón, desde que te recibí mi vida cambió
pues llegaste a llenarme con Tu amor inagotable. Amén.