Humildad, sinónimo de grandeza en el Reino de Dios
“En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo:
¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo
puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os
hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera
que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y
cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.” Mateo
18:1-5
“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces
perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te
digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.” Mateo 18:21-22
Entre los discípulos había disputas y discusiones de quién de
ellos sería el mayor en el Reino de los cielos, (Marcos 9:33-37; Lucas
9:46-48), Jesús aprovechando la situación, les da un ejemplo claro al poner un
niño en medio de ellos y decirles “De cierto os digo, que si no os volvéis y os
hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera
que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” De
esta manera deja claro, que alguien que no se humille como un niño, quien
depende exclusivamente de sus padres o de un adulto, ni siquiera puede entrar
en su Reino.
Esto nos muestra la importancia de la humildad, pues
precisamente para entrar en el Reino de los cielos, necesitamos arrepentirnos,
y reconocer, al igual que un niño, que dependemos de Dios, por lo cual al
hacernos como niños, no buscamos por medio de nuestras obras alcanzar lo que
Dios nos da por su gracia, simplemente recibimos al creer, todo lo que Dios
tiene para nosotros; al depositar nuestra fe en Jesucristo.
Ahora bien, el ser humildes como un niño es fundamental en
nuestro crecimiento espiritual, por eso en Mateo 18:15-35 Jesús enseña de la
importancia del perdón, y es que para perdonar es necesario ser como un niño,
pues ellos son expertos en olvidar las ofensas y continuar como si nada hubiera
pasado, así que por medio de la gracia y el poder de Dios es que podemos
desarrollar esa humildad que nos permita perdonar como niños.
Hermanos, ser humildes nos ayuda a ser más como Jesús, pues
como dice el Señor “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los
soberbios, y da gracia a los humildes.” (Santiago 4:6). Así que pidamos a Dios
ser como niños, quienes son ejemplo de humildad. Oración.
«Espíritu Santo llévame a tener la humildad de un niño, esa
humildad que me permita perdonar y olvidar de la misma manera que lo hace un
pequeño, sin guardar rencores, pues mi deseo es ser más como Jesús. Amen.