martes, 30 de abril de 2013

Una verdadera muerte


Una verdadera muerte

Siendo a la verdad muerto en la carne.
1 Pedro 3:18
El versículo de hoy indica que terminó la vida física de Jesucristo. Algunos niegan la resurrección de Cristo de los muertos afirmando que nunca murió, sino que se desmayó. Presuntamente se reanimó con la frialdad del sepulcro, se levantó y salió caminando. Pero Pedro es clar "Jesús murió como la víctima de un asesinato jurídico".
Los romanos que ejecutaron a Cristo se cercioraron de que estaba muerto. Quebraron las piernas de los ladrones crucificados junto a Él a fin de apresurarles la muerte. (Un crucificado podía atrasar la muerte mientras pudiera levantarse sobre sus piernas.) Sin embargo, no se preocuparon por quebrar las piernas de Cristo porque pudieron ver que ya estaba muerto. Para comprobar su muerte, le abrieron el costado con una lanza, del que salió sangre y agua; solo sangre, no agua, habría salido si Jesús hubiera estado vivo (Jn. 19:31-37). Sin duda, Cristo estaba muerto. Y eso significa que su resurrección fue verdadera. 

Sigue vivo

Pero vivificado en espíritu.
1 Pedro 3:18
El versículo de hoy hace una mención específica del espíritu de la vida de Jesucristo; no se refiere al Espíritu Santo. El apóstol Pedro está comparando lo que le ocurrió a la carne (o cuerpo) de Jesús con lo que le ocurrió a su espíritu. Su espíritu estaba vivo pero su carne estaba muerta.
Algunos piensan que "vivificado en espíritu" se refiere a la resurrección física de Cristo, pero eso necesitaría una declaración com "Siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en la carne". La resurrección fue un hecho espiritual y físico. Así que lo que Pedro quiere decir es que, aunque Cristo estaba físicamente muerto, su espíritu seguía vivo.
En la cruz, el espíritu de Cristo experimentó una breve separación de Dios. Él dij "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mt. 27:46). Sin embargo, la separación terminó pronto, ya que poco después del lamento de nuestro Señor, Él dij "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23:46). De modo que ya su espíritu no estaba separado de Dios; le fue entregado al Padre. 

Proclamación de la victoria

Fue y predicó a los espíritus encarcelados.
1 Pedro 3:19
Cristo fue a predicar un triunfante sermón antes de su resurrección el domingo por la mañana. El verbo "predicó" en el versículo de hoy se refiere a hacer una proclamación o anunciar un triunfo. En los tiempos antiguos, un heraldo iba delante de generales y reyes en la celebración de victorias militares, anunciando a todos las victorias que se ganaron en la batalla.
Eso fue a hacer Jesucristo; no a predicar el evangelio, sino a anunciar su triunfo sobre el pecado, la muerte, el infierno, los demonios y Satanás. No fue a ganar almas, sino a proclamar la victoria sobre el enemigo. A pesar del injusto sufrimiento al que lo sometieron, Él pudo anunciar la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte para usted y para mí. 

lunes, 29 de abril de 2013

Sufrimiento por los pecados


Sufrimiento por los pecados

Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.
Romanos 8:3
Cuando como creyentes sufrimos la persecución, la crítica o incluso la muerte, somos pecadores que sufren debido a los pecados de los demás. Nuestro dolor puede ser resultado de los pecados de odio, enojo, envidia o asesinato.
Cristo también sufrió por los pecados, pero como el inmaculado. Primera Pedro 2:22 dice que Él "no hizo pecado". Nunca pensó, dijo ni hizo nada malo. Más bien, todo lo que pensó, dijo e hizo fue perfectamente santo. Los pecados de los demás lo pusieron en la cruz: de quienes se burlaron de Él y de quienes lo clavaron en la cruz. Él murió por los pecados del mundo entero.
El versículo de hoy dice que Jesús murió "a causa del pecado". Él sufrió como ofrenda por el pecado porque "la paga del pecado es muerte" (Ro. 6:23). Así como en el Antiguo Testamento Dios exigía un sacrificio de animal para simbolizar la necesidad de nuestra expiación por el pecado, el Nuevo Testamento presenta a Cristo como el sacrificio que no solo proporcionó un símbolo, sino también la realidad de nuestra expiación eterna por el pecado. 

Sufrimiento con propósito

Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre.
Hebreos 6:20
El propósito de Cristo al llevar nuestros pecados en la cruz y soportar las tinieblas de la muerte fue abrir el camino hacia Dios. El apóstol Pedro dijo que Cristo murió "para llevarnos a Dios" (1 P. 3:18). Dios mostró simbólicamente esa verdad al rasgar el velo del templo de arriba abajo, abriendo el lugar santísimo al acceso inmediato de todos los adoradores (Mt. 27:51). Como sacerdotes, todos los creyentes pueden entrar a la presencia de Dios (1 P. 2:9; He. 4:16).
El verbo griego traducido como "pueda llevarnos" (1 P. 3:18) expresa el propósito de la obra de Jesús. Se empleaba a menudo el verbo cuando se estaba presentando a alguien. La forma nominal de la palabra se refiere al que hace la presentación. En la época de Cristo, los funcionarios de las cortes antiguas controlaban el acceso al rey. Una vez que estaban convencidos del derecho de ese acceso de una persona, el funcionario llevaba a esa persona a la presencia del rey. Y esa es precisamente la función que Jesucristo desempeña por nosotros ahora. Como Él dij "Nadie llega al Padre sino por mí" (Jn. 14:6). Él vino para llevarnos a la presencia del Padre. 

Llevados a Cristo

Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
Juan 6:44
Jesucristo es el que presenta a los hombres y a las mujeres a Dios. Aquellos a quienes Él lleva a la presencia del Padre todos tienen repugnancia de su pecado, deseo de ser perdonados y anhelo de conocer a Dios. Esas actitudes son la obra de Dios al llevarnos a Cristo. De modo que una respuesta al mensaje del evangelio comienza con un cambio de actitud hacia el pecado y hacia Dios.
Más allá de ese cambio inicial en la actitud está la transformación efectuada en cada creyente en el momento de la salvación. Cristo no murió solamente para pagar el castigo del pecad murió para transformarnos.
Abandonado por casi todos sus discípulos, Cristo sufría en las tinieblas y la agonía de la cruz mientras clamaba: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mt. 27:46). Esos fueron momentos en los que Jesús sintió gran rechazo y hostilidad. Pero por esas mismas circunstancias Cristo triunfó al expiar por el pecado y proporcionar una manera de que hombres y mujeres sean presentados a Dios y transformados. Era un triunfo que Él mismo pronto proclamaría (1 P. 3:19-20). 

domingo, 28 de abril de 2013

Las dos naturalezas.


Las dos naturalezas.  Llegamos ahora al tercer punto en los versículos 22-25. "Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro". Incluso conociendo los dos puntos que hemos estado considerando, dice que el conflicto permanece, y añade que quiere agradar al Señor, pero que este conflicto le hace sentirse muy desdichado. Esta naturaleza caída sigue tratando de arrastrarme a las cosas que están mal. Pero después de decir "¡Miserable de mí!", añade, "¿QUIÉN me liberará?" Mira fuera de sí mismo hacia el Señor Jesucristo para obtener la liberación, y recibe entonces la respuesta en el acto. Entonces comienza la acción de gracias. Esto es de gran importancia. ¿Has tratado de luchar contra los malos pensamientos, sólo para ver que volvían con más intensidad? ¡Con razón se ha dicho que uno puede ensuciarse tanto luchando contra un deshollinador como abrazándolo! ¿Qué es lo que está Dios diciéndonos aquí? Podemos volvernos de estos malos pensamientos que vienen a través del "viejo hombre" y dejar que el Espíritu de Dios, por medio del "nuevo hombre", ocupe nuestras mentes con Cristo. Podemos dar gracias a Dios que por medio de la obra del Señor Jesús hemos sido traídos a una nueva posición delante de Él, en la que podemos considerarnos muertos ciertamente al pecado, y donde el nuevo hombre halla su gozo y liberación apartando su mirada de sí mismo y dirigiéndola a Cristo.

sábado, 27 de abril de 2013

las dos naturalezas


ay tres cosas importantes que se exponen aquí. Primero, tenemos que aprender esta gran e importante lección, de que "en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien" (versículo 18). ¿Te ha sucedido haber tenido un mal pensamiento acudiendo a tu mente, y luego decir de inmediato, "nunca pensé que un cristiano pensaría una cosa así"? Ahora bien, si realmente creyeras este versículo, no te sorprenderías, porque la vieja naturaleza (el viejo hombre) no ha cambiado desde que fuiste salvado. Tenemos que aprender esto. Tenemos que hacernos conscientes de ello. El enemigo de nuestras almas que obra sobre aquel "viejo hombre" intenta perturbarnos suscitando malos pensamientos ante nosotros, y la vieja naturaleza responde. Alguien dijo que su viejo reloj nunca lo desengañó, porque nunca se fió de él. ¿Confías tú en tu vieja naturaleza porque eres salvo? ¿Crees que te puedes exponer a las tentaciones confiadamente? La Biblia dice: "El que confía en su propio corazón es necio" (Proverbios 28:26). La vieja naturaleza no mejora, nunca. Recuerda lo que aquí se dice: "en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien". ¿Y quién lo estaba diciendo? El amado apóstol Pablo, uno de los más piadosos hombres que jamás hayan vivido, porque su "viejo hombre" no era mejor que el de ningún otro creyente.
Ahora observemos el segundo punto en el versículo 20. "Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí". Había él aprendido que no había nada bueno en la carne (el viejo hombre), pero aquí hay algo maravilloso a lo que aferrarse. Él no reconoce ya más al "viejo hombre" como siendo "yo". Ilustrémoslo de la siguiente manera. Tenemos a una persona que ha sido salva desde hace poco, habiendo abandonado muchos pecados, porque está viviendo para agradar al Señor. Un día alguien le sugiere que haga algo de lo que hacía en sus tiempos en que no era salvo, y que sabe ahora que está mal. Él replica: "No, no quiero hacer esto ya más, porque soy cristiano". Después de rehusar, otra cosa sucede. Satanás le susurra: "No has dicho la verdad: Tú  que querías hacer esto, y le has dicho a tu amigo que no querías". ¿Ha dicho este joven creyente una mentira? ¡No! ¡Ha dejado que el legítimo ocupante—el nuevo hombre— respondiera a la puerta! ¿Quería acaso la nueva vida en él hacer aquello? ¡No! ¿Qué era lo que en él quería hacerlo? Bien, él podía decir: "Ya no soy yo, es el pecado que mora en mí". Seguimos teniendo la vieja naturaleza, pero deberíamos dejar que el "nuevo hombre" conteste a la puerta. Sí, dijo la verdad, porque el "viejo hombre" ya no es más el "yo", sino que es el "nuevo hombre" el verdadero "yo", la "vida de Jesús" en cada creyente, una vida que siempre agrada a Dios, y que no puede pecar. Deja tú que sea siempre el "nuevo hombre" el que tome las decisiones, y serán las decisiones correctas, porque aunque el "viejo hombre" siga en nosotros, nunca mejorado, ya no es más "yo". ¡Qué bendita liberación!

viernes, 26 de abril de 2013

Las dos naturalezas.


Las dos naturalezas.  Podemos presentar los miembros de nuestros cuerpos para que hagan lo que el "hombre nuevo" quiere hacer, cosas que agradan al Señor. Aquí se debe decir que si no tienes ningún deseo de agradar al Señor no eres en absoluto un creyente, porque si has nacido de nuevo tienes dentro de ti la misma vida de Cristo. ¡Ah, tú dirás, en ocasiones quiero hacer lo que está mal! Pero no es la nueva vida la que quiere hacer lo que está mal, sino que se debe a que estás dejando al "viejo hombre" (el antiguo ocupante) mostrar actividad. Dios dice: "Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro". El "viejo hombre" no tiene ya derechos algunos en el cuerpo. Dios dice que estamos muertos al pecado, y así leemos en 2 Corintios 4:10: "Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal".
Muchos cristianos abrigan dudas acerca de su salvación porque no han sido enseñados "conforme a la verdad que está en Jesús" (Efesios 4:21). Se ven sorprendidos que después de ser salvos siguen queriendo hacer aquellas cosas que están mal. Así que Satanás les dice: "Quizá no sois salvos, porque algunos de aquellos viejos deseos siguen ahí". Pero, ¿no dijo el Señor, "lo que es nacido de la carne, carne es"? (Juan 3:6). Y el apóstol Pablo tuvo que decir: "En mí, esto es, en mi carne, no mora el bien" (Romanos 7:18). Seguía teniendo consigo la naturaleza caída, incluso después de haber sido salvo todos aquellos años.
En el capítulo 7 de Romanos se examina toda la cuestión de este conflicto de una forma práctica. La persona contemplada en este capítulo está tratando de lograr la liberación bajo la ley. Ha "nacido de nuevo", y posee una nueva vida, pero no se encuentra en el goce de su nueva posición. El Espíritu de Dios usa esto para mostrarnos el camino de la liberación de la ley y del "viejo hombre". A todo lo largo del capítulo hasta llegar al versículo 18 esta persona está llamando "yo" al viejo hombre, y en otro punto llama "yo" al nuevo hombre. Es por esta razón que tiene este conflicto, porque piensa que "los dos ocupantes" tienen los mismos derechos: pero no los tienen. El "viejo hombre" debe ser considerado muerto. El "nuevo hombre" es el único ocupante legítimo. Debemos reconocer que el "nuevo hombre" es el único con derecho a decir lo que se hace en el cuerpo, y que este "nuevo hombre" es la vida de Cristo.

jueves, 25 de abril de 2013

las dos naturalezas


las dos naturalezas.
Quizá podríamos ilustrar esta nueva posición mediante un cambio de ciudadanía. Como ciudadano del país en el que has nacido pasas la frontera a otro país, y tienes que declarar tu ciudadanía.
Supongamos ahora que fueras a cambiar tu ciudadanía y fueras aceptado, naturalizado, como ciudadano de otro país. Entonces, al cruzar la frontera, tendrías una posición totalmente diferente a los ojos del funcionario de inmigración. Por lo que a él respecta, tú ya no existes en tu antigua posición, y vives en una nueva posición y naturaleza.
Ahora Dios te ve en una posición diferente por cuanto has nacido de nuevo y entrado en la familia de Dios. Aunque sigas teniendo al "viejo hombre" dentro de ti, con los "dos ocupantes" en tu cuerpo, Dios te ve sólo en esta nueva posición que ocupas delante de Él. Te ve como una persona que has muerto a tu antigua posición, y como siendo "nueva criatura en Cristo" (véase 2 Corintios 5:17).
Ahora Dios nos muestra el lado práctico de esta verdad en los versículos que siguen. Debemos considerarnos muertos al pecado, pero vivos a Dios (versículo 11). Antes de ser salvos, nuestras manos hacían lo que la naturaleza caída quería hacer, y nuestros ojos miraban a aquellas cosas que nuestra naturaleza caída (el viejo hombre) quería ver, porque nuestros cuerpos estaban bajo el control de aquel "hombre viejo". Ahora Dios ha dado una nueva vida al creyente, el "nuevo hombre" que quiere complacerle, y Él dice, "consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios". Ahora, cuando se nos presente la tentación, podemos decir: "No, estamos muertos a estas cosas que la naturaleza caída quiere hacer".

miércoles, 24 de abril de 2013

las dos naturalezas.   En Romanos 6 se nos explica lo que Dios ha hecho en relación con nuestra vieja naturaleza, en ocasiones llamada "la carne", "el viejo hombre" y "pecado" o "pecado en la carne". En el versículo 6 se nos dice: "Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él ... a fin de que no sirvamos más al pecado". El pecado es la raíz, y los pecados son el fruto, como un manzano y las manzanas que crecen en él. La naturaleza de un manzano es producir manzanas. Uno puede quitar de él todas las manzanas, pero al año siguiente volverá a producir manzanas, porque no se ha cambiado la naturaleza del árbol. El Señor Jesús "llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero" (1 Pedro 2:24). Pero fue necesario que Él hiciera algo acerca de aquel "viejo hombre" que me llevaba al pecado. Aquí encontramos lo que Él ha hecho: "Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él", de modo que vemos que llegó a su fin delante de Él en Su muerte. El bautismo es la figura de esto, como se dice: "Sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo" (versículo 4). El "viejo hombre" ha sido "condenado" (Romanos 8:3), "crucificado" (Romanos 6:6) y "sepultado" (Romanos 6:4). En la cruz del Calvario el Señor Jesús no sólo llevó mis pecados, sino que Su muerte fue el fin de mi posición delante de Él como hijo de Adán, porque hemos muerto a aquella posición, y hemos entrado en una nueva posición delante de Él mediante la resurrección del Señor Jesús (Romanos 6:9-11).

martes, 23 de abril de 2013

LAS DOS NATURALEZAS


Entonces "nacerá una nación de una vez" (Isaías 66:8). Cuando Nicodemo preguntó en nuestro pasaje: "¿Cómo puede hacerse esto?" el Señor puso ante él dos cosas muy importantes. Primero, le habló de la gloria de Su Persona, porque mientras estaba hablando con Nicodemo Él estaba al mismo tiempo en el cielo, tal como dice: "Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo" (Juan 3:13).
Él es Dios así como hombre, y el valor de Su obra se debe a la gloria de Su Persona. Es debido a que Él es Dios que Él puede ser nuestro Salvador (Isaías 43:10, 11). Luego se refiere a Su obra en la cruz como el Hijo del Hombre levantado allí por pecadores. No hay bendición para el hombre caído aparte de estas dos cosas, y es por ello que después de esto el Señor Jesús pronunció estas benditas y maravillosas palabras: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Vemos así cómo el Señor ponía ante Nicodemo la necesidad de nacer de nuevo, la necesidad de recibir una nueva vida, y también cómo le mostraba que la vieja naturaleza no puede ser mejorada. La vieja naturaleza recibe el nombre de "el viejo hombre". Véase Efesios 4:21-24: "Si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad". También en Colosenses 3:3-4: "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria". Luego otra vez en 1 Juan 3:9: "Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios". Ahora bien, en el evangelio de Juan, capítulo 3, hemos visto la necesidad del nuevo nacimiento, y aquí, en estos pasajes que hemos considerado, vemos que Dios habla de "el viejo hombre" y del "nuevo hombre".
¿Cuál es el resultado de haber nacido de Dios? Bien, tras haber puesto tu confianza en el Señor Jesucristo, tu cuerpo viene a ser como una casa con dos ocupantes. Antes, tenías sólo una naturaleza, la caída, con la que naciste en este mundo. Pero el Señor Jesús dijo que si no nacemos de nuevo no podemos entrar jamás en el reino de Dios. Así que cuando ponemos nuestra fe en Él, Él nos da una nueva vida, y aquella vida, como se nos dice en los pasajes que acabamos de citar, es creada "en la justicia y santidad de la verdad". Es la vida de Cristo, y no puede pecar. ¡Qué cosa tan maravillosa! Ahora bien, ello no significa que "el viejo hombre" haya mejorado, porque sigue estando "viciado conforme a los deseos engañosos", como acabamos de leer. Siempre actua de la misma manera, porque "lo que es nacido de la carne, carne es", y nuevamente el Señor dijo: "El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha" (Juan 6:63). Podemos ver que si el "viejo hombre" (el antiguo ocupante) toma el control de nuestros cuerpos, entonces pecamos. No es que Dios excuse esto, sino que Él provee para nuestra restauración. Dios ha emprendido nuestra liberación, tanto con respecto a nuestros pecados como con respecto a la naturaleza que los produce, y Él desea que conozcamos Su provisión llena de gracia y que nos regocijemos en ella.



lunes, 22 de abril de 2013

LAS DOS NATURALEZAS DEL CREYENTE


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LAS DOS NATURALEZAS
DEL CREYENTE
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Este breve escrito ha sido redactado con el deseo de ayudar a almas ansiosas, porque el Señor querría que conociéramos nuestra plena salvación y nos gozáramos en ella.
En Romanos 8:23 se nos dice que debemos esperar para la redención de nuestros cuerpos, lo que tendrá lugar a la venida del Señor, pero podemos regocijarnos en el conocimiento presente de que Dios ha quitado nuestros pecados mediante la preciosa sangre de Cristo, y también en lo que ha hecho acerca de la naturaleza caída en nosotros (llamada "el viejo hombre").
Cuanto más desea uno complacer al Señor, tanto más intenso será el conflicto interior, hasta que nosotros, como el Israel de antaño, "estemos quedos, y veamos la salvación del Señor". Cada bendición espiritual es un don, no conseguida por nuestros propios esfuerzos. Es el conocimiento de Su amor y de lo que Él ha hecho por nosotros lo que nos constriñe a vivir para Él.
"El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios"(Romanos 8:16).
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LAS DOS NATURALEZAS DEL CREYENTE
El Señor Jesucristo dijo: "Os es necesario nacer de nuevo" (Jn 3:7), y quisiera referirme a este tan importante asunto, y a las dos naturalezas en el creyente, y a qué se debe que el creyente peque. La Biblia nos da la explicación. Es una bendición para nosotros saber que Dios no sólo ha perdonado nuestros pecados, sino que también nos ha traído a una nueva posición delante de Él. La Escritura nos explica lo que Él ha hecho en relación con aquella vieja naturaleza pecaminosa que todos recibimos por nuestro nacimiento natural, y cómo Él nos ha dado una nueva naturaleza con nuevos deseos, a fin de que podamos caminar delante de Él en santa libertad.
Hay mucho en el tercer capítulo de Juan acerca de la necesidad de este nuevo nacimiento. Hoy día hay muchos que consideran el nuevo nacimiento como una especie de cambio que tiene lugar en la vida de uno, lo que ellos llaman una experiencia cristiana cuando uno cambia su manera de vivir. Pero cuando la Biblia habla del nuevo nacimiento es debido a que Dios verdaderamente da una nueva vida al que cree en el Señor Jesús. No se trata de un mejoramiento de la vieja, sino una de nueva —nacida de lo alto. Esto es lo que el Señor estaba exponiéndole a Nicodemo. El nuevo nacimiento es tener una nueva vida proveniente de Dios, y veremos también que la vida que Dios da es la vida de Cristo. Y la da al que cree. Naturalmente, el resultado será un cambio, debido a que la nueva vida quiere agradar a Dios.
Nicodemo acudió al Señor con el pensamiento de que recibiría alguna enseñanza. Y desde luego el Señor Jesús es y era un maestro maravilloso, pero lo que el pecador necesita primero de todo es recibir nueva vida, y así el Señor le contestó: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios". El hombre tenía enseñanza bajo la ley, por cuanto "la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (Romanos 7:12). Todos estos preceptos dados al hombre en el Antiguo Testamento provenían de Dios. Pero no daban una nueva vida, porque la  Escritura dice: "si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley" (Gálatas 3:21). Otro versículo dice: "¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos" (Deuteronomio 5:29). Esto es, la ley pide al hombre algo que él no tiene ni deseos ni poder de llevar a cabo. Necesita una nueva vida. ¿Por qué entonces dio Dios la ley? Bien, si se le pregunta a mucha gente se podrá ver que no creen lo que Dios dice acerca de nosotros, y le fue preciso mostrarnos la realidad.
Dios dice: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso" (Jeremías 17:9). El apóstol Pablo dijo: "Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien" (Romanos 7:18). En nuestro estado natural no hay nada para Dios. Nuestros corazones están en enemistad contra Dios, como la  Biblia dice: "Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden" (Romanos 8:7).
¿Qué era lo que demostraba la ley, y por qué fue escrita en tablas de piedra? El hombre tiene un corazón de piedra, y Dios sabía que no podría vivir en conformidad a los mandamientos, pero el hombre pensaba que sí podía. Si yo tengo un hijo, y hay una pesada maleta que él cree que puede llevar, ¿cómo puedo demostrarle que no puede? Dándole una oportunidad para que lo intente. Israel pensaba que podría cumplir las demandas de Dios, porque dijeron: "Todo lo que Jehová ha dicho, haremos" (Éxodo 19:8). Pero fracasaron miserablemente, como ha sucedido con todos nosotros.
Ahora bien, lo que el Señor nos muestra aquí en Juan 3 es que debe haber una obra de Dios en el alma. Ya se ha llevado a cabo una obra de Dios por nosotros en la cruz del Calvario, pero se tiene que llevar a cabo una obra dentro de nosotros por cuanto el corazón natural del hombre nunca responderá a las demandas de Dios. El Señor le dice a Nicodemo que tiene que nacer de nuevo— que debe nacer de arriba. Tiene que recibir una nueva vida, y Dios emplea Su preciosa Palabra aplicada por el Espíritu de Dios para llevar esto a cabo. Se hace muy claro en 1 P 1:22, 23: "Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, ... siendo renacidos ... por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre". Antes éramos pecadores que teníamos sólo una naturaleza caída de pecado, pero cuando Dios introduce Su Palabra en el alma mediante el poder del Espíritu de Dios, somos renacidos, recibiendo una nueva vida de Dios. Es por esto que ahora deseamos cosas diferentes.
Esto, no obstante, no es el mejoramiento de aquella naturaleza caída en nosotros. Dios no la mejora, sino que la condena, como aprendemos en romanos 8:3: "Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne". Él perdona nuestros pecados, pero no la naturaleza que nos lleva al pecado. Ésta permanecerá con nosotros durante todo el tiempo que estemos en este cuerpo. Incluso si uno ha estado salvado durante cincuenta años, la naturaleza caída no ha mejorado ni una brizna, y nunca lo hará. Es por esto que los cristianos pecan. Dejan que la naturaleza caída actué. Con la ayuda del Señor examinaremos otras Escrituras, posteriormente, con respecto al camino que Dios da para la liberación.
Nicodemo debiera haber sabido, como maestro en Israel, que toda la historia de ellos como nación demostraba que después de todo lo que Dios había hecho por ellos como nación, el corazón de piedra de ellos estaba sin cambios. En un día futuro, cuando finalmente Dios los introduzca en bendición, Él quitará "el corazón de piedra de en medio de su carne, y", añade el Señor, "les daré un corazón de carne" (Ezequiel 11:19).

domingo, 21 de abril de 2013

Tranquilidad ante la crítica


Tranquilidad ante la crítica

Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados.

1 Pedro 4:14

Una buena conciencia da tranquilidad y lo vindica a usted cuando lo calumnian. Estará libre de la tarea de señalar cualquier pecado, y su vida demostrará que son falsas las críticas. Cuando usted tiene una buena conciencia, el maltrato verbal y los insultos contra usted avergüenzan a su acusador, no a usted.

El mundo condena hipócritamente al cristianismo cuando puede señalar a un cristiano que haya desacreditado la fe. A los incrédulos les encanta señalar a un cristiano que peca para justificar así su propia conducta pecaminosa. Por lo tanto, viva sin tacha para que las acusaciones de los incrédulos no tengan fundamento alguno.        Sus dos opciones

Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.

1 Pedro 3:17

Usted tiene dos opciones. La primera es hacer lo bueno, aun cuando resulte en sufrimiento. Entonces usted acepta el sufrimiento como parte del sabio y soberano plan de Dios para su vida.

La segunda es hacer lo malo, que también resultará en sufrimiento. Ambas opciones son posibles conforme a la voluntad de Dios. Dios quiere que usted sufra por hacer lo bueno para que reciba fortaleza espiritual y glorifique a Dios. Pero también quiere que usted sufra el castigo divino por hacer lo malo. Así que haga bien, y evite provocar sufrimiento en su propia vida por las razones equivocadas.     El triunfo de Cristo

También Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.

1 Pedro 3:18

Es increíble pensar que alguien que era perfectamente justo muriera por los injustos. Pilato tenía razón cuando dijo de Jesús: "Ningún delito hallo en este hombre" (Lc. 23:4). Las acusaciones presentadas contra nuestro Señor fueron inventadas. Los testigos fueron sobornados, y el fallo condenatorio era ilícito.

Pero Cristo triunfó en medio de ese injusto sufrimiento al llevarnos a Dios. Y aunque los creyentes nunca sufrirán como sustitutos ni redentores, Dios puede usar nuestra reacción cristiana ante el sufrimiento injusto para atraer a otros a Él.

Así que, cuando el Señor nos pida que suframos por su causa, debemos comprender que solo se nos pide que soportemos lo que Él mismo soportó de manera que podamos llevar a otros a Él.

viernes, 19 de abril de 2013

Las Dos Naturalezas


Las Dos Naturalezas
Cuando Dios creó a Adán, él poseía una sola naturaleza: la espiritual Génesis 1:26,27 Después
que cayó en el pecado, perdió la naturaleza de Dios y adquirió la carnal y diabólica. Cuando
nacemos de nuevo a través de la operación del Espíritu Santo, recibimos una nueva
naturaleza, pero continúa obrando en nosotros la adánica y pecaminosa (Romanos 7:15-25)
1. ¿De dónde nace la naturaleza del hombre viejo? (Juan 3:6)
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
2. ¿De dónde procede o se origina el hombre nuevo en nosotros?
Juan 3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
Juan 1:13 Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad
de varón, sino de Dios.
3. ¿En qué parte de nuestro ser opera la vieja naturaleza? (Romanos 7:23)
Pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva
cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
4. ¿Qué considera San Pablo que son las dos naturalezas? (Romanos 8:2)
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte.
5. ¿Qué cosa es imposible hacer para la mente carnal, y por qué? (Romanos 8:7,8)
Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley
de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
6. ¿En qué cosa se deleita el hombre interior? (Romanos 7:22)
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios.
7. ¿Cuál es la diferencia que existe entre las dos naturalezas en su forma de pensar, y
cuáles son las consecuencias? (Romanos 8:5,6)
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu,
en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del
Espíritu es vida y paz.
8. ¿Cómo describe San Pablo el conflicto entre la carne y el Espíritu dentro del creyente?
(Gálatas 5:17)
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se
oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
9. ¿Cuáles son las obras de la carne, y cuál es el fruto del Espíritu? (Gálatas 5:19-24)
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
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Las Dos Naturalezas
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,
envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os
amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el
reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
10. ¿Qué contraste existe entre las dos naturalezas con relación al mundo?
1 Juan 2:15No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo,
el amor del Padre no está en él.
1 Juan 5:4Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe.
11. ¿Qué nos ordena hacer la palabra de Dios con el hombre viejo, y cuál es el consejo
con relación al nuevo? (Colosenses 3:5-10; Efesios 4:22-29)
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas,
malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los
hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando
vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,
blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos
despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la
imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno. En cuanto a la pasada
manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad por lo cual, desechando la mentira, hablad
verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero
no pequéis; no se ponga el sol sobre nuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no
hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué
compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca,
sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes

jueves, 18 de abril de 2013

Defensa de la fe


Defensa de la fe

Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.

1 Pedro 3:15

Cuando la sociedad ataca, hay que estar preparado para hacer una defensa. El término griego para "defensa" a menudo se refería a una defensa formal en un juzgado. Pero Pablo también empleó la palabra para describir su capacidad de responder a cualquiera que le preguntara; no solo un juez, un magistrado o un gobernador (Fil. 1:16-17). Además, la inclusión de la palabra siempre en el versículo de hoy indica que hay que estar preparado para responder en todas las situaciones y no solo en la esfera jurídica.

Sea en el ámbito oficial o de manera informal a cualquiera que pregunte, usted tiene que estar preparado para dar una respuesta acerca de "la esperanza que hay en vosotros" (1 P. 3:15), es decir, dar una descripción de su fe cristiana. Debe estar preparado para dar una explicación racional de su salvación.     Una amable respuesta

El siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos.

2 Timoteo 2:24

Un cristiano debe explicar su fe "con mansedumbre y reverencia" (1 P. 3:15). Esto indica un espíritu sensible y generoso en la conversación. El temor que debemos tener es una sana devoción a Dios, un gran interés por la verdad y un considerable respeto por la persona con la que hablamos. Por eso no se puede ser contencioso cuando se defiende la fe.

Un cristiano que no puede dar una explicación clara, razonable y bíblica de su fe se sentirá inseguro cuando afronte la hostilidad y pudiera inclinarse a dudar de su salvación. El golpe del enemigo destruirá a quienes no estén vestidos con "la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo" (1 Ts. 5:8).     Una buena conciencia

Teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

1 Pedro 3:16

La conciencia acusa o excusa a una persona, obrando como fuente de convicción o afirmación. Una buena conciencia no acusa a un creyente de pecado porque está llevando una vida de santidad. Más bien, una buena conciencia confirma que todo anda bien, mientras que una mala conciencia indica pecado.

Un creyente debe vivir con la conciencia tranquila para que el peso de la culpa no lo abrume cuando se enfrenta a la crítica hostil. Sin embargo, si no tiene pasión por hacer el bien y servir a Cristo, conocerá el tremendo peso del merecido sentido de culpa. Una conciencia manchada no puede estar tranquila ni soportar el ataque furioso de las pruebas. Pero una conciencia tranquila lo ayudará a no estar ansioso ni atribulado durante sus pruebas.

miércoles, 17 de abril de 2013

Mix de YouTube (lista de reproducción)

Demostración gratuita


Demostración gratuita   La palabra final de que haya o no evidencias de nuestro llamado al ministerio, la debe tener el Padre.
Versículo: Marcos 2:1-12 Leer versículo

Los escribas se mostraron indignados de que Cristo hubiera pronunciado el perdón de pecados para el paralítico. Claramente los caminos de Dios son escandalosos para aquellos que andan en la carne. La vida en el Espíritu siempre está en conflicto con las estructuras y la sabiduría de nuestra mentalidad humana. En infinidad de ocasiones he visto a diferentes personas en la iglesia efectuando indignadas denuncias contra enseñanzas o prácticas que «no son de Dios», como si los caminos de nuestro Señor fueran lógicos y fáciles de entender. La verdad es que la mayoría de las veces él actúa en forma inesperada y hacemos bien en guardar silencio, buscando que el Espíritu traiga luz sobre aquello que no entendemos. Nuestro peor error es el del juicio acelerado, cayendo en el pecado de los doctores de la ley, de quienes Pablo afirma que «no entienden ni lo que hablan ni lo que afirman» (1 Tim 1.7)

Cristo percibió las dudas que tenían muchos de los presentes y creía necesario una demostración adicional de su investidura como hijo de Dios.
Por otro lado, observamos, de nuevo, en todos aquellos que son religiosos, la tendencia a guardar las formas, ejerciendo un cuidado excesivo de no dar de «que hablar». Los escribas claramente condenaban las prácticas de Jesús, pero aún no se animaban a hacerlo en forma pública. De todos modos, es bueno que recordemos que los pensamientos secretos de nuestro corazón no están ocultos a los ojos de Dios. Es lo mismo que las pensemos en secreto o que las digamos en voz alta, pues él todo lo ve y todo lo conoce. En nuestra búsqueda de la santidad debemos, eventualmente, trasladar nuestra mirada a lo que está pasando dentro del secreto de nuestro corazón. Los pensamientos de crítica, condena y rencor afectan nuestra vida y nuestro testimonio, eventualmente tornándose visibles aunque nuestro comportamiento externo sea impecable. Cristo «escuchó» el juicio de los escribas tan claro como si lo hubieran pronunciado con palabras. ¡Tal es la ventaja del ministro que camina de la mano del Espíritu!

Jesús en muy pocas ocasiones proveyó una demostración visible de su autoridad, prefiriendo descansar en el respaldo del Padre. Es una señal de un liderazgo débil el que nos sintamos obligados a proveer «evidencias» de nuestro llamado. Pablo lo hizo en la segunda carta de Corintios, pero calificó su acción como un «poco de insensatez» (2 Cor 11.1; 12.11). No obstante, existen momentos en los cuales tal demostración es necesaria. Así aconteció con la iglesia naciente, donde Dios proveyó con el caso de Ananías y Safira una dramática demostración de la autoridad que descansaba sobre los apóstoles (Hechos 5). Quizás Cristo percibió las dudas que tenían muchos de los presentes y creía necesario una demostración adicional de su investidura como hijo de Dios. Entendemos, de todos modos, que la palabra final en esto, como en todas las cuestiones relacionadas al ministerio, la debía tener el Padre.

Lea, una vez más, el dramático final de esta historia. ¿Cuál fue el resultado del encuentro? ¿Qué efectos secundarios tuvo este incidente? ¿Qué lecciones nos deja a nosotros el relato?

martes, 16 de abril de 2013

hijos rebeldes, dice Jehová;

hijos rebeldes, dice Jehová; 
porque yo estoy casada contigo "Jeremías 3:14
El pacto que Dios hizo con la nación de Israel era en realidad un contrato de matrimonio. Parte de Israel del pacto matrimonial era mantener los Diez Mandamientos y la parte de Dios era para darles bendiciones nacionales.Nunca se les prometió la vida eterna para guardar los Diez Mandamientos.La sangre de los animales, que ratificó este pacto, no era lo suficientemente potente como para hacer eso. El primer mandamiento en el pacto era un "civil" voto. "No tendrás dioses ajenos delante de mí." Este voto de fidelidad es, de hecho, la base de todos los contratos matrimoniales. Usted se compromete a no tener una relación con nadie más hasta que la muerte te. Beneficio de Israel para guardar los Diez Mandamientos (el pacto) hubiera sido que Dios siempre proveería para ellos. Él los protegería ... llevarlos a la Tierra Prometida y físicamente les bendiga en una multitud de otras maneras, incluso a mil generaciones, si pudieran ser fieles a la alianza conyugal llaman los Diez Mandamientos.Pero se negaron. Se rompió el pacto por la adopción de la religión falsa, que fue el adulterio, así que Dios no tuvo más remedio que divorciarse. "Mi pacto ... ellos rompieron, aunque fui yo un marido para ellos "(Jeremías 31:32) DEBEMOS SER SIN PECADO

lunes, 15 de abril de 2013

EL CUERPO DE CRISTO


EL CUERPO DE CRISTO 

                           ¿Cuál es la importancia del cuerpo de Cristo? ¿Usted sabe lo que
                           la Biblia realmente quiere decir cuando habla del cuerpo de Cristo?
1 Corintios 12:27-28 dice, Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.28 En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran…etc NVI
Cristo dijo, “ Soy la vid verdadera, y mi padre es el labrador”2 Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé mucho más fruto. Juan 15: 1-2. Créalo o no, hay una conexión entre estas dos escripturar que nos ayudan a entender lo que representa el cuerpo de Cristo.
La Biblia dice de una manera más clara en Colosenses 1:24. Ahora me gozo en lo que padezco por ustedes, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia. “Esto significa  que para estar conectado con la vid, o con Cristo, o “con el cuerpo de Cristo,” entonces debemos ser una parte de la iglesia “verdadera”, que es su cuerpo según las escrituras
También vemos nuestra conexión al “cuerpo de Cristo” en la Comunion---porque, cuando participamos del pan y del vino, tomamos a Cristo dentro de nosotros. Tenemos “comunión” con su sangre y su cuerpo.   Comunión, viene de la palabra griega Koinonos que literalmente quiere decir  “participar… o compartir.” Compartimos el cuerpo y la sangre de Cristo con él. Estamos en su cuerpo, (la iglesia), y, él está en nuestro cuerpo también, es decir, su espíritu santo mora dentro de nosotros. ¿Recuerde las comunas de los años 60 donde todos Vivian  junto y lo compartían todo? Eso puede ser un mal ejemplo, pero explica nuestra relación con Cristo hasta cierto punto. Cuando comemos el pan y bebemos el vino (Comunion), compartimos el cuerpo de Cristo, y todo lo que él tiene.
Cuando participamos en el servicio de la comunión, entramos en  “comunión” con Cristo. Todo lo que es nuestros ahora, es suyo y todo lo que pertenece a él es ahora nuestros. Como dije las comunas de los años 60 son un ejemplo con el cual la gente puede relacionarse. En realidad, en la Pascua, hacemos un convenio con Cristo en el cual ambos estamos de acuerdo. Esto debe decirnos cuáles un gran hombre Jesús Cristo fue, en que él estuviera dispuesto a tomar todo lo que él tenía, su vida eterna, su posesión de todo en el universo, y él lo arriesgo todo, de modo que él pudiera tener “comunión” o compartir todo lo que el tenia con nosotros. Es una taza de la bendición para nosotros que es indescriptible.
16 “Esa copa de bendición por la cual damos gracias, ¿no significa que entramos en comunión (participar OR compartir) con la sangre de Cristo? Ese pan que partimos, ¿no significa que entramos en comunión (participar o compartir) con el cuerpo de Cristo? 17 Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo.  (Cristo) 1Corintios 10: 16-17
El Espíritu Santo de Dios es la conexión viva a la vid….a Cristo. Es la posibilidad de vida eterna en usted. Mírelo de esta manera, yendo a la iglesia verdadera no significa nada si usted no tiene el vivo Espíritu de Cristo en usted. Observar la Pascua no significa nada si usted no tiene el  verdadero y vivo Espíritu de Cristo en usted. Romanos 8:9 dice, Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. NVI
¿Él no es de El? ---Es decir esta persona es un “bastardo espiritual.” Un bastardo es simplemente " uno que su padre no lo reconoce como siendo su hijo. “ Si no tenemos el Espíritu de Cristo, Dios no nos reconoce como sus propios hijos.
¿Cuál es la gran verdad? Sabemos que tener el “Espíritu Santo” es requerido para la Primera Resurrección. En Ramanos 8:11 dice “ Y si el (Santo) Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su (Santo) Espíritu, que vive en ustedes”.
Si usted tiene El Espíritu Santo de Dios en usted, y si usted va a la iglesia verdadera de Dios, y si usted observa la Pascua, y si usted obedece los mandamientos de Dios, que es el convenio (de la unión) que nos unen a Cristo-----entonces manténgase en esa forma. No se detenga. Esto es de lo que hablaba Cristo cuando él dijo, “habita en mí, y Yo en ti.” De hecho, en un corto pasaje de la Biblia,¡Cristo utilizó la palabra habitar 9 veces! La palabra habitar es de la palabra griega “meno” que significa “permanecer en un lugar dado.”
Si usted habita en Cristo permaneciendo en Su cuerpo, que es la iglesia verdadera, después usted aprenderá cada vez más y más, y usted producirá muchas frutas. No te desvíes de la vid que es Cristo y no te desvíes de la iglesia verdadera, la cual es su cuerpo… Permanece en el cuerpo de Cristo… que es un lugar que te protegerá, y porque serán las Primeras Frutas de la matriz de Dios….Permanece en la matriz hasta que usted vuelva a nacer en la familia del dios.

domingo, 14 de abril de 2013

No dé motivo alguno


No dé motivo alguno

Si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois.

1 Pedro 3:14

No es probable pero, según el apóstol Pedro, hay una remota posibilidad de que usted sufra por ser justo. En realidad, muchos cristianos sufrieron por su obediencia a Cristo en la iglesia primitiva, pero otros sufrieron por su desobediencia. Cuando un cristiano desobedece la Palabra de Dios, el mundo siente una mayor justificación y una mayor libertad para la hostilidad. Ni los cristianos consagrados deben sorprenderse ni temer cuando el mundo los trata con hostilidad.

La pasión por hacer el bien no es ninguna garantía contra la persecución. El hacer lo bueno reduce esa probabilidad. Nadie hizo más bien que Jesús, pero un mundo adverso finalmente lo mató. No obstante, usted debe vivir de modo que los críticos no tengan justificación alguna para acusarlo de nada.     Un temor que ayuda

Ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.

Isaías 8:12-13

En la época del profeta Isaías, Acaz rey de Judá se enfrentó a una crisis en la inminente invasión del ejército asirio. Cuando Acaz se negó a hacer alianza con los reyes de Israel y Siria contra Asiria, también amenazaron con invadir Judá. Entre bastidores Acaz se había aliado con Asiria. Isaías advirtió a Acaz contra esa alianza impía, pero le dijo que no temiera. El rey solamente debía temer al Señor y no preocuparse.

En igual sentido, un cristiano no ha de estremecerse por ninguna hostilidad que lo amenace. El temor al Señor lo ayudará a afrontar con valor la oposición y a ver el sufrimiento como una oportunidad de bendiciones espirituales, no como una oportunidad de comprometer su fe delante del mundo que cree.

Consagrarse al Señor ante la persecución exige que la mente y los afectos se concentren en los valores eternos, no en los terrenales. Si usted se preocupa por los bienes, los placeres y la popularidad, temerá los ataques del enemigo. Pero si tiene puesta su mirada en el cielo, se regocijará cuando tenga que pasar por pruebas.     Devoción a Cristo

Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones.

1 Pedro 3:15

A pesar de la oposición a la que pueda enfrentarse el creyente en este mundo, siempre debe afirmar en su corazón que Cristo es Señor. Debe aceptar y reconocer la soberanía y majestad del Señor, temiendo solo a Él.

El creyente que santifica a Cristo lo exalta como el objeto de su amor y su lealtad. Reconoce su perfección, ensalza su gloria y exalta su grandeza. Se somete a la voluntad de Dios, comprendiendo que su voluntad a veces implica sufrimiento. Vivir de esa manera es adornar en todo "la doctrina de Dios nuestro Salvador" (Tit. 2:10).

Como cristiano, tiene que consagrarse a honrar a Cristo como Señor, aun en medio del sufrimiento. La sumisión a Él le dará valor y fortaleza en medio de la hostilidad.

sábado, 13 de abril de 2013

No te alejes


No te alejes   A quienes nos tocó en algún momento cuando éramos chicos experimentar ese horrible sentimiento de habernos perdido por alejarnos de nuestros padres cuando nos dijeron “no te alejes”, entenderán a la perfección como se siente un niño cuando por alejarse ya no ve a sus papás, ese temor momentáneo que llega avisando que podemos estar en peligro y nos hace vivir momentos de angustia.

Algo similar sucede cuando nos alejamos de Dios, por más que nos habla a través de personas o situaciones, parece que algo mas llama nuestra atención, como aquel juguete que vimos de niños en el centro comercial que nos robó tanto la atención que nos olvidamos que íbamos con alguien y de repente esa persona ya no está, a veces experimentamos esa sensación cuando sin darnos cuenta nos alejamos de Dios, y nos sentimos tan perdidos que no sabemos en qué momento pasó, pero sentimos que no logramos encontrarlo.

A veces nuestra vida esta tan llena de ocupaciones, distracciones, trabajo y tantas cosas que poco a poco nos vamos alejando de Dios, y no nos damos cuenta hasta que nos encontramos tan perdidos que no sabemos cómo regresar a Él.

Dios es ese padre amoroso que lleva a su hijo de la mano por el camino, pero nosotros a veces somos ese hijo distraído que todo le parece interesante y acostumbre alejarse “porque ya es grande  sabe lo que hace”, Dios nos habla a través de muchos medios, pidiendo que no nos alejemos, pero nuestros deseos nos llevan aun más lejos, nos envuelven poco a poco hasta perdernos en el camino.

Tal vez tú has sentido que estas lejos de Dios y ni siquiera sabes como sucedió, sientes temor, ansiedad, miedo a lo que puede suceder con tu vida, sientes que oras y Dios ya no te escucha o simplemente la relación que tenias con Él ya no es igual, ¿sabes? Eres tú a quien Dios está buscando, Es Dios ese padre que busca a su hijo y no va pensando que hizo y los regaños que le dará cuando lo encuentre, lo único que quiere es que vuelvas, todo lo que quiere es reencontrarse con su hijo.

Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.

Lucas 15:22-24

En la parábola del hijo prodigo, su padre lo esperaba con alegría, saber que regresaba era suficiente, no le hizo reclamos por haberse ido, suficiente tuvo el hijo con aprender la lección al haberlo perdido todo, a veces nosotros nos sentimos como el hijo, indignos de que Dios nos reciba nuevamente, pero olvidamos que la medida de amor de Dios por nosotros es mucho más alta que la nuestra.

El hijo prodigo actuó mal y reconoció su error, pero si se hubiera mantenido alejado por la culpa, no habría tomado la decisión de regresar, a veces la culpa es la que nos impide tomar decisiones, creemos que Dios no nos perdonará por haber fallado, pero el muestra su amor recibiéndonos de nuevo y dándonos una nueva oportunidad.

Dios te llama todos los días a permanecer a su lado, en cada palabra, con un consejo, con una canción, por medio de una persona, Él te dice “no te alejes”, no pretende que no vivas una vida limitada, sino que la vivas cerca de Él para estar al pendiente de ti, para cuidarte, para darte lo que necesitas.

Dios busca mantener la relación contigo de padre a hijo, yo no sé como sea tu vida y mucho menos tu relación con Él, pero si sé y estoy seguro que te ama y no desea que te alejes, hay cosas que si pueden evitarse, puedes ahorrarte muchos momentos dolorosos tomando buenas decisiones a tiempo.

viernes, 12 de abril de 2013

LA ESPINA QUE NO TE DEJA VER EL ARCOÍRIS.


LA ESPINA QUE NO TE DEJA VER EL ARCOÍRIS.    Me alegro de ser débil, de ser insultado y perseguido, y de tener necesidades y dificultades por ser fiel a Cristo. Pues lo que me hace fuerte es reconocer que soy débil”

(2 Corintios 12:10, Biblia en Lenguaje Actual).

George Matheson, nació en Escocia, cuna de grandes teólogos y de profundos predicadores. Su nombre es sinónimo de poesía y canción. Compuso dos de los himnos más cantados por la cristiandad desde el siglo XIX: “Amor que no me dejarás” y “Cautívame, Señor”. Fue pastor durante años en Innellan y en St. Bernard, Edimburgo. Un exquisito predicador que con su sermón: “La paciencia de Job”, dejó profundamente impresionada a la Reina, quien cuando le escuchó en Crathiey pidió una copia de su sermón por escrito.

Este compositor inspirado y predicador ardiente, no pudo disfrutar como quería de la campiña escocesa, ni de sus exuberantes arcoíris, después de una lluvia primaveral. Tenía un distintivo que lo limitaba y, la par, lo hacía ensanchar: Era ciego. Su ceguera progresiva comenzó en su niñez y terminó por dejarlo completamente ciego cuando aún era muy joven. Cuando su novia supo que su ceguera era incurable, lo abandonó. A Matheson lo embargó una profunda tristeza, pero decidió seguir adelante.

Su hermana mayor le ayudó mucho en todo. Tomaba sus dictados y le acompañó en el ministerio durante un tiempo, hasta que ella misma se casó y construyó su propia familia. Matheson aprendió Braille y continuó con su ministerio. Escribió cientos de artículos y varios libros. Su espina podía quitarle los arcoíris, pero nunca le robaría su devoción por Dios. En cierto momento en que estaba especialmente reflexivo, llegó a la conclusión que aún su invidencia era parte del propósito de Dios. Él escribió: “Mi Dios, yo nunca te he agradecido por mi espina. Te he agradecido por mis rosas, pero ni una vez por mi espina. He estado esperando por un mundo donde conseguir una compensación para mi cruz, pero nunca he pensado en la propia cruz como una gloria presente. Enséñame la gloria de mi cruz. Enséñame el valor de mi espina”.

George Matheson es recordado hoy por su devota vida y su andar de fe. Un invidente que compuso himnos. Un predicador que no veía a su congregación, pero que podía sentir el palpitar del corazón de cada uno de los que la componían. Sufrió, pero hizo de sus limitaciones la fuente de donde sacar sus poemas. La espina le dio otra perspectiva, el aguijón hizo que la gracia de Dios actuara en forma asombrosa en él.

¿Por qué llorar por lo que no se puede cambiar? ¿Por qué lamentarse por el aguijón punzante, si seguirá allí? Es hora de dejar de tenernos lástima. Somos soldados y los soldados marchan con las rodillas ensangrentadas, con la espalda mullida, con el rostro castigado por el frío o por el sol. Las limitaciones que nos asustan, las escaseces que nos estremecen, las enfermedades que nos aquejan, son solo un recordatorio de nuestra debilidad. Una debilidad que paradójicamente viene a ser nuestra fortaleza. Cuando estoy sin fuerzas mi poder no tiene límites, porque es el mismo poder de Dios. Esa fue la manera en que Pablo llegó a ver sus infortunios. Esa verdad lo liberó. Y aunque es cierto que su aguijón le privó de más de un pintoresco arcoíris, el poder de Dios actuó en él de milagro en milagro.

Los ojos pueden estar heridos, pero nuestro corazón puede ver. Lo que nos falta, es compensado largamente por lo que Jesús nos da. Sus dádivas sobrepasan mis escaseces, eclipsan los pesares, y anulan la más honda ansiedad. Si el aguijón te ha herido, si la espina te está dañando, si ya no puedes más, entonces estás a punto de ver la gracia de Dios. Y créeme, serás tan sorprendido por ella, que será suficiente con Su amor. Su gracia te bastará.

jueves, 11 de abril de 2013

Vencedores en el sufrimiento


Vencedores en el sufrimiento

Ellos [han vencido a Satanás] por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.

Apocalipsis 12:11

Los cristianos somos extranjeros y peregrinos en el mundo, librando la guerra contra los deseos de la carne y siendo calumniados y perseguidos. Como resultado, debemos esperar que suframos en el nombre del que padeció toda clase de sufrimientos por nosotros (1 P. 2:11-25). El propósito principal del mensaje de Pedro es recordarnos la necesidad del sufrimiento. Cuando en medio del sufrimiento pecamos en pensamiento, palabra u obra al vengarnos, perdemos nuestra victoria y dañamos nuestro testimonio.

Según el versículo de hoy, se vencen los insultos, las persecuciones y las acusaciones de Satanás con la sangre del Cordero, nuestro Salvador. Ese es el poder de Dios. Usted es vencedor cuando no pierde su testimonio al vengarse en tiempos de persecución, y cuando usted no transige, aun a riesgo de morir. ¿Está dispuesto a mantenerse firme en el sufrimiento?   Cómo vivir en un mundo adverso

Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.

1 Pedro 2:12

Tal vez no lo haya comprendido antes, pero vivir como cristiano en este mundo es como ser extranjero sin hogar ni ciudadanía permanente. El apóstol Pedro se refirió a los creyentes como "extranjeros y peregrinos" (1 P. 2:11). Usted debe considerarse un ciudadano temporal y abstenerse de participar en la maldad del mundo.

Esa es una perspectiva importante que debe mantenerse mientras aumenta la hostilidad hacia el cristianismo en nuestra sociedad. Muchos incrédulos consideran la inmoralidad como un estilo de vida alternativo y creen que el hombre puede resolver sus problemas de la manera que le parezca.

Para vivir en tal sociedad, tiene que armarse de una confianza en el poder de la justicia a fin de triunfar sobre la persecución y el sufrimiento. Durante tiempos de hostilidad, usted debe tener confianza y no quedar atrapado en la confusión.        Pasión por hacer el bien

¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?

1 Pedro 3:13

A la mayoría de las personas les resulta difícil maltratar a quienes son fervientes en hacer el bien. Aquellos a quienes les encanta hacer el bien a menudo son generosos, desinteresados, bondadosos, amorosos y atentos. Pero no se tolera a los engañadores que roban a las viudas y a los huérfanos. Aun los inconversos condenan a quienes se hacen ricos a expensas de los demás.

Una persona que es generosa y atenta con los demás por lo general no es objeto de hostilidad. Eso es lo que quiere decir Pedro en el versículo de hoy. Pedro quería que todos sus lectores procuraran fervorosamente hacer el bien. La pasión por hacer el bien resulta en una vida limpia, que debe ser la meta y el deleite de todo creyente. Cuando se está apasionado por la vida espiritual, se pierde cualquier apetito por las atracciones profanas del mundo.

miércoles, 10 de abril de 2013

Tener fe para no rendirse


Tener fe para no rendirse    Todo tenemos diferentes luchas que libramos diariamente, mi lucha tal vez no sea la tuya, quizá no se parezca o no tenga desde tu perspectiva la misma importancia que para mi tiene. Al igual tu lucha para muchos de nosotros puede parecer fácil pero para ti a lo mejor es muy difícil de sobrellevar y sin embargo no te das por vencido, ¡Bien por ti!

Realmente a veces sentimos que lo más fácil es dejar todo, renunciar a nuestro esfuerzo y dejarnos hundir, pero aun cuando eso sea lo que parezca más fácil nosotros no somos de los que nos rendimos ni retrocedemos, la Biblia dice: “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” Hebreos 10:39 (Reina-Valera 1960).

Me gusta mucho la frase de este versículo que dice: “sino de los que tienen fe”, y es que se necesita fe para poder seguir adelante en la vida cristiana, sin fe no podemos agradar a Dios.

Quizá estos días tus luchas se han acrecentado y has experimentado un sentimiento de impotencia ante tu realidad y has pensado incluso en rendirte, en tirar la toalla, en ya no seguir más en tu lucha, sin embargo hoy quiero recordarte que tienes a Dios de tu lado y si Él va de tu lado no tienes porque rendirte, puesto que Él te ha ayudado, te está ayudando y te seguirá ayudando para no rendirte.

A pesar que hoy tengas sentimientos encontrados que te quieran hacer pensar que no podrás, la realidad es que sí podrás porque Dios está de tu lado. La Biblia dice: “Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.” Jeremías 20:11 (Reina-Valera 1960).

Es momento de activar la fe, de confiar plenamente en lo que Dios hará y en no fijarte en lo que en este momento esta pasando, ni mucho menos en lo mal que te puedas sentir, sino ver más allá de eso, confiar en que las cosas van a mejorar porque de tu lado está Dios quien ha prometido no dejarte solo nunca.

Hoy quiero invitarte a sacar fuerzas de donde pareciera que no hay, a volver tu mirada al cielo, a recordar que en otros tiempos también te sentiste mal y siempre hubo una respuesta divina que calmo tu angustia y hoy no será la excepción.

lunes, 8 de abril de 2013

El peso de nuestro castigo


El peso de nuestro castigo

Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos.

Hebreos 9:28

Cuando el apóstol Pedro dijo que Cristo "llevó" nuestros pecados (1 P. 2:24), empleó un término que significa "llevar una carga muy pesada". Eso es el pecado. Es tan pesado que Romanos 8:22 dice: "Toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto" bajo su peso. Solo Jesucristo pudo quitarnos semejante peso.

Cuando Cristo "llevó nuestros pecados", llevó el castigo de nuestros pecados. Él sufrió la muerte física y espiritual. Cuando Jesús clamó en la cruz "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mt. 27:46), el suyo fue el grito de muerte espiritual. Ese era el castigo de llevar nuestros pecados.   La transformación

Así también nosotros andemos en vida nueva.

Romanos 6:4

El propósito del sacrificio expiatorio de Cristo fue que "nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia" (1 P. 2:24). Pedro no dice que Cristo murió para que pudiéramos ir al cielo, tener paz o experimentar el amor. Él murió para efectuar una transformación: Hacer santos de pecadores. La obra expiatoria de Cristo permite que una persona se aparte del pecado y que entre en una nueva forma de vida: Una vida de justicia.

El apóstol Pablo dij "Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado" (Ro. 6:6). Hemos muerto al pecado, de modo que ya no tiene poder sobre nosotros. Primera Pedro 2:24 repite ese pensamient nuestra identificación con Cristo en su muerte es un abandono del pecado y una nueva dirección en la vida.   Cristo nuestro pastor

Vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

1 Pedro 2:25

El versículo de hoy es una alusión de Pedro a Isaías 53:6, que dice: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros". Si el Señor hubiera provisto un sacrificio por el pecado, nunca nos habría podido llevar a su redil.

La tarea de un pastor es cuidar ovejas. El término griego para "Pastor" en 1 Pedro 2:25, junto con la palabra traducida como "Obispo", describe las responsabilidades de los ancianos (cp. 1 P. 5:2). Jesucristo cuida, vigila y guía a su rebaño. Él dij "El buen pastor su vida da por las ovejas" (Jn. 10:11). Eso es precisamente lo que hizo para llevarnos a sí mismo.

domingo, 7 de abril de 2013

Los planes de Dios.


Los planes de Dios.  Dice la escritura en Hechos cap. 27, que la nave en la que Pabloviajaba, ya venía con algunos problemas. En esa embarcación viajaba un hombre de Dios, Pablo; que continuamente estaba formulando advertencias, pero dice la Palabra que el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave que a lo que Pablo decía (Hech. 27:11)

Pero finalmente, soplando una brisa del sur, les pareció que tenían lo que querían y se lanzaron al mar. Les duró poco. Pronto la embarcación se vio envuelta en una furiosa tempestad y quedó a la deriva, para finalmente quedar encallada cerca de la playa y las más de doscientas personas que la abordaban pudieran llegar a tierra como pudieran.

En esta vibrante escena de la Biblia puedo discernir algunos denominadores comunes conla actualidad. Elcenturión daba más crédito al piloto y al patrón dela nave. Cumplíacon su trabajo.  Estaba muy bien lo que hacía, aunque los que gobernaban la nave tenían un criterio a todas luces discutible.

Pero los planes de Dios trascienden deseos y peticiones humanas. Nadie iba a morir ya que Pablo estaba allí y no debía morir todavía. Dios distribuye sus bendiciones  de acuerdo a un plan superlativo, no a los antojadizos deseos de cada uno de nosotros. Si no hubiese estado Pablo, ni siquiera sabríamos de esa embarcación. Sería un número más de tantos naufragios anónimos ocurridos en todo el mundo.

Hoy pedimos a Dios muchas cosas. Unas cuantas no se cumplen. Y está muy bien que sea así.

Si el médico pidiera mucho trabajo a Dios y El se lo diera, significa que hay mucha gente enferma. Eso no es bueno. Si el mecánico pidiera mucho trabajo a Dios y El se lo diera quiere decir que hay mucha gente con su auto roto. Tampoco es bueno. Si el constructor pidiera a Dios mucho trabajo a Dios y El se lo da, quiere decir una de dos cosas: que hay mucha gente próspera que finalmente puede acceder a su sueño y construir su casa propia; o que hubo una terrible catástrofe y hay que levantar toda una ciudad de nuevo. Depende desde qué punto de vista se lo mire.

Lo planes de Dios, insistimos, son superlativos. Trascienden nuestro pequeño mundito. No hay secretos en esto. Para poder recibir grandes bendiciones hay que estar en el centro de la Voluntad de Dios. Y Pablo salió beneficiado porque lo estaba, cumpliendo con Sus Planes.

Hay quienes creen y enseñan  que “su receta” es válida para todos. Pues bien: NO ES ASÍ. Jesús le dijo a Pedro:  Si quiero que él quede hasta que yo venga,  ¿qué a ti?  Sígueme tú.  (Juan 21:20 y 21) Y con esto fue clarísimo: Tiene propósitos diferentes contigo y con tu hermano. Y para cumplirlos no le concederá lo mismo a tí que a tu hermano. Y esto no depende de ti, ni de tu hermano, sino de ÉL y de los propósitos que tenga para ti y para tu hermano.

Uno escucha al piloto y al timonel de la nave, es decir a los líderes espirituales, y eso está muy bien. Pero nunca debemos perder de vista lo que Dios nos dice y discernir lo que nos dejó en las Escrituras. Que es básicamente lo mismo que ocurría en esa nave de Hechos cap. 27, donde Dios les trasmitía sus advertencias a los tripulantes por intermedio de Pablo.

Escudriñad las Escrituras;  porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna;  y ellas son las que dan testimonio de mí;
(Juan 5:39 RV60)

sábado, 6 de abril de 2013


La batalla con la incredulidad       “Eliseo le respondió: —¡Escucha el mensaje del Señor! Esto dice el Señor: “Mañana, a esta hora, en los mercados de Samaria, tres kilos de harina selecta costarán apenas una pieza de plata y seis kilos de grano de cebada costarán apenas una pieza de plata”. El funcionario que atendía al rey le dijo al hombre de Dios: —¡Eso sería imposible aunque el Señor abriera las ventanas del cielo! Pero Eliseo le respondió: — ¡Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada de eso!”

2 Reyes 7:1-2 Nueva Traducción Viviente (NTV)

El escenario era crudo. El rey de Aram mandó sitiar la ciudad más importante del reino de Israel, Samaria. Dentro de la ciudad ya no había alimento, tanto que las personas comenzaron a comerse a los suyos; esto último como consecuencia del pecado del pueblo de DIOS. No obstante en Su misericordia el SEÑOR envió a Eliseo para dar un mensaje de aliento y anunciarles la salvación ante sus enemigos. A ello el funcionario del rey respondió:  —¡Eso sería imposible aunque el Señor abriera las ventanas del cielo! Seguramente este hombre tenía endurecido el corazón por las dificultades que había vivido, y su propia boca le condenó. Al día siguiente el SEÑOR ahuyentó de manera sobrenatural a los enemigos de Su pueblo, les dio botín y trajo de nuevo alimento. Y como lo afirmó Eliseo, el funcionario observó dicho evento pero murió aplastado por la multitud (2 Reyes 7:19).

Si tú has nacido de nuevo por la sangre de Jesús, la manera en que debes vivir es por fe. Esto implicará que en ocasiones no recibirás lo que anhelas en el momento que quieres, significa que tendrás que mantenerte fiel a DIOS aunque no veas lo que esperas; y que deberás creer cuando sea difícil hacerlo.

Si tú has permitido que las situaciones que has vivido endurezcan tu corazón para creer lo que DIOS ha dicho para tu vida, debes arrepentirte y permitir que Él te limpie. No sea que te ocurra lo que al funcionario del rey, tan cerca de recibir lo que anhelaba pero condenado por su propia boca.

Cuando te sea difícil creer, pídele a DIOS que aumente tu fe y así te será hecho.

No pierdas bendiciones por falta de creer.

viernes, 5 de abril de 2013

No amenace


No amenace

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Lucas 23:34

Jesús "no amenazaba" a pesar de un increíble sufrimiento (1 P. 2:23). Lo escupieron, le tiraron de la barba, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y atravesaron con clavos su carne para asegurar su cuerpo a una cruz. En cualquier otra persona, semejante tratamiento injusto habría provocado sentimientos de venganza, pero no en Cristo. Él era el Hijo de Dios, Creador y Sustentador del universo, santo e inmaculado, con el poder de enviar a quienes lo atormentaban al fuego eterno.

Pero Jesús nunca amenazó a sus verdugos con juicio inminente; más bien los perdonó. Cristo murió por los pecadores, incluso por quienes lo perseguían. Sabía que la gloria de la salvación podía alcanzarse solamente por la senda del sufrimiento, de modo que aceptó su sufrimiento sin amargura, sin enojo y sin espíritu de venganza. Que pueda reaccionar usted de igual modo ante su propio sufrimiento.    Vindicados

Señor, no les tomes en cuenta este pecado.

Hechos 7:60

Vivimos en una época en la que el cristianismo se ha vuelto cada vez más impopular con la sociedad secular. La defensa de la verdad de las Escrituras y del mensaje del evangelio pudiera pronto volverse intolerable. Eso resultará en el trato injusto de los cristianos.

La posibilidad de semejante trato debe llevarnos a pasajes como 1 Pedro 2:21-25. Allí aprendemos que, al igual que nuestro Señor, debemos andar por la senda del sufrimiento para alcanzar la gloria de recompensa y exaltación en el futuro. Esa comprensión de seguro llevó a Esteban a poner su mirada en Jesucristo en gloria y a pedirle a Dios que perdonara a quienes lo asesinaban (Hch. 7:54-60). Se encomendó a Dios, sabiendo que Él lo vindicaría. Si usted hace lo mismo, Dios también lo vindicará.      Nuestro sustituto

Llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

1 Pedro 2:24

La muerte expiatoria de Jesucristo es una verdad fundamental de la fe cristiana. La redención, la justificación, la reconciliación, la eliminación del pecado y la propiciación son todos resultados de la obra expiatoria de Cristo.

El apóstol Pablo también destacó esa obra cuando dijo que Dios "al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Co. 5:21), y que "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición" (Gá. 3:13).

Algunos sostienen que es inmoral enseñar que Dios tomó forma humana y llevó los pecados de hombres y mujeres en su lugar. Dicen que es injusto transferir el castigo del pecado de un culpable a un inocente. Pero eso no es lo que sucedió. Cristo tomó voluntariamente nuestro pecado y llevó su castigo. Si no hubiera estado dispuesto a tomar nuestro pecado y aceptar su castigo, como pecadores nosotros hubiéramos llevado el castigo del pecado en el infierno para siempre. La obra de Cristo en la cruz no fue injusta; ¡fue el amor de Dios puesto en práctica!