martes, 27 de febrero de 2024

Reyes sin corona

 

Reyes sin corona


“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”, Efesios 4:22-24.

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”, Efesios 5:1-2.

En el devocional anterior, reflexionamos que nuestro despojo debe ser al contrario de Jesús, pues no teníamos nada, éramos reyes sin corona, reyes de nuestro reino de egoísmo, en un pedestal de mentiras y buenas intenciones, pero realmente esclavos del pecado y del maligno.

Ante los demás no había amor, pues nuestras relaciones estaban pactadas por la conveniencia, “si tú me das yo te ofrezco” una mentalidad de pobreza total. Pero Cristo cambió todo, ¿quién teniéndolo todo, puede dejarlo por amor? Jesucristo.

Debemos entonces despojarnos de lo que no tiene ningún valor para tomar aquello que tiene tan altísimo valor que solo pudo ser pagado con la preciosa sangre de Jesús, como nos enseña el Apóstol Pedro inspirado por el Espíritu: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19).

Ya que hemos recibido toda riqueza espiritual esta debe ser usada generosamente en reflejar las virtudes de aquel que nos salvó y nos llamó con llamamiento santo; no por nuestras obras somos merecedores de tal galardón sino por su gracia y de acuerdo a su propósito (2 Timoteo 1:9); este llamamiento santo significa que fuimos apartados para Cristo, para vivir una vida radicalmente diferente a como la llevábamos antes de conocerlo y esto solo lo podemos lograr si andamos guiados por su Espíritu haciendo morir las obras de la carne y nuestra tendencia a actuar de manera independiente, usando todo el amor que ha sido derramado en nuestro corazón. Vivir en amor es la manera correcta de vivir, pues quien ama no hace daño al prójimo (Romanos 13:10) y recordemos que: “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz” (Romanos 13:12).  Oración.

«Gracias mi Señor, me has concedido todas la bendiciones y riquezas espirituales para dar con generosidad todo tu amor, ya no viviendo como vivía antes de conocerte, sino enfocando mi vida de acuerdo a tu propósito para glorificar al Padre en todo lo que haga por el poder de tu Espíritu en mí, amén.